22 parte

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-Puedes bajar esas maletas. -Ordenó Lucía al delgado muchacho, quien vestía un distintivo uniforme rojo que indicaba ser miembro del personal del Hotel.

-Las de ella también, por favor. -Añadió. Por supuesto, en un idioma que el sujeto comprendiera.

-Muchas gracias. -Dije descaradamente en mi lenguaje de origen. Aunque era muy probable que no me entendiera, el desconocido joven me dió una sonrisa amable, la cual respondí de igual manera. Me alegraba saber que por lo menos una persona, había sido aparentemente amistosa en una de las ciudades más proclamadas por la televisión.

Antes de ingresar por completo nuestros cuerpos al hotel, observé con detalle la inmensa construcción. Desde el exterior, el sol amenazaba con irse para dejar caer la noche definitivamente. Lo que más resaltaba, no era su gran tamaño. Sino, las luces intensas y cálidas que iluminaban perfectamente desde dentro. Estas emitían una luz de aspecto anaranjado que combinaban con los altos arcos de la entrada. El nombre de The New York Palace relucía en la cima con un dorado opacado por las luces de su interior.
Una vez dentro, Lucía preguntó por nuestra reservación con un inglés pronunciado con empeño. Y la gran organización del hotel, permitió que subieramos enseguida hasta las habitaciones. Estabamos agotadas, mas no exactamente por el viaje. La direcciones que nos habian indicado para llegar a nuestra estadía, se habían convertido en una verdadera travesía entre los edificios, que se hacían más grandes por cada vez que avanzabamos en el ojo del distrito de Manhattan.

Con Lucía, habíamos determinado que una suite estaría bien para ambas. Mientras tuviera lo necesario, no había nada de que molestarse.
Por mi parte, no recibiría ningún tipo de queja, pues yo no era de esa clase de personas.

-¿A quién llamas? -Dije extrañada de que tan apresuradamente, corriera hacia el teléfono.

-Servicio a la habitación ¿Quieres algo? -Dijo sin preámbulos.

-Pero, ¿No es un cargo extra? -Pregunté desconcertada.

-No te preocupes por eso. Yo vengo hambrienta. Si me dices que no tienes hambre no te creeré, asi que pediré dos órdenes. -Me informó decidida.

-De hecho, iba a decir que me estaba muriendo por una hamburguesa.

-¿Hamburguesas? No creo que haya algo de eso en el menú del hotel.

-¿De qué me hablas? ¿Acaso no presume de un restaurante tan bueno?

-¿Qué estoy diciendo? Tienes razón. Todos aman las Hamburguesas. Me temo que tendrán que atendernos de todos modos.

-Lucía. -Dije cautivando su atención

-¿Sí?

-¿Tu sabes, digo, sabes en dónde está el equipo de Miky, cierto? Porque de alguna manera debes tener noción del lugar en dónde se hospeda tu esposo. El señor Hugo.

-No estoy segura. Aunque, si me pareció haber escuchado algo salir de la boca de Hugo. Algo de "Place" o "Plaza". Demasiado ostentoso para mi gusto la verdad.

-Entiendo. Tan cerca y a la vez tan lejos de Hugo ¿No? -Esquivé tratando de disimular mi interés. Dos preguntas seguidas sobre Luis Miguel y acabarían en sospechas muy enteras para negar mis verdaderas intenciones.

-Lo llamaré ahora mismo. ¿No hay nada de malo querer saber el paradero de tu esposo, no es cierto?

-Totalmente de acuerdo. Pero, ¿Qué pasará con la comida?

-Creo que puede esperar un momento.

-No te preocupes, yo la pido. -Solucioné de inmediato.

-¿Hay otro teléfono?

-Si, lo noté justo al entrar. Para que veas lo bien equipada que está nuestra suite.

-¿Y sabes inglés?

-Un poco. Ya se me ocurrirá algo. No creo tan complicado decir "An hambuger, please" (Una hamburguesa, por favor)

-two, remember. (Dos, recuerda) Perdón, a veces se me enredan los idiomas. -Soltó una carcajada que permaneció unos minutos antes de llamar definitivamente.

Me dirigí hacia el otro extremo de la habitación para coger el otro teléfono que se encontraba aislado en una esquina. Y por fin, solicitar nuestra orden. Saqué de entre mis pertenencias un pequeño libro con las listas de frases que probablemente tendría que utilizar una vez aterrizaramos. Era uno de los diccionarios más prácticos y útiles que jamás había tenido. Luego de encontrar la sección de restaurantes y fijar mis ojos en aquellas frases que servirían como guía, llamé al servicio de comidas. Tratando de ser lo más rápida y sigilosa posible para lograr escuchar la conversación de Lucía. No era ningún tipo de espía, pero de esta manera, no la volvería a fastidiar con preguntas sobre el cantante y su representante.

-Hugo. Querido. Soy Lucía. -Escuché el comienzo de su llamada desde el otro lado de la suite.

-No, nosotras estamos en el The New York Palace. -Realizó una pausa larga, supongo que escuchando lo que Hugo le decía.
-Creí habertelo dicho mucho antes. Y, ¿Crees que sea posible? -Hizo otra pausa. - Está bien, si es así. Mañana nos vemos. Adiós.

Maldición, Lucía ni siquiera había mencionado el nombre del hotel. Tal vez, era mejor así. Y mantenerme lejos de sus proximidades. De otra forma, me tildarían de desesperada. Y odiaba ese tipo de comentarios. Sin embargo, ¿Existía alguna otra oportunidad para hablar con él? Después del paso de estos cortos días, no la había. Ese pensamiento no me dejaba tranquila ni ahora ni nunca.

-Está todo listo. No demorarán en subir la comida.

-Mañana me reuniré con Hugo. Dijo que debía conversar conmigo.

-¿No te mencionó nada más?

-Pretende pasar por mi. Pero, no puedo dejarte sola. No quiero, dejarte sola. -Dijo con énfasis.

-Tu tranquila creo, que no me molesta. Los preparativos para la noche no se harán solos. Y ahí es cuando entro yo.

-No me preocupa tanto eso. Sabes que todo ya estaba previsto. Me preocupas tú. Voy a insistirle en que me permita llevarte conmigo. Y que sea ahí mismo en el hotel.

-Como quieras. -Una sonrisa se escapó de mis labios. Quizá porque sí tenía una oportunidad.

Tres escazos golpes povenientes desde el pasillo, avisaron con campanas que nuestra orden estaba a la puerta. Al abrirla, una voz femenina dijo con un ánimo que solo ella podía tener.

-"Room service" (Servicio a la habitación) -Exclamó.

-Come in, come in. (Pasa, pasa) ¿Cómo decirle que no a la comida? -susurró Lucía muy cerca a mi oído.

-Thank you very much! (Muchas gracias!) -Le agradecí.

-I hope you enjoy the food. (Espero que disfruten la comida) -Y haciendo una sutíl reverencia, nuestra amiga abandonó la habitación. Dejándonos nuevamente, en la privacidad absoluta.
Esa noche, terminamos sintiéndonos tan satisfechas, que dudamos seriamente si entraríamos en los vestidos que usaríamos en el desfile al día siguiente.
Hasta ese minuto, todo había resultado tan bien que me parecía muy extraño para ser verdad. De alguna forma, ya me había acostumbrado a las irregularidades del día a día en mi nueva vida.

-Buenas noches. -Le deseé a Aida una vez terminada nuestra plática de casi media hora por teléfono. Los tax internacionales nos arrancarían hasta los huesos por una charla tan larga como esa -Hazle llegar mis saludos personales a Ernesto. Adiós.

Corté la llamada lo más rápido que pude, segura de que Aida no podía estar en mejores manos, ni con mejor compañía. Su último consejo antes de despedirse fue, asegurarme de guardar la tarjeta de acceso en el bolsillo secreto de mi bolsa. En dónde por ningún motivo, ni siquiera por arte de magia, desaparecería.
Me acosté suavemente sobre la cómoda cama medium size, que a pesar de su tamaño, ocupaba gran parte del espacio disponible. Desde allí, pensé en lo afortunada que había sido ultimamente con la existencia de Lucía y quizá, en la poca cordura que poseía hasta ese entonces, la cual me llamaba casi a gritos, correr hacia dónde fuera que estuviera Miky.

Como me mata tu mirada - Luis MiguelWhere stories live. Discover now