Capítulo 77

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—¡Dime a quién se la diste, maldición!—Volvió a gritar Damián, llevábamos mucho tiempo en estó.

Evelyn estaba sentada en una silla con las manos y pies atados, su primo por el contrario colgaba del techo por gruesas y grandes cadenas. En el lugar además de nosotros estaban también Hansel, Dan, Nicolás y otro que no recuerdo su nombre.

Estábamos en la casa de los guardias, en el sótano dónde Damián me había dicho tiempo atrás que mataba y torturaba.

Me sentía muy mal, sentía que mi cabeza explotaría en cualquier momento, mis sienes palpitaban y me sentía debil, asumía que esa debilidad se debía a que ya eran las ocho de la noche y yo no había probado bocado en todo el día.

Pero no tenía hambre, no podía ni siquiera pensar en comer cuando no sabía nada de mi hija; no sabía si estaba bien, sí ya la habían alimentado, sí habían cambiado su pañal... Sí seguía con vida.

Sentía que con cada segundo que pasaba mi vida se venía a bajo, las esperanzas cada vez eran menos, hoy no encontraríamos a Mía y eso me desesperaba, me estremecía y pese a que sabía que con eso no solucionaría nada en absoluto; quería llorar sin impedimentos sin estar limpiandome las lágrimas cada dos segundos, quería gritar mientras dejaba salir todo.

Me comía el alma el sólo pensar que hoy no la llevaría a dormir y la mente amenazaba con colapsar ante la sola idea de que al amanecer tampoco estaría en su cuna.

—¡Les juro! ¡le juro por todo lo que amo que en serio no sé dónde puede estar la bebé!— gritó la chica, no le habían hecho nada, en ocasiones Damián perdía la calma y apretaba su cuello pero Hansel se interponía para que no pasara a mayores.

A su primo sin embargo lo había golpeado en varias oportunidades pero nada grave, y sabía que ellos aún seguían bien simplemente por el hecho de que yo estaba aquí, que de lo contrario ya estuvieran muertos, y la verdad no me interesaría mucho que los asesinaran, después de todo se lo merecían.

Pero quería que hablaran, quería que por lo menos nos dijeran con quien habían dejado a la niña, no quería que los mataran sin antes saber algo más, sí ellos morían sin decirnos nada estaríamos en las mismas.

Los guardias tampoco habían regresado, al parecer no había rastro alguno de la pequeña. Hansel se comunicaba con ellos cada quince minutos y siempre esperabas con ansias que culminara la llamada para preguntarle sí ya sabían algo pero la respuesta era lo misma; una breve negación y desviar la mirada con vergüenza y preocupación a otro lugar dónde mis desesperados ojos no lo mirasen.

—¡Si la tienes diles dónde está de una maldita vez!— le gritó Chris a la chica con desespero, y es qué su posición parecía ser muy dolorosa podía ver sus muñecas rojas y desgarradas bajo aquellas cadenas.— ¡Es un bebé! ¡Joder! ¡¿Como se te ocurre robarte un bebé?!

Evelyn aumentó su llanto y el hipo la entrecortaba cada ciertos segundos.

—¡No la tengo!— volvió a gritar desbordandose de lágrimas— ¡Se los juro! ¡Se los juro por Dios! ¡Yo no la robe! Chris yo no me llevé a la niña— susurró esto último mirando a su primo con esperanzas de que él le creyera.

—Lyn— suspiro el pelinegro en un susurró— Lyn por favor, sólo diles dónde está la bebé, dónde la dejaste...

—¡Que yo no lo hice! ¡Joder!— más llanto— ¡Yo no la robe!— repitió— ¡Jamás en la vida se me ha pasado por la cabeza hacerle daño a un niño! ¡Y no soy tan estúpida como para probar con la hija del señor Webster!

La miré por unos segundos, la analice como tantas veces Damián me enseñó a hacerlo; estaba nerviosa eso me decía que quizás mentía, que de seguro sabía dónde estaba Mía pero que la habían amenazado. Por otro lado su expresión parecía sincera, parecía que genuinamente no sabía nada, que no tenía ni la más puta idea de dónde estaba la niña, que de verdad ella no la había raptado.

No Puedes Escapar De Mí.©Where stories live. Discover now