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Padre,

Marissa fue dada de alta dos días después de yo haberla visitado.

Por suerte, el Obispo Mateu encontró a un reemplazo idóneo para mi puesto en la parroquia de última hora.

Y por extraño que parezca, él no me interrogó el porqué de haber pedido vacaciones de forma tan inoportuna.

Yo nunca lo había hecho antes.

Yo nunca lo había necesitado antes tampoco.

Por eso me alegré de él no haber indagado demasiado. No sabría que decirle de todas formas Padre.

Además, aproveché el rato libre que me quedaba para recoger mis cosas, como también quitarme la indumentaria eclesiástica con algo de tristeza en la mirada.

Me costó sacarla de veras Padre.

Sentía que estaba desnudo sin ella en mí cuerpo, como una oveja sin pelaje en invierno.

La sotana era una forma simbólica de enseñar a los demás que yo pertenecía a tu causa de cuerpo y alma. Y sin ella me quedaba sin propósito. Como si estos hubiesen sido arrebatados de mí.

Por último recogí la Biblia que me regaló Marissa y la metí en la mochila.

Porque yo podría no estar en la Iglesia de ahora en adelante, pero, la Iglesia siempre estaría en mí.

Era un hecho irrefutable, pensé antes de ajustar la gabardina sobre mis hombros e ir de camino a recoger a Marissa en el hospital.

Perdóname Padre porque he pecadoWhere stories live. Discover now