V

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«Reinicio necesario».

1

—Natsu.

Zeref tocó a la puerta, sin recibir ninguna respuesta. Volvió a tocar, y obtuvo el mismo resultado.

En las manos llevaba un obsequio para Ryusei, nada ostentoso, sencillo. Pero muy bonito. Lo llevaba envuelto en una caja.

Tocó una tercera vez, y nada aún.
Incluso la paciencia de alguien como Zeref tiene su límite.

—Natsu, voy a entrar —avisó en un grito mientras giraba el picaporte y abría la puerta, introduciéndose lentamente en el interior del apartamento.

No había nadie en el intento de sala. Se adentró más, dejó la caja en la mesa de centro y se aventuró en el resto de las habitaciones.

No fue una odisea hallarlo. Estaba en su alcoba, con Ryusei. Ambos estaban dormidos.

—De verdad se parecen tanto —comentó más para si mismo. Sin importar cuántas veces lo apreciara, el parecido lo dejaba asombrado—. ¿Are? ¿Y esto?

Un papel en cercanía de Natsu, un poco arrugado, llamó poderosamente su atención. Lo tomó y leyó. No le tomó mucho hacerlo, así como a su expresión afligida no le tomó mucho aparecer.

—Vaya, Natsu... —suspiró. Incluso con todo eso del desalojo, ahí estaba, abrazando a su hijo y tomando la siesta—. No puedo quedarme cruzado de brazos —declaró con convicción—. Ya sufriste mucho y por demasiadas cosas que no te correspondían. Es momento de que haga lo que siempre he querido hacer cada vez que te veía cuando eramos niños —se puso de pie y sacó su celular. Mientras marcaba el número, y al poner el aparato en su oído, terminó lo que estaba diciendo—: Ayudarte.

Luego de oír tres veces el tono de marcado, finalmente alguien respondió. Un hombre, para ser más precisos.

—Necesito que me ayudes con un trabajo —le dijo al tipo en la otra línea—. Meeeh, cincuenta, cincuenta —una respuesta apropiada para la pregunta que le fue hecha—. ¿En cuanto? —asintió al oír la respuesta—. Muy bien. Ahora mismo te mando un mensaje con la dirección y el piso. Nos vemos.

Colgó.

Guardó el teléfono en su bolsillo y volteó a ver a su hermano menor. Una sonrisa se le hizo en el rostro al recordar viejos tiempos.

Zeref, el niño nerdo de 9 años, siendo acosado por unos bullys no era una novedad. Siendo débil, inteligente y un usuario de lentes, ¿quién no lo es? Especialmente cuando la gente que te rodea es estúpida.

—¡Oigan!

El niño peli-rosa, de 7 años, reaccionó al instante cuando esos tres matones empujaron a su hermano mayor.
Se acercó corriendo y no lo pensó dos veces antes de recurrir a los golpes.

Tres contra uno.
No era justo, pero Natsu se las arregló para salir triunfal. Eso si, con varios moretones, cicatrices y la nariz sangrando.

—Trio de payasos —gruñó Natsu chiquito limpiandose la nariz con el dorso de la mano—. ¿Estas bien, nii-chan?

Natsu le tendió la mano. Zeref la aceptó y se puso de pie.

—Mamá ya debe haber terminado tu cena. Seguro que es tu favorito. Vamos o te lo perderás.

El camino fue silencioso e incomodo para Zeref. Natsu iba relajado, con las manos tras la espalda y sonriendo. Le faltaba un diente.

—¡Natsu!

Zeref no podía más. Necesitaba decirlo y Natsu necesitaba oírlo.
El peli-rosa se detuvo, pero no volteó. Aún así, Zeref comenzó a librar peso de su pecho.

—¿¡Por qué siempre eres tan amable conmigo!? ¡Por mi culpa nuestros padres te odian y te ignoran? Y aun así, tú... Tú siempre... —las lagrimas se le juntaron en los ojos. Quería llorar.

—Zeref... —Natsu lo llamó, todavía sin voltear—. Eres mi único hermano, ¿cierto?

—S-Si... —no entendía a que venía eso.

—Pues eso —dijo llanamente—. Te protejo porque eres mi hermano. Se que no tienes la culpa de nada. No te odio. Por favor, deja de pensar que me siento triste solamente porque estoy solo y nuestros padres no me quieren, porque no lo estoy. Y estoy lejos de estarlo —aclaró. Se volteó a verlo. Zeref abrió los ojos al ver la sonrisa en su rostro: Amplia, de oreja a oreja—. No estoy solo porque te tengo a ti, Nii-chan. Mientras sepa que me quieres, jamás me sentiré solo.

Zeref sonrió, limpiandose el exceso de lágrimas del ojo con el dedo índice.

—Tuviste razón, Natsu —dijo en voz baja, más para si mismo—. Mamá preparó mi favorito ese día. Y fue de las mejores comidas que tuve. No por el platillo —miró a su hermano sobre su hombro. Seguía durmiendo con su hijo en brazos, también dormido—, sino porque ese día aprendí que eras mejor que yo. Y no sabes cuanto me alegra eso. Ryusei esta en buenas manos.

2

Natsu despertó lento pero seguro.
Le llevó un par de segundos poder aclararse la vista, pero finalmente, tras tallarse los ojos con el dorso de la mano, pudo divisar su habitación vacía.

—¿Eh...? —musitó débilmente. Después, cayó en cuenta de lo que sucedía—. ¿¡EEEEEH!?

¡Su maldita habitación estaba vacía!
Corrió fuera de ella, encontrando la sala, la cocina, el baño e incluso su estudio igualdad de condiciones. ¡Su casa estaba vacía! ¡Le habían robado hasta las migajas del piso!

No. No podía ser un robo. Natsu tenía en mente otra posibilidad mucho las acertada.

—Chingada madre... —maldijo pasándose la mano por el cabello. La frente se le perló por la angustia—. Pensé que tenía una semana... Ur, eres una–

La puerta, en acción de abrirse, le indicó al peli-rosa que guardara silencio. Encontró a Zeref entrando por ella, tan sonriente y sin ninguna preocupación en mente.

Bien Hakuna Matata el vato.

—Oh, Natsu, que bueno que estés despierto —dijo con esplendor, acompañado de una sonrisa—. Deberías traer a Ryusei para poder irnos.

—¿Irnos? ¿Irnos a donde? ¿A la verga?

—No —levantó su mano en señal de que ya dejara de hablar—. Para irnos a mi casa. Ustedes dos, hasta que puedas costear una, vivirán conmigo y Mavis.

No lo creía.

—Zeref, no creo que–

—Insisto —recalcó, interrumpiendo a Natsu—. Natsu, eres mi hermano menor. Dejame ayudarte con esto. Si antes no pude ayudarte, al menos dejame hacerlo ahora. Te devolveré todo el apoyo que siempre me diste a pesar de las muchas razones que tenías para no hacerlo.

Natsu suspiró. No es que hubiera sido un tipazo con Zeref para ver los beneficios a largo plazo. Claro que no. Pero, dadas las circunstancias, la propuesta de Zeref no parecía tan mala. Claro, era una herida para su orgullo; pero era un sacrificio que estaba dispuesto a hacer.

—Esta bien —accedió—. Voy a procurar buscar un lugar rápido.

—Tomate todo el tiempo que quieras, Natsu. Mi casa es nuestra casa —le puso una mano sobre el hombro en señal de apoyo, y una sonrisa solidaria.

Una vez que Natsu tomó a Ryusei, los hermanos Dragneel, más el pequeño Dragneel, en el auto del peli-negro, tomaron rumbo, no sólo al hogar del Dragneel mayor, sino también a una nueva etapa en la vida de Natsu: La paternidad.

Paternidad al estilo Dragneel.
























































































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¡Gracias por el tiempo de tu vida. Sintoniza para más pendejez en el próximo capítulo!

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⏰ Last updated: Jul 30, 2020 ⏰

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Paternidad Al Estilo DragneelWhere stories live. Discover now