1 | Una compresa salvavidas

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Regla número uno de un fantasma: pasar desapercibido

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Regla número uno de un fantasma: pasar desapercibido.

—Pues el otro día casi me cago encima. Creo que estoy perdiendo el control de, ya sabes, mis esfínteres.

El autobús traquetea como se le fuera a salir una rueda en cualquier momento y matarnos a todos. Probablemente acabemos en el fondo del océano, rodeados de mierda de la señora que me ha tocado al lado. La señora se inclina aún más hacia su teléfono, como si la mitad del autobús no se hubiera enterado ya de que dentro de poco va a tener que ir por la vida con los pañales llenos de mierda, y continúa cuchicheando.

Me echo un poco hacia un lado, por si acaso me veo víctima de su falta de autocontrol, y mantengo las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta, aunque no sé si están haciendo algo por ocultar que estoy a tres paradas de desmayarme y abrirme la cabeza contra el botón de stop.

—No lo sé, Giorgia —susurra—. Es que no me veo con pañales. Soy vieja, pero no tanto.

Echo la cabeza hacia atrás y cruzo miradas con una chica rubia. Lleva un vestido amarillo y un gorro marrón que la hace parecer una puta margarita con patas. Ella me dedica una media sonrisa, que se esfuma de sus labios en cuanto mira mis pies. Yo sigo su gesto y se me sale el corazón del pecho cuando veo el charco de sangre a mi alrededor. No tengo ganas de que se ponga histérica y que todo el autobús se entere de que me estoy desangrando, así que hago lo que mejor se me da: me pongo a la defensiva.

—¿Qué pasa, es que nunca te ha venido la regla o qué? —ladro.

La chica se pone colorada y aparta la mirada. Aprieto los labios y cruzo las piernas para presionarme el muslo disimuladamente, como quien no ha sufrido una puñalada de lo más ridícula. El latigazo de dolor es instantáneo, pero me aguanto. Total, lo que me ha pasado es culpa mía. Y lo de que me hayan robado la moto también, por haberme olvidado de ponerle el pitón.

Al menos, no tengo que aguantar la conversación escatológica de mi vecina de asiento ni a la margarita mirona por mucho tiempo, porque llegamos a mi parada y yo me pongo en pie con toda la dignidad que puedo sin que se me note demasiado la cojera.

Al pasar junto a la puta margarita, la chica me tiende algo tímidamente, con la mirada baja y las mejillas como dos tomates cherry. Una vez fuera, veo que me ha dejado una compresa.

Una jodida compresa.

Me cuelo en un baño público, que me cobra un jodido euro por entrar y tiene tanta mierda que estoy completamente segura de que voy a pillar siete enfermedades distintas por el simple hecho de estar ahí, y no pierdo el tiempo en bajarme los pantalones y ponerme la compresa sobre el muslo. Al menos me ha servido para frenar el sangrado.

Intento positivizar mi situación pensando que mi casa solo está a dos calles de la parada de autobús pero, en cuanto abro el portal de mi edificio, recuerdo que tengo que subir las escaleras y todo mi intento de mejorar este día de mierda se empieza a esfumar.

Fantasma [+18] - Dark romance seriesWhere stories live. Discover now