Capítulo 4.

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Después de que el efecto pasara, Inuyasha logró despertar. No sentía nada fuera de su lugar exceptuando que su cuerpo había vuelto a la normalidad. Tras un mes, Inuyasha se había acostumbrado a los ligeros movimientos del bebé en su interior, por lo que las ansias lo dominaron cuando no volvió a sentirlo. No quería admitirlo, pero había ganado un ligero apego por el pequeño y tras notar que no estaba a su disposición, Inuyasha se alteró. Se levantó de la cama y empezó a buscar a alguien que le diera seña del pequeño, Rin apareció en su rango de visión y sintió como si la pequeña demonio fuera un ser celestial. Inuyasha se acercó a ella dispuesto a saber lo ocurrido.

—¿Nació el niño ya? ¿Dónde está?. —La niña lo guió a la habitación nuevamente. —¡Contesta!.

—El príncipe nació saludable y de buen tamaño, ¡Rin ayudó a bañarlo!.

Mientras que Rin contaba acerca de los cuidados del príncipe, Inuyasha había suspirado aliviado. Si bien el niño no había sido concebido en buenos términos, este no tenía la culpa de lo que había pasado. Y después de estar conviviendo con él durante un mes, había logrado ganar un poco de su afecto. Después de un rato, Rin le explicó a Inuyasha que actualmente el príncipe estaba siendo alimentado por Kagome en el área médica. Inuyasha decidió ir y dar un vistazo, se convenció de que era simple curiosidad. No quería admitir que le emocionaba saber acerca del niño que le obligaron a tener.

Cuando Inuyasha ingresó al lugar en donde tenían al pequeño que no sabía si debía llamar hijo, escuchó el llanto intenso de un bebé. Kagome estaba cubriendo sus oídos con sus manos y pidiéndole al pequeño que guardara silencio. Inuyasha se dio cuenta de que esa mujer no tenía idea de que hacer con un niño. Apiadándose de ella, Inuyasha alzó al pequeño de la cama y empezó a mecerlo. El pequeño príncipe al sentir el calor emanado de su madre, gradualmente se calmó. Inuyasha al ver a ese pequeño, pudo ver sus delicadas facciones parecidas a las propias. El primer Príncipe de la Calamidad tenía el cabello blanco plata como Inuyasha, sus ojos que se abrieron ligeramente destellaban en un color oro parecido al del Rey Demonio y las marcas faciales que constaban de dos líneas en sus mejillas, demostraban su linaje como sucesor del reino de los demonios. Inuyasha delineó las orejas anormales del pequeño parecidas a las del Rey Demonio. Era más tierno de lo que imaginó y una pequeña sonrisa enmarcó su rostro, la borró de inmediato al tener el ligero pensamiento de tener su propia familia.

—¡Gracias a los ancestros que has aparecido! ¡Creí que este niño me dejaría sorda!. —Exclamó la hechicera.

—Solo es un bebé, con conocimientos básicos es fácil cuidarlo. —Inuyasha se sentó en una cama y siguió meciendo al niño. Al acariciar su rosada mejilla, este trató de succionar su dedo dándole a entender que tenía hambre. —¿Ya lo has alimentado?.

Inuyasha cayó en cuenta que se estaba comportando como una madre, eso hizo que entregara el pequeño a Kagome que a duras penas supo como sostenerlo. Su orgullo no le permitía admitir que sintió una gran satisfacción al tenerlo en sus brazos tras un largo mes de espera.

—¿Crees que yo, la hechicera bajo el mando del rey de los demonios, es alguien que sabría como cuidar de una cría? ¡Yo hago pociones y rituales! ¡Hasta ahora yo nunca me había acercado a una cría tan pequeña!. —Explicó Kagome.

Tras hablarlo un poco, se dieron cuenta de que no podrían alimentar al niño ya que la infusión que debía suministrársele para su rápido crecimiento, debía ser ingerida por la madre para suministrarse durante la lactancia. Por obvias razones, Inuyasha no podría brindarle al niño el alimento y antes de que entrara en un ataque de pánico por ello, recordó las facilidades de su mundo y le explicó a Kagome lo que necesitaba para alimentar al pequeño. Un artesano debía crear un frasco de forma alargada, con una tapa de forma especifica y suave que permitiera el libre pero medido fluir del alimento del pequeño, un artefacto humano mejor conocido como biberón. La demonio se asombró ante su idea e inmediatamente envió a alguien en búsqueda de dicho objeto. No tardaron en traerlo e Inuyasha se sorprendió al notar que era idéntico a un biberón antiguo, habían sido rápidos y eficientes.

La Madre de los Príncipes de la Calamidad.Место, где живут истории. Откройте их для себя