17. La debilidad que hiere a un ser amado.

927 99 46
                                    

En las series de televisión las relaciones románticas se ven mucho más fáciles. Incluso en los libros que escribo. A veces me da miedo la cantidad de imaginación que tengo para escribir esas escenas. ¡Sí que soy impresionante! Pero eso no se compara para nada con la vida real. Ha terminado por convertirse en un libro mucho más loco. Casi puedo verlo como una novela.

Me río de mis propios pensamientos. En serio, ¿no debería estar preocupada por otras cosas? ¿Cómo puedo estar pensando en cosas tan estúpidas? Ah, la mente funciona de maneras misteriosas. Pero a esa novela le faltaría una mucama malvada. Diana o Serena podrían cubrir ese papel, pero ninguna de las dos es malvada. Espero.

¡Blair! ¡Despierta!

— ¡Ah!

Alex está más molesto que antes, si eso es posible. No voy a negarlo, mi mente estaba huyendo para evitar esta confrontación.

Suspiro con pesadez. Supongo que no puedo huir de esto.

—Adelante, regáñame—murmuro—. Me lo merezco.

— ¿Por qué? —pregunta.

—Por imaginar que nuestra vida es una telenovela antes de ponerte atención—admito, apenada.

Alex suspira, desganado. No entiendo por qué el que quiera buscar a Daniel es algo tan malo. Ni siquiera quiero discutir sobre ello, sé que Alex está enfadado porque no se lo consulté, pero creí que ya lo sabía. Es más, no me dijo nada sobre el tema cuando lo mencioné en la junta, así que pensé que simplemente había desistido de la idea de que no lo buscara.

—Daniel puede ayudarme—murmuro.

— ¡No! ¡No puede! —Alex se ofusca, estresado. Se revuelve el cabello con desesperación—. ¡Y estabas pensando tonterías en vez de prestarme atención!

Agacho la mirada con dolor. Por lo general le gustan mis tonterías. ¿Qué rayos está pasando?

—Estás molesto—murmuro, acongojada—. No lo entiendo.

— ¿No entiendes?

—No. ¿Por qué te fuiste en medio del almuerzo? Adriana solo estaba tratando de ayudarme. Y sé que Daniel puede darme respuestas.

Alex niega con la cabeza, luciendo consternado.

—No puedo creer que consideres algo así.

— ¿Por qué?

— ¡Porque Daniel es peligroso! ¡Entiéndelo!

—Pero Adriana cree que él puede ayudarme. Y conoce a Daniel mejor que yo.

— ¿Adriana? —se ríe con frustración—Lo siento, pero no puedo estar con una mujer que le da más importancia a lo que dice cualquiera menos a mí.

¿Qué está diciendo? Siento pánico, como si el corazón se me volcara de un golpe. Oh no, ¿qué he estado haciendo? Soy tan tonta. He puesto tanta carga sobre él que ni siquiera he logrado encargarme de mis problemas por mi cuenta. No somos un equipo. Yo soy una burla y siempre lo estoy saboteando.

—Alex...

—Tal vez fui demasiado rápido contigo.

¿Qué está diciendo...?

—Vete a tu apartamento—murmura con dolor.

¿Me... me está dejando así de repente?

Comienza a caminar lejos de mí. No, no quiero irme, no quiero dejarlo así. Detesto la idea de hacerle daño. ¿De verdad estamos peleando? ¿Esto de verdad está pasando? Pero a pesar de que lo llamo no se da la vuelta hasta que desaparece. Me tiemblan las piernas y siento que se me va a salir el corazón. Quiero llorar, siento las lágrimas en el borde de mis ojos. Últimamente me siento más cobarde que nunca. Ni siquiera puedo tener la valentía de antes y Alex se está cansando de eso.

Corazón de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora