quatorze

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De alguna manera, Hellene no siente ningún tipo de remordimiento por sus acciones del día de hoy. En realidad, tiene este pensamiento incrustado en alguna parte del cerebro que le hace sentir que ha estado desperdiciando su tiempo con alguien que tal vez no ha sido demasiado bueno para ella.

Considera que Ashton es un gran hombre, porque se han conocido desde toda una vida, porque no ha habido nadie más a quien pudiera mirar de la manera en la que alguna vez creyó que lo veía. Y le agradece al cielo por haberse encontrado con él, claro que sí, sin embargo, ahora tiene esta perspectiva distinta que le hace saber que, por más conocido que sea aquel muchacho de rizos castaños y egocentrismo hasta las nubes; no es como el señor Bellerose.

Cree firmemente en que aquel pintor es celestial. Ha sido atento, y la ha tratado de una forma alucinante, con calma, suavidad, una paciencia increíble y un vestigio de algo que Hellene por un segundo ha confundido con amor y quizás hasta eso ha podido ser.

No tiene la certeza, así que prefiere pensar en ello como cariño hacia una musa, porque eso es lo que es ella para él.

Una inspiración.

La sola idea la pone nerviosa a más no poder, le retuerce las tripas en el estómago de manera hasta dolorosa, y tal vez la hace dudar. Pero los latidos firmes en su corazón le hacen saber que hay algo seguro en todo esto, y es que tiene que hablar con Ashton.

Va de camino justo a eso. Recorre las calles parisinas con cierta velocidad prudente, siempre mirando a ambos lados antes de cruzar las calles y asegurándose de no chocar con ningún transeúnte en especial.

En su mente va pensando en un buen diálogo, una manera decente de decirle que esta relación ya no está funcionando, que ha sido muy grato estar con él, pero que necesita seguir adelante. No tiene por seguro de si le contará sobre el señor Bellerose y el momento que han compartido hoy en el estudio, sin embargo, no cree que pueda mentir al respecto si Ashton le pregunta.

Quiere ser lo más honesta posible, porque no desea lastimarlo. En realidad, le encantaría quedar como amigos si queda en sus manos y si así Ashton lo desea.

Se llena los pulmones de aire, dobla la esquina y llega a la propiedad de su muy pronto, ex novio. Se relame los labios sintiendo el pequeño nervio recorrer su organismo y se obliga a exhalar en un intento de mantener la calma.

Se dice que todo va a estar bien, que terminará con él y todo será mejor.

Sí.

Saca las llaves del departamento de su bolso sin muchos escándalos, sube las escaleras hasta el tercer piso y en un segundo abre la puerta.

El silencio del piso es casi sepulcral y a Hellene le parece ligeramente extraño que no haya nadie a esa hora teniendo en consideración que Ashton siempre suele ser muy puntual con sus horarios. Se imagina que debe de estar de regreso, y cree que no hay ningún problema con esperarlo.

Cierra la puerta detrás de ella, se quita el bolso del hombro y lo deja sobre el mueble junto con el paraguas.

De repente, cuando está a punto de ir hacia la cocina para conseguirse un vaso de agua, escucha un grito, un poco parecido a un sollozo femenino que no parece ser de sufrimiento.

Se le fruncen las cejas, porque de verdad ha pensado que no hay nadie en el lugar, y no tarda en caminar hacia el pasillo que lleva hacia las habitaciones.

Los sollozos se transforman en gemidos a medida en que avanza hacia el cuarto, y a estas alturas el rostro de Hellene está arrugado en un gesto de confusión y cierta indignación que no termina de asegurar.

Art Deco [#1] | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora