Epílogo

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["Ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama."
Louis Charles Alfred de Muset. Poeta francés.]

La perspectiva de ellos

Fue tan simple como eso.

En medio de una comida, Fugaku le extendió a Sasuke varias carpetas. Entonces Sasuke hizo un gesto de descontento porque ya sabía que había en el interior.

Itachi meditó que probablemente el contenido de éstas no variaba mucho. De seguro contenían los diferentes "perfiles" de las mujeres que su padre consideró dignas de convertirse en la esposa de su hijo menor. Sintió pena por Sasuke pero, ¿qué podía hacer él? Si ni siquiera fue capaz de salvarse a sí mismo cuando años atrás paso por la misma situación.

Mikoto tenía un semblante triste, parecía estar preparándose para ir a un velorio. Cualquiera podría preguntarle quién murió sin parecer fuera de lugar.

Sasuke se puso de pie, dejando su comida incompleta. Miró a su madre y sonrió, de esa forma en la que no lo había hecho en años. El comedor de repente parecía más luminoso, como si el sol le hubiera dado después de un periodo muy largo.

—Lo siento, no me estoy casando.

Fugaku hizo un gesto de disgusto.

—¿Perdón?

—Que no me estoy casando. De hecho, anuncio, ahora que estamos todos reunidos, que me voy de esta casa. Padre, renuncio a mi empleo. Madre, perdóname por no ser capaz de cumplir con tus expectativas. Itachi... tú... sé feliz —dijo Sasuke.

Itachi abrió los ojos sorprendido, luego asintió. Mikoto se quedó en silencio, sin saber qué decir.

—¿Sabes lo que conlleva tu estúpida decisión? Dejarás de tener mi apoyo —amenazó Fugaku, que parecía a punto de estallar en un ataque de ira.

—Lo sé —murmuró Sasuke, luego sonrió con más ganas. Comenzó a caminar y en cuestión de segundos salió de aquel lugar.

Mikoto se sintió mal por Sasuke, el pobre no se iba a llevar nada más que un traje.

Itachi pensó de forma ociosa que Sasuke se estaba yendo junto con sus sueños recién nacidos y sus esperanzas revividas. Qué afortunado.

Sasuke partió. No dijo a dónde, ni por qué. Pero eso no le importo mucho a Mikoto, porque su hijo recuperó la expresión tan tranquila que siempre portó cuando era un adolescente.

"Al menos será feliz", concluyó Itachi.

La perspectiva de él

Naruto recibió un e-mail. Estuvo tentado a borrarlo porque no conocía el remitente y en el asunto aparecía un simple "importante", pensó que tal vez era spam. Lo cierto es que la curiosidad le hizo abrir el mensaje. Si era un virus ya se las vería con su secretaria y los regaños que ésta le iba a dar por descuidado.

La cantidad que expresiones que pasaron por su rostro al ver aquel mensaje no podrían ser contadas nunca. Dos líneas escritas en un japonés formal le alegraron la vida:

En una cafetería de Manhattan a las trece horas. No llegues tarde.

Sasuke Uchiha.

Naruto se dio cuenta de que había un adjunto. Lo descargó y abrió con prisa, era un detallado mapa de cómo llegar a la dichosa cafetería. Después de asimilar la noticia se carcajeo.

—¿Siempre tienes que ser así de cortante? Sigues siendo un idiota sin tacto —murmuró en medio de risitas.

Se inclinó sobre el escritorio y recargo su frente en la mesa. Notó que lágrimas mojaban la madera.

Estaba llorando. Por primera vez en años no fue por el sentimiento de pérdida que había experimentado desde la separación.

La perspectiva de los dos

Naruto se dio cuenta de que la cafetería tenía unos ventanales enormes; cosa buena, porque dejaban ver el cielo. Lo contempló de forma nostálgica. Después buscó a Sasuke. Cuando se encontró con él se dio cuenta de que su exterior había cambiado mucho.

Fue hasta donde estaba Uchiha y se paró enfrente.

—Hoy el cielo está azul. Es un buen día —dijo el rubio a modo de saludo.

—Es un buen día —concordó Sasuke, también sonriendo con la suavidad y discreción que siempre lo caracterizaron.

Naruto pensó que existían cosas que nunca iban a sufrir una metamorfosis. Jaló una silla y se sentó.

—¿Qué me trajiste de regalo?

—¿Hoy? Nada. Pero dame tiempo, eventualmente te daré algo —dijo Sasuke, enseguida soltó un suspiro. Meditó que necesitaba un calendario, perdió la noción del tiempo debido al viaje hecho de forma precipitada y a su búsqueda de una vivienda—. ¿Qué día dices que es hoy?

—Diez de octubre —respondió Naruto, mirando con diversión a Sasuke. No le molestó su pregunta porque el otro pareció verdaderamente perdido en el tiempo.

—Realmente es un buen día —recalcó Sasuke.

—Por supuesto. ¿No te he dicho ya que el cielo está azul?

FIN DE LA ANÉCDOTA

Cielo azulWhere stories live. Discover now