7 parte

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Al día siguente Ernesto volvió a casa, y al siguente también. Al parecer le importaba mucho el bienestar de tia aida y por supuesto, el mio también. Sabía que para ganarse a la mujer de sus sueños debía lidiar con su pesadilla, es decir, yo. Está bien, quizá no una pesadilla, pero sí un obstáculo. Ernesto se trataba de un hombre elegante, correcto, afortunadamente tenía la misma edad de tia aida y jamás se había casado. Recuerdo haber escuchado que su vida la había dedicado completamente a sus negocios, por lo visto, le fue excelente. Tia aida tenía buen gusto, y sabía que no elegiría cualquier hombre que la cortejara. Por esa razón yo estaba tranquila. Me había contado que la llevaría a una cena el día viernes, y yo debía conseguirle todo lo necesario para que luciera espléndida.

Una vez escogido un par de conjuntos exclusivamente para ella dias anteriores. Si, con mucha anticipación. Se los llevé para que me diera su opinión.

-¿Qué dices, eh? ¿el rojo, o el amarillo?-pregunté emocionada

-___. Dime que preguntaste por mi talla y no trajiste uno más pequeño.

-tu tranquila. yo sé que por lo menos alguno te quedará bien-le aseguré, a pesar de saber muy bien que no lo había hecho.

-¡___, este es small!

-¡Caray! entonces el rojo te quedará mejor.

-ya veremos. -dijo con seriedad.-¡Sí! ¡este sí!

-¿ves? -se trataba de un vestido rojo simple pero de muy buena presentación, la suficiente para sorprender a quien la viese.

-Entonces este es definitivo.-me sonrió.

En seguida, corrí a buscar un collar que mantenía guardado para ocasiones especiales. Nunca lo usaba y era momento de que alguien lo estrenara.

-Ten. Lo que faltaba. -procedí a ponerlo en su cuello pero tia aida me intervino.

-No, ese collar ni siquiera lo has usado, y si yo lo uso primero, se transformará en mío. Póntelo tú.

-Por favor, eso no tiene nada que ver. -le respondí a su extraño comentario.

-No, no me lo pondré. Y no me obligarás.

-está bien -bufé- supongo que estará guardado un año más.

Minutos después, Ernesto ya estaba afuera. No demoré en abrirle y recibirlo con sincera alegría. Tia aida se acercó, Ernesto besó su mano. Todo era simplemente muy romántico para mi, pero especialmente tierno.
Yo ya estaba preparando mis planes para esta noche, pero antes de partir, Ernesto hizo una pregunta que cambió todo.

-___. ¿Acaso no irás con nosotros?

-Ernesto, pero es algo de ustedes y ni siquiera estoy arreglada.

-Ay vamos, solo por hoy. Ya tendremos más ocasiones para salir nosotros solos.-Su declaración hizo reir a tia aida. Lo que me indicó que estaría bien si fuera solo por hoy.

-Está bien. Solo voy a cambiarme y regreso. No demoraré. lo prometo.

Rápidamente subí las escaleras y me puse el vestido extra que había traído. Que estaba listo, como si hubiera estado esperandome para este momento. vestí unas sandalias simples y partí junto a tía y su nuevo amigo.
Ernesto nos llevó en su auto, que era negro por cierto. Llegamos a un restaurante del que ya había escuchado hablar antes, por su maravillosa comida y célebre chef en jefe. Sin embargo, jamás había tenido la oportunidad de visitarlo previamente. Pues nuestra vida con tía aida era simple y tranquila. Por lo que estos lugares, correspondían a los pocos frecuentados de nuestra lista.

Ernesto pidió una mesa y nos ubicó a cada uno en su lugar. A decir verdad, era extraño para mí estar en un lugar así. Incluso me producía una cierta incomodidad estar allí.
En el menú, los platos con nombres extraños abundaban en gran cantidad. Así que decidí que comería un tipo de pasta que conociera. Era una de las fanáticas de las pastas, pero es que ¿A quién no le gustan?.
Después de conversar y comer mucho. Creí que un tiempo a solas, no les haría mal a la feliz pareja. Asi que, solicité por las indicaciones para llegar al baño del restaurante, como una excusa.

-Tia aida, iré al baño y regreso.
-ve. nosotros te esperaremos aquí.

Dirigí mis pasos hacia el baño de damas y entré al gran espacio. Me ubiqué frente al espejo para echar un vistazo a mi ropa, este reveló una pequeña pero incómoda mancha en el borde inferior de mi vestido. Si algo no soportaba, eran las manchas en la ropa. Esta se trataba de una diminuta, pero con el tiempo aprendí que si no la eliminabas enseguida, después se quedaban para siempre como un recordatorio de que comiste con un animal ese día. Afortunadamente salió con éxito, dejando una húmeda mancha de agua y salí del baño.

A lo lejos, aprecié a ambos riendo y disfrutando de un maravilloso momento que no quería interrumpir. Para mantenerme ocupada, dejé que mi curiosidad me condujera hacia otra parte del restaurante, en donde se podía ver, aunque con dificultad, las maniobras de los cocineros al hacer su preciada comida. Algún día yo haría lo mismo y disfrutaría de su mismo placer. Cocinar.

En aquel momento, una mesa llamó en especial mi atención. Estaban reunidos dos hombres junto a un joven que discutían algo que parecía muy importante. Luego de unos segundos el joven se levantó de la silla y se dirigió hacia donde yo me encontraba, mas no caminaba hacia mi, pues no me había visto.
Mientras más se acercaba, en su rostro encontraba una cara conocida, unos ojos verdes que hace días habian hablado conmigo. Quise huir. pero ya era tarde, siempre lo era. Luego, quizá ya a un metro de mi, levantó su cabeza y me conoció. Desde que lo conocí, no había notado una sonrisa mas grande que la que vi esa vez. Y de pronto, como si hubiera apurado el paso ya estaba a mi lado este alegre ser.

-Que agradable sorpresa. -dijo como si sus ojos pudieran sonreir.

-¿Qué puedo decir yo? Las casualidades nos llevan una mala jugada -reí.

-¿Que haces aquí?

-Estamos cenando con tia aida y su nuevo amigo.

-¿No me digas que tiene novio?-me dijo entre susurros.

-Pues no lo diría así, pero es un casi. -reí

-bien por ella. ¿pero y tú?

-no me mires mal, yo no quería venir. Pero ellos insistieron. Al parecer les dí lástima, tan sola.

-Yo te hubiera hecho compañía.
Inarvertida por su respuesta, una ola de nervios revolvieron mi estómago.

-No lo creo. ¿Qué hay de ellos? -dije incrédula señalando a su grupo.

-miró hacia mi indicación y dijo- Ah, ellos. Son Hugo y Alex.

-Hubieras tenido que dejarlos plantados.

-Ah, ellos se las arreglan sin mi. -dijo despreocupado. Por unos segundos miró mi cuerpo, lo noté porque no soy tonta. Y estaba segura que había visto mi desdichado vestido mojado- Me gusta ese color. Te sienta muy bien. -se acercó un poco más.

-Esto tampoco estaba previsto-reí nerviosa y me aparté para hacer espacio. Tal vez habría tomado algo de alcohol que estaba diciendo cosas así. O quizá no lo había hecho.

-¿No crees que debas volver con ellos?- le aconsejé

-Quizás.

-Será mejor que vayas. ve.

-¿Me estás echando?-dijo actuando como si mi sugerencia lo hubiera ofendido.

-Claro que no, solo digo que ya es hora de que yo también me vaya. Se van a empezar a preguntar si quedé atascada en el baño o algo así.

-¿Qué? ¿Cómo es posible que te puedas quedar atascada en un baño?-rió.

-Cosas mías.

-Está bien- atendió mi consejo y cedió.- Adios ___. Ten una gran noche.-
besó calidamente mi mejilla inesperadamente y luego se apartó.

-lo mismo digo. -dije casi inaudible al rubio. Quien se encontraba de pie frente a mi. Di media vuelta para dirijirme hacia la mesa en donde tia Aida y Ernesto estaban a punto de partir.

Como me mata tu mirada - Luis MiguelTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang