Q U I N C E

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Los días siguientes fueron una gran tortura, fueron días en los que me sentía más muerta que viva

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Los días siguientes fueron una gran tortura, fueron días en los que me sentía más muerta que viva. Mis días se resumían a estar en el hospital y salir una que otra vez a casa para poder asearme y dormir en mi cama a en unas cuantas sillas.

Lo que era impresionante y sorprendente era que lisa había estado conmigo en los últimos días, había venido casi todos los días a estar conmigo, ella iba por comida y volvía a sentarse a mi lado para que ambas comieramos juntas. Era lo más cerca que estaba suyo en mucho tiempo y sin duda lo estaba disfrutando, hablábamos sobre el trabajo y otras cosas no tan íntimas ni interesantes.

Me sorprendió en ningún momento haber tocado el tema de nosotras.

Pero agradecía eso, no podía hablar con ella de algo así cuando en realidad estaba destrozada por mi abuela.

Pero nunca llegué a saber de qué habían hablado mi abuela y lisa la última vez que ella había entrado, bueno no era la única vez que lo había hecho pero las otras veces iba yo con ella o tan solo era para preguntarle cómo estaba y volvía. Pero tenía una gran curiosidad porque esa vez tardaron horas hablando, no había sido capaz de preguntarle todavía pero estaba segura de que en algún momento lo haría.

En este momento lisa había ido por comida y me había dejado sola en el hospital, estaba revisando mi laptop por asuntos que tenía que ver del trabajo. Pero fue entonces cuando escuché un pitido, un extraño pitido como la última vez que el doctor me había dicho que mi abuela estaba sufriendo un infarto, al instante me levanté e intente abrir la puerta pero una mano me detuvo. Me gire hacia la persona y me encontré con el doctor con un semblante preocupado palpante en su rostro.

— Quédese aquí — el abrió paso a la habitación y se adentró junto con dos enfermeras que iban detrás suyo cerrando así la puerta.

Estaba asustada, muy asustada. La última vez que había hablado con el doctor me había hecho saber que si mi abuela tenis otro infarto podría ser el que le quitase la vida por completo. Me senté de vuelta en la silla expectante a que el doctor pudiese salir y me dijese que todo estaba bien, que mi abuela no se encontraba mal, que había sido una falsa alarma, que el aparato no estaba funcionando correctamente y por eso había sonado. Necesitaba que me dijera algo así, porque no si en este momento podría soportarlo, en realidad jamás estaría completamente lista para dejarla ir.

El doctor salió de la habitación y justamente en ese momento lisa llegó a mi lado con dos bolsas repletas de comida. Miré al doctor esperando a que dijera algo, pero el miraba al suelo y se había quitado sus gafas desde que había salido de la habitación.

— Diga algo — murmuré nerviosa.

— Lo siento mucho.

No sabía cómo reaccionar, mi mente estaba en blanco, no pensaba con claridad, no pensaba.

— ¿Que? — dijo lisa.

— Ella esta… — El hizo una pequeña pausa — ella no pudo más.

Comencé a temblar, comencé a temblar y sentí que en cualquier momento me caería al suelo a llorar. No era cierto, no, debía estar soñando. Lágrimas comenzaron a rondar por mis mejillas, lágrimas corrían por todo mi rostro empapandolo por completo.

ʙᴜꜱᴄÁɴᴅᴏᴛᴇ | ᴊᴇɴʟɪꜱᴀ [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora