3 | Vivi

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Regla número dos de un fantasma: No acudir a lugares propiedad de la 'Ndrangheta ni relacionarse con sus miembros.

La luz de la tarde me da de lleno en la cara y me despierta. Estoy tan cansada que intento darle la espalda para seguir durmiendo. El peor error de mi vida. Los analgésicos ya no me hacen efecto y lo primero que siento es un dolor punzante en el muslo que hace que me espabile de golpe. Siento cada oleada de dolor con tal claridad que se me escapa un gemido lastimero. Mierda.

Por otro lado, sentir dolor significa que estoy viva. Qué maravilla.

—No sé si debería preocuparme, Jaina —dice una voz familiar—. ¿Te llevo a un hospital o te dejo aquí, moribunda, hasta que el olor de tu cadáver putrefacto alerte a los vecinos?

Me froto los ojos con el dorso de la mano antes de sentarme torpemente en la cama. Aún así, una diminuta sonrisa aparece en la comisura de mis labios al escuchar mi nombre en otros labios. Hace casi tangible la ilusión de que me he ganado el derecho a tener un nombre, aunque al ritmo que llevo estoy segura de que seguiré siendo un número durante mucho tiempo.

Pero debo ser positiva: al menos es un número bonito. Siempre me ha gustado el trece. Aunque la mayoría de la gente lo asocie a la negatividad, yo creo que un número no puede cambiar tu suerte y que la gente está obsesionada con buscar culpables externos cuando la desgracia llama a la puerta.

Todavía no entienden que, por mucho que se aferren a las supersticiones, si alguien los está apuntando con un arma, no habrá estampita de la virgen que los salve.

Vivi está apoyada en el marco de la puerta. Sus ojos castaños recorren la colcha de arriba a abajo mientras hace una mueca casi invisible. Al ladear la cabeza, el aro que lleva en la nariz refleja la luz del atardecer y sus pupilas se estremecen. Hoy lleva el largo cabello violeta recogido en una trenza que parece la cola de un animal salvaje. Con los brazos cruzados, el entramado de tatuajes que cubre casi la totalidad de su cuerpo resalta con más fuerza. Es increíblemente bonita, la muy asquerosa.

Al seguir su mirada, me percato de que mis sábanas, hasta ayer blancas y preciosas, ahora son de color rojo cobrizo, casi marrón en las zonas donde la sangre se ha secado por completo. Posiblemente me he pasado toda la noche y gran parte de la mañana sangrando. Debió saltarse un punto mientras dormía, una señal más de que como cirujana soy un asco, pero como carnicera, tal vez pueda encontrar un buen trabajo.

Descuartizar se me da bastante bien, para qué mentir.

Desvío la mirada hacia Vivi y sé que no puedo decirle la verdad, pero aún así las palabras se enroscan en mi garganta, pugnando por salir. Afortunadamente para mí, ambas hemos instaurado una regla silenciosa: nada de preguntas sobre nuestras vidas personales. Sé que ella tiene secretos, por eso nunca intenta tirar de los míos.

Quizá ese es el único motivo por el que somos amigas.

—Buenos días a ti también, stronzza —gruño mientras hago un esfuerzo titánico por sentarme en el borde de la cama.

El mareo es instantáneo y tengo que apoyarme sobre los codos para no caerme de bruces contra el suelo. Rozo el suelo con los pies y agradezco el frío que me atenaza en cuanto lo hago, que me ayuda a disipar el mareo enseguida.

Echo la cabeza hacia atrás y suspiro. Vivi se acerca a mi lado, impaciente.

—¿Buenos días? —dice, señalando la ventana a través de la cual puedo ver el sol ocultándose lentamente—. Son las siete, mia bella. Habíamos quedado a las seis. Será mejor que vayas a darte un baño, esta noche hay una fiesta y me costó sudor y sangre conseguir las invitaciones.

Fantasma [+18] - Dark romance seriesWhere stories live. Discover now