CAPITULO XVI

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En el camino al edificio Jhon me iba diciendo, que habían tenido la oportunidad de darle un disparo en la cabeza, pero prefirieron que la justicia se encargara de él, dejarlo vivir era el peor castigo para ese tipo de personas, de la gente que lo había acompañado supimos que al ver que la operación fracasaba, prefirieron retornar a USA, al parecer ellos habian recibido el pago por adelantado, así no habían perdido nada. A mitad del camino nos avisaron que Irene habia querido acceder al edificio, pero se vio rodeada de nuestros custodios, pero que se había quedado al frente de éste. Jhon me preguntó si quería evadirla, pero yo ya había llegado a mi limite, preferí enfrentarme con ella, me dieron una grabadora y me dijeron que para desacerme de ella definitivamente debía de hacerla confesar y que me acordara que el FBI estaba cerca, yo asentí a todas las instrucciones. Finalmente llegamos a nuestro destino, baje de la camioneta y como si no supiera nada me dirigí a la puerta principal, en eso escuché mi nombre en un grito, pare y volteé la mirada, lo que vi me llamó la atención, ante mi se encontraba una mujer vulgar, con exceso de maquillaje, muy delgada, se notaba que le había pasado factura su estilo de vida.

- Por fin te tengo en mis manos perra.- yo muy dignamente levante la ceja y le dije.

- Disculpe, pero creo que se esta confundiendo de persona.

- No sabes quien soy? - pregunto asombrada.

- La verdad es que no, ahora si me disculpa, voy a continuar mi camino.- me agarro del brazo.

- Tu no vas a ningun lado, vas a escucharme, maldita perra.

- A ver señora, no tengo ni idea de quien es Ud., me insulta y encima me trata de retener contra mi voluntad?

- Eso es poco a lo que te va a suceder.

- No la entiendo señora, podría ser mas explicita? - la mujer me miraba alucinada, no creía nada de lo que yo le decía, pero de eso se trataba, de sacarla de sus casillas para que confesara.

- Vamos a entrar a tu casa y tú y tu pequeña bastarda van a venir conmigo.

- A ver señora, para empezar Ud. no va entrar a mi casa y mucho menos mi hija y yo vamos a ir a ningún lado con una total desconocida.

- En eso te equivocas, no soy una desconocida, soy Irene de Dumbar.

- Y ese nombre me tiene que decir algo?

- Soy la esposa de Paul Dumbar y tú perra, no me lo vas a quitar, antes las mato a ti y a tu hija.

- Ud. y cuántos más?

- Tu y tu bastarda van a ser subastadas dentro de unas horas y nunca más se volverá a saber de Uds.

- Señora creo que ve demasiada televisión, si me disculpa, se me hace tarde.

- Crees que estoy bromeando, mis hombres estan llegando para llevarlas a la subasta.

- Y quién me esta vendiendo según Ud.

- Yo, yo te estoy vendiendo, zorra.

- Ahí se equivoca, ni Ud. ni nadie me amedrenta ni me amenaza, si cree que su plan ha dado resultado, esta bien equivocada- ella empezo a reír de forma histérica.

- Yo fui la que te amenazaba durante todos estos años para que no regresaras a USA.

- Ahora vamos haciendo confesiones señora, le voy a contar un cuento, desde el principio supe quien estaba detras de las llamadas, me fui de USA por que quise, no por que Ud. me obligó, vine por que quise empezar una vida nueva y lo logré, me alejé de gente nefasta como Paul y como Ud. y otra cosa Señora, la diferencia entre Ud, y yo es notoria, yo no necesito de hombres que me mantengan ni que me den su apellido, yo tengo uno propio al que honro y estoy orgullosa de pertenecer, tengo mucha gente que me quiere y se preocupa por mi, no por quién soy si no por la clase de persona que soy, creo que ahí radica la gran diferencia entre nosotras señora, ahora suelteme ya que parece que la estan esperando – ella desconcertada mira hacia atrás y se da cuenta que esta rodeada de hombres armados – Ah y me olvidaba, Paul ya esta preso señora – trata de abalanzarse sobre mi con una pistola en la mano y se escucharon varios disparos a la vez, ella cayo al piso y yo me volteé inmediatamente, me tomaron del brazo para que avanzara, luego ya me enteraría de lo que había sucedido, lo único que quería era llegar a mi piso y abrazar a todos, sin embargo escuché cuando uno de los agentes decía que ella no respiraba.

Sinceramente hubiera preferido que pagara sus deudas en la carcel, pero también comprendí que así era mejor, ya no la tendría detrás de mi, planeando una venganza sobre algo que yo no había cometido, con su muerte lo único que sentí fue tranquilidad, además que se iva cerrando un círculo que me permitía ver la vida con nueva perspectivas.

Por fin entré a mi casa, Jason me estaba esperando junto con Alejandro, no me dijeron ni media palabra, se limitaron a abrazarme, María también llegó e hizo lo mismo, los niños estaban jugando en sus cuartos, así que no se enteraron de nada, luego de un rato entre abrazos, subí a mi dormitorio, en lo único que pensaba era en meterme al jacuzi y tratar de quitarme todo el estrés de este día, me quité la ropa y ya estaba entrando al agua cuando unas manos me agarraron la cintura.

- Deja que cuide de ti – me dijo Jason – no me rechaces por favor – Sonreí por primera vez en el día.

- No pensaba rechazarte, necesito de tus manos mágicas – le acaricié dulcemente la mejilla, se desvistió rápidamente y se sumergió primero, vi que ya tenía en las manos la botella de aceite.

- Vamos, que esperas? - entré y como la otra vez, me acomodé entre sus piernas, el empezó a masajearme primero los hombros, luego la nuca, la cabeza, cerré los ojos y empecé a relajarme, el silencio era total, pasaron varios minutos en los que me sentía medio adormilada y a la vez mimada y querida, Jason me saco del agua, me secó, me vistió y me llevó a la cama, en medio de mi agotamiento se que tomé un vaso de leche, cuando estaba quedándome dormida, le pedí a Jason que se quedara conmigo.

- No te vayas.

- No voy a ninguna parte, descansa, cuando despietes aquí estaré.

Sin BRUJULA Where stories live. Discover now