Camino de espinas [popkeda]

20// Búsqueda

Hola!
Una pregunta, ¿los capítulos están bien ordenados?. Es que primero me aparece el cap 18 y luego el 17
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Ya han pasado tres días desde lo ocurrido,y ellos  ni siquiera se han dirigido palabra, Keda ha estado faltando al trabajo y nadie sabía nada sobre él, bueno, excepto María y Aarón, Popee estaba claramente desesperado, quería ver a Keda, y después de lo del beso y meditarlo varias horas llegó a la conclusión de que lo amaba, quería declararse y decirle todo lo que lo quería, besarlo, abrazarlo, tocarlo, etc. Pero de él ni huellas, tuvo que callar, ahora ni siquiera se había peinado, traía el pelo suelto y algo alborotado, estaba en la escuela, en su clase de tutoría y mientras Bruno hablaba de Mozart y Paganini el rubio pensaba en el lobo y como se había portado, se le veía adolorido y por fin se dió cuenta de la máscara, de los temblores, de las cortadas, de los moretones, de todo.
En fin, terminó la clase y se venía el receso, una vez todos sus compañeros fuera, Popee se dirigió con Bruno
~¿tutor?~ le llamó a lo cual el mayor lo volteó a ver
~¿qué pasa Popee?~
~usted es buen amigo de Keda ¿no?~
~si, somos muy cercanos~
~¿sabe dónde se encuentra?~
~mm no, la verdad es que no lo he visto~
~oh... gracias~ estaba a punto de irse cuando se volteó hacia el azul de repente
~tutor~
~¿Si?~
~¿usted vió algún tipo de cambio en la actitud de Kedamono~ el mayor se quedó en silencio y con un semblante terriblemente serio lo cuál despertó dudas pero su semblante volvió a ser amable y apacible
~no, no que yo sepa~
~oh~ Popee lo encontró sospechoso pero no hizo ninguna otra pregunta, tenía la sensación de que su maestro le estaba ocultando algo. El resto del día transcurrió con normalidad, y cuando salió del colegio en vez de irse a la casa se dirigió a la cafetería, al llegar y entrar reconoció a María, la cuál estaba despachando a un cliente, se dirigió a ella y le tocó suavemente del hombro
~¿señorita?~ la llamó, al voltear María lo reconoció y se apartó algo sorprendida pero en seguida recrobó la compostura
~¿qué desea?~ Popee sacó un respingo debido al movimiento brusco de ella
~perdón por molestarle pero, acaso...¿usted sabe dónde está Keda?~
~¿Keda?~
~si, Keda, trabaja aquí, el lobo morado~
~ooo, Kedamono, no, la verdad no lo sé~ dijó en seco
~oh... bueno, gracias...pero si lo ve podría decirle que lamento mucho lo de la noche, la verdad, hasta este momento no me había dado cuenta de su comportamiento diferente y fui un idiota, que quisiera arreglar las cosas y que podría decirme por qué se fue...~ las lágrimas estaban comenzando a escaparsele de las cuencas y su voz comenzó a temblar ~dios, soy un idiota~ musitó para si mismo sin darse cuenta de que la chica se le había quedado viendo, una vez el conejo se dió cuenta de ese detalle se limpió las lágrimas e intentó aparentar que no había pasado nada
~o lo lamento, bueno, si lo ve podría darle mi mensaje ~ le pidió una vez más
~seguro~ respondió la chica y Popee se retiró
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Keda se encontraba en cama en la casa de los hermanos tomando un té mientras pensaba en aquel beso, se sentía triste y no sabía la razón, cuando llegó María algo presurosa y algo emocionada
~¡Keda!~ el chico se sobresaltó y la volteó a ver
~¿qué pasa?~ preguntó algo alarmado
~adivina quién te fue a buscar~
~¿quién?~
~Popee~ intentó ocultar en su semblante la felicidad
~¿y qué te dijó? seguramente te pidió que me dijeras que volviera y ese tipo de cosas~ dijó algo desilucionado
~de hecho me pidió que te dijera que lo lamentaba al igual que lamentaba lo de hace tres días ¿a qué se referira?... ~al escuchar eso Keda no pudo evitar sonrojarse y apartar la mirada
~en fin, pidió disculpas y también si le podrías decir la razón del porqué te fuiste... te digo lo mejor... cuando me dijó todo eso comenzó a llorar~
~seguramente fue pura actuación~ se apresuró a contestar el lobo
~lo dudó, se le veía más afectado y triste de lo que me imaginaba...¿y bien?... ¿lo vas a ver?~
El lugar se quedó en verdadero silencio
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Popee regresaba de su casa con el humor hasta abajo, se sentía triste, sin ganas abrió la puerta de su casa y cuando se fijó en el suelo vió una carta, la levantó y su cara se iluminó al ver la firma de Keda, cerró la puerta e impaciente se sentó en una de las sillas del jardín para después abrirla con prisa.
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