Mis estrellas

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Aquí estamos, sentados en el columpio, ambos animados por una buena racha de campeonatos de dominó. No pensé tener una pareja de doninó con la que ganara todo el tiempo, sin que la suerte nos falle.
Era de noche, en medio de la nada, en el norte de algún lugar. El viento me despeinaba, y hacía que mis flequillos se desordenaran. Pero eso nunca me preocupó. Soy de las que prefiere disfrutar sensaciones así sea despeinada jajaj.
Y como siempre. El cielo, en estos lugares es mágico. Parece que lo tienes cerca, que lo puedes tocar.
Así fue como empezó mi discursillo mediocre de astrología. Also los ojos hacia arriba, tiro la cabeza hacia atrás como si se me fuera a partir el cuello, y subo un dedo señalando esas cosasitas que brillan tanto.

-Mira, ves esas siete estrellas? Son mis preferidas, incluso tienen un gran significado para mi, pero eso es secreto... Esa constelación se llaman Orión.
-Que secreto? -me preguntaste-.
-Te miré de reojo- Es secreto, no te diré. Sigo con mis estrellas, en la mitología tiene varias historias, algunas describen a Orión como una mala persona y otras como un gran enamorado. Solo que a mi me gusta la historia donde el muere con una flecha en el corazín, disparada por su gran amada Artemisa.
-Que interezante. No sabía que tenias estrellas favoritas.
-Pues si. Pero mira al otro lado, allá, lo que parece una W o una M, tú decides como la ves. Esa es Casiopeda, también tiene una hermosa historia, pero no me la se bien.-sonrío-.
-Él se rie a carcajadas de mi- Claro, no eres una enciclopedia. Sigue, a ver, cuál más conoces?
-Pues esa de allá, la Osa Mayor, y ahí cerca está la Osa Polar. Y aquella, es la Osa menor. Ves esas dos estrellas que brillan muy fuerte? Esa que queda al lado de la luna?
-Si, es la más brillante esta noche -me responde-.
-Sabes? No son estrellas, curioso no? Son dos planetas! Venus y Mercurio.

Es hermoso ver como las personas pasan por tu vida, y se van, pero las estrellas, aunque pasen muchos años, siguen siendo las mismas. Tal vez estén en un lugar diferente del cielo, pero siempre están ahi para ti aún estando muertas hace miles de años...

Al rededor de tres años después de esta conversación que tuvimos me dijiste:
-Hoy subí al techo de mi casa, miré las estrellas, y cuando pensé en tí, el cielo se nubló completo. Y recordé aquella noche, donde apuntabas al cielo, y me decías lo poquito que sabes de él. Esa noche, hiciste que tuviera ganas de volar al cielo a buscarte unas cuantas estrellas para ver si así lograba que te fijaras en mi.

-L-

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