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Sentir los jadeos de tu madre era una fantasía que ningún niño quería afrontar. Su cuerpo desnudo ante ti era algo que solía pasar cuando se bañaban juntos siendo un infante o acaso para darle de mamar. Pero Steven nunca afrontó esas cosas, siempre fueron su padre y él, hasta que cumplió cierta edad siendo un pequeño niño, causando que comience a vivir con las gemas. Aquellas mujeres que apenas sabían de humanos. Es como darle a un indígena una ducha, pero no literalmente enjabonarlo, sino darle el artefacto y pedirle que lo use. Obviamente estaría perdido.

La rosada se acomodó al lado de su amante y observó su rostro: los ojos cafés, su delgadez y no ignoremos su piel morena. Se acurrucó entre los brazos de su amado y suspiró. ¿Qué pasó ese mismo día cuando se enfrentó a su ahijado? Él simplemente hizo una mueca rara y comenzaron a hablar con serenidad.

—¿Steven? ¿Qué haces? —él pestañó varias veces, como si no supiera dónde estaba. Aquella fantasía de un beso fue una gran ilusión —por favor, déjate de juegos.

—Bien... —Steven se quitó los guantes y se sentaron en la mesada. Se observaron por unos cuantos minutos, y el menor se animó a hablar: —... Realmente tengo celos de Kevin porque no estoy teniendo tu atención. Es angustiante este cambio porque siempre fuimos tú y yo, y yo y tú, no se suponía que cambiaríamos y que todo esto pasara de repente... ¿No creen que están yendo muy rápido como pareja? —murmuraba, intentando que si se equivocaba, Spinel no lo escucharía.

Por más que odiara admitirlo, él tenía razón: estaban yendo muy rápido. De un día para el otro ya estaba en la cama del moreno y sentía que estaba dejando tirado a quién cuidó por años. Quizás había malinterpretado las señales de Rose de forma distinta. Debería hablar claramente con alguien que supiera al respecto.

—Kevin —acarició el vello moreno del muchacho y no se atrevió a mirarlo —¿podemos hablar? —el nombrado soltó una risa.

—Ya estamos hablando —la rosada estiró sus brazos, enrollándolo, quizás estaba evitando su mirada, ¡es cierto! Lo estaba. Quizás se había apegado a la idea de un amor completamente irreal, ¿así se sentía estar enamorada?

—Me refiero a... seriamente —bajó más la mirada, fijándose en cualquier cosa menos en él.

—Bueno, hablemos —vaciló por unos instantes pero notó la seriedad del asunto, igualmente mantuvo ese tono dulce.

—¿Estoy enamorada? —Kevin frunció el ceño ante su cuestión.

—No lo sé, es algo que tú deberías saber.

—¿Tú estás enamorado? —subió la mirada. Kevin apreció un brillo que nunca había conocido, ¿la vería llorar? Se notaba angustiada.

—Claro que sí —susurró y besó su frente. —¿Dudas de mí?

—Steven, ¿de qué hablas? —ella se acomodó en su lugar y observó el rostro del robusto.

—Quiero decir, para asegurar que estás enamorada, deberías sentir “cositas” por más de cuatro meses.

—¿Por qué ser tan específico?

—¿Por qué ser tan apurados? —vaciló igualmente.

—Pero... Apenas estamos saliendo —Spinel volvió a bajar la mirada, acurrucándose entre sus brazos. Esto se siente tan irreal.

—¿Y? Me siento enamorado —¿acaso enamorarse era algo relativo? No lo sabía y no quería enfrentarlo. Se separó y se sentó en el borde de la cama. —¿Spinel?

—Necesito... —respiró angustiada —... Un tiempo a solas.

—¿De qué hablas? —ella se giró a verlo.

—No estoy enamorada de ti. Es muy pronto.

—¿No lo estás? —la miró confundido, como si no entendiera la situación. Y no era su culpa: no la entendía —espera, ¿de qué hablas? ¿Por qué no estás enamorada de mí? —pareció reclamarle.

—Es que... Es muy pronto —repitió.

—¿Steven te metió esa idea en la cabeza? —la de cabellos suelos, se los ató y se giró.

—No lo metas en esto.

—Pero lo está —aseguró. Apenas la conocía, sí, se sentía atraído, sí, pero ¿él estaba realmente enamorado?

—Basta, Kevin —se comenzó a colocar la ropa.

—¡Spinel! —la tomó de la muñeca y ella se zafó.

—¡Basta, Kevin! —gritó esta vez y lo miró molesta. El moreno retrocedió. Y ahí la vio: el amor de su vida, yéndose.

Conquistando A Mamá | StevnelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora