Capítulo 35

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Después de la discusión Damián no volvió a dirigirme la palabra. La primera noche cuando salió del baño, se acostó en la cama y me dió la espalda ¡Él nunca antes me había dado la espalda! Pensé que sólo estaba haciendo berrinche para que me disculpara, pensé que en la madrugada iba a subirse sobre mí como hacía siempre y a la mañana siguiente haríamos como si nada había pasado.

Pero no fué así.

Se levantó antes que yo lo hiciera, por lo que ese día no lo ví hasta que regresó muy tarde en la noche a la habitación pero no se quedó a dormir, sólo vino, se ducho, entró al armario y salió de él vestido sólo con un chándal para luego caminar directamente hacia la salida, sin dedicarme ni siquiera un mirada por el rabillo del ojo.

Lo extrañaba, lo extrañaba tanto que prefería que me gritara cada dos segundos a que hiciera como sí no estaba. Sabía que lo de nuestro hijo le dolía tanto como a mí, también tenía muy claro que tenía razón, que no debí decidir sola lo que haría con los zapatitos, pero era algo que ambos teníamos que superar de una vez por todas.

-Necesito hablar contigo-dije tan pronto como abrí la puerta de la pequeña habitación que funcionaba como oficina.

Ya no quería seguir peleada con él, lo extrañaba de todas las maneras posible. Quería que me hablara, que me hiciera enojar, que besara mi rostro sólo porqué sí. Lo quería dentro de mí, mi cuerpo reclamaba el suyo, su tacto...su boca.

-Estoy ocupado.- respondió mirándome con frialdad, interponiendo una gran muralla de hielo entre nosotros.-Hasta luego.

-Si quieres puedo salir un momento...-Le propuso Hansel al rubio malhumorado.

-No Hansel.- refutó.-Vamos a terminar con estó hoy mismo. -palmeo con fuerza el papel en su escritorio, luego volvió a poner sus fríos ojos azules sobre mí-Adiós Ámbar.

-No me voy a ir.-le hice saber con altanería. Entré completamente al lugar, cerré la puerta a mis espaldas y luego caminé hasta sentarme en la silla desocupada frente al escritorio.

-No te quiero aquí.-dijo entredientes. Sin dejar de mirar sus ojos crucé mis piernas y brazos al mismo tiempo para tomar una postura relajada en mi asiento.

No. Me. Voy. A. Ir.

-Regreso en un rato Damián.-habló Hansel con incomodidad, y antes de que la bestia frente a nosotros reclamara en desacuerdo, él se levantó de la silla a mi izquierda y tan rápido como estuvo de pié, camino hacia la salida del lugar.

La puerta se cerró y él rubio enojado levantó los documentos en sus manos para luego lanzarlos con fuerza sobre la superficie del escritorio de madera.

-Eres una jodida...- empezó a hablar con un elevado tono de voz, pero sin llegar a gritar.

-Lo siento.- le interrumpí antes de que me echara a patadas y gritos del lugar.-Sé que estuvo mal, que no debí hacer lo que hice, pero sólo quería ayudarnos.

-Ayudarte a tí.- corrigió con desdén.

-Ayudarnos Damián, ayudarnos.- insistí poniendo las manos sobre el escritorio y inclinándome hacia adelante, para hacercarme más a él- Porqué aunque no le veas estas tan jodido como yo respecto a ese tema.- hizo una mueca y recostó su espalda de la silla giratoria en la que estaba sentado.-No era sano seguir conservando las pruebas de embarazo, no ibas a superar su ausencia de ese modo. Lo único que lograrías conservando esas cosas, era volver al inicio. Al punto de dolor.

Su mirada se desvió aún punto en la pared detrás de mí.

Estaba considerando mis palabras.

No Puedes Escapar De Mí.©Where stories live. Discover now