CAPITULO 33.

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Eleanor y yo estamos en las afueras de Porto Bello para irnos. Solo nos tomamos 2 copas cada una. Mi amiga está tranquila y para nada molesta conmigo. Llegando a la cera para coger un taxi, veo la limusina de Benjamín aparcada. Nunca le dije hora. En realidad, le dije a Paúl que no viniera a recogerme. Mi sorpresa aumenta más cuando el pelinegro baja y la puerta de atrás se abre, dejando a la vista a mi caballero.

Escucho a Eleanor soltar un jadeo y es porque le gusta lo qué ve y lo reconoce. Si no estuviese molesta con él, estaría babeando ahora mismo.

—Ava, ¿ése no es el hombre que nos buscó?—pregunta en susurro.
—Sí—contesto, incrédula.

Nos detenemos frente a la limusina. Benjamín nos observa de arriba abajo. Luego cambia su mirada hacia la pelirroja, sonriéndole con amabilidad.

—Eleanor, ¿cierto?
—Sí... ¿tú eres?—inquiere mi amiga con timidez.

Por un instante, Benjamín me mira de soslayo, preguntándose por qué no está al tanto de su existencia. Decidida a evitar cualquier pregunta, desvío la mirada.

—Benjamín. Es un placer conocerte en tus cincos sentidos. He escuchado mucho sobre ti.
—¿Sí? Bueno... ¿yo también?—dice confundida.
—Al parecer Ava no te ha hablado de mí.
—Lo siento. Pero te recuerdo muy bien. ¡Gracias por buscarnos!—aclara Eleanor con modestia.

No los estoy viendo, pero estoy consciente de que ambos se deben preguntar qué pasa. Veo a Paúl con su semblante inexpresivo. Decido intervenir. No puedo seguir ocultando a Benjamín de Eleanor, aunque puedo esconder un poco la verdad. Volteo mi cuerpo y los miro.

—Es socio de uno de mis hoteles—explico a Eleanor.
—¿Del hotel Bellanova?—pregunta, entrecerrando los ojos.
—Sí.
—¡Venga, qué bueno!—exclama emocionada.

Benjamín asiente y le regala un sonrisa. No parecen incómodos el uno con el otro, ¿por qué yo sí?

—Vine a por Ava. Pensé que seguro te habría enviado en un taxi—dice el pelinegro a la pelirroja.
—¡Casi! No me deja traer el auto cuando vamos a por unas copas. Ni porque sean dos—refunfuña mi amiga, volteando los ojos.

Benjamín arquea una ceja. ¡Joder, Ele! Él no tiene por qué estar al tanto de eso. Aparte, estoy molesta. No quiero hablar con él. ¿No entiende el significado de espacio?

—¿De verdad? ¿Por qué no?—pregunta Benjamín.
—Pregúntale—responde Eleanor mientras se encoge de hombros.

Paúl y yo nos encontramos en un segundo plano escuchando la conversación. Debería de dar explicaciones pero elimino la idea. Él no lo hace conmigo y yo no lo haré. Ambos me miran, esperando una respuesta por mi parte.

—No me gusta—contesto.

Eleanor se ríe y sujeta sus bolsas con fuerza.

—Nunca le sacarás nada, créeme. La conozco desde hace más de veinte años. ¡Es testaruda!
—Lo sé—concuerda Benjamín.

Lo miro y me observa sin piedad. Estoy a punto de voltear los ojos, cuando posa su mirada en ella.

—Es tarde. Te llevo Eleanor.

Mi amiga sonríe a más no poder y salta.

—¡Sí! Nunca he estado en una limusina. ¡Qué emocionante!—chilla cómo niña pequeña.

Ver la felicidad de Eleanor hace que parte de mi molestia se esfume. No me opongo a la idea. Daría lo que fuera por verla sonreír siempre así. Benjamín ve a Paúl y éste entiende de inmediato. Se acerca a la pelirroja y toma sus bolsas, luego se acerca a mí y toma las mías.

Once y Media (11:30) ✔Where stories live. Discover now