I go to sleep

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[When I look up from my pillow
I dream you are there with me
Though you are far away
I know you'll always be near to me
Yeah I go to sleep
And imagine that you're there with me.

I go to sleep, Sia.]

[Cuando miró desde mí almohada
Sueño que estás allí, conmigo
A pesar de que estás muy lejos
Yo sé que siempre estarás cerca de mí
Sí, me voy a dormir
E imaginar que estás allí, conmigo

I go to sleep, Sia.]

¿Cómo comenzó?

Sasuke suspiró. Luego miró a la nada. Por alguna razón, mientras contemplaba el cielo por la ventana de su oficina, recordó a Naruto.

Un nudo en su garganta se creó. Sus labios temblaron de forma involuntaria. Su ceño se frunció con suavidad. Toda la secuencia de gestos habría sido imperceptible para el ojo que no era crítico.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que tuvo 17? ¿Diez, once, doce o trece años? Ya ni siquiera lo recordaba. Desde que Naruto se fue de su lado se quitó el hábito de mirar todos los días el calendario. Ahora era una secretaría la que ordenaba su agenda, ella le decía a dónde tenía que ir y en qué momento debía de salir para llegar a tiempo porque ya no le gustaba saber en qué fecha vivía, qué hora era, o si venía, o si iba.

Sasuke tragó saliva. La sucesión de recuerdos fue un bombardeo despiadado.

Sasuke sabía que podía narrar sin problemas como conoció a un rubio denso, estúpido y con un corazón tan grande que a menudo la gente se preguntaba si era normal que un ser humano fuera capaz de cargar con tanta bondad sin salir herido en el proceso; decir lo ruidoso era Naruto, cuantificar su facilidad para molestar a otros cuando se lo proponía y también su optimismo ante la adversidad.

Mencionaría sin falta que él perdonaba porque era amable.

El encuentro fue un diez de octubre por la mañana, no importaba de qué año.

Sasuke decidió ese día que entrar a la clase de inglés era una pérdida de tiempo. Así que simplemente camino en dirección a la azotea. Ahí podría descansar sin que nadie le hiciera preguntas o jodiera la existencia en búsqueda de su atención. Lo cierto es que cuando llegó a su destino notó que alguien más se había saltando la clase y también pensó que era buena idea estar en la azotea.

No le sorprendió que fuera precisamente la persona a la que todos catalogaban como delincuente bueno para nada.

Era normal que los idiotas no entraran a clases, ¿verdad?

Era Uzumaki Naruto, acostado, viendo directamente al cielo. Sus pupilas podrían haber estado reflejando el color del mismo, pero ese sería un misterio que Sasuke nunca podría resolver, después de todo, los ojos del rubio competían con el cielo si se hablaba de azules hermosos.

En algún momento Naruto se dio cuenta de que había alguien más compartiendo el espacio.

—Ah... ¿Uchiha?

—No, soy una ilusión, Uzumaki.

—Vaya, si eres una ilusión debería que parar de hablar para no quedar como un loco. Y de paso dejar las drogas —dijo Naruto con suavidad.

Cielo azulOnde histórias criam vida. Descubra agora