99.

631 43 3
                                    

- ¡Mauro!
-¿ ¡Qué!?
- ¡¿Podés pensar por un momento?
- ¡¿El qué?! ¡Dale, Angie, andá a estudiar y yo hago la mía!
- ¡Mauro!
Pero ya había cerrado la puerta de mi casa, retumbando el sonido por todas las paredes. Desde arriba de las escaleras, miré atónita la puerta por donde había desaparecido.
Habían pasado unos días desde que volvió y al principio, todo parecía estar igual.
Yo le acompañaba a grabar cuando no estaba en la facultad, dejando de estudiar o más bien teniendo una escusa para no hacerlo. Dormía en su casa porque sin él, la mía se hacía insoportable.
Todo lo que pensé que había pasado cuando estábamos en mi cama, fue un engaño. Por suerte ese día se quedó conmigo, pero al siguiente volvía a sentir lo mismo y a dormir en mi sofá, así que decidí que dormiría con él, sino acabaría donde siempre.
Poco a poco, dejé de darle atención hasta que comenzaba a faltar a algunas clases de la facultad porque con él me dormía más tarde de lo normal y al siguiente día estaba cansada. Después, tenerle acá conmigo me hacía tener una escusa para mí perdida de atención en las materias y así no estudiaba, haciéndole feliz a él pero enojar a mis hermanos, que sí sabían de todo esto.
Ahora, estábamos en mi casa, a punto de ir a la de Coscu porque quería visitarle. Estábamos en mi cama cuando Miguel llamó, inesperadamente para arruinarlo todo.
Comenzamos a discutir porque faltaba a la facultad y porque no estudiaba, citándome en casa de mis viejos porque sí, se lo había dicho.
Yo le dije que no podía, que no quería estudiar y entonces él me dijo que era por Mauro. Comenzamos a discutir por mi relación con él y por supuesto, Mauro lo oyó.
Cuando terminé mi llamada con Miguel, me tocó aguantar los gritos de Mauro y de nuevo, discutimos porque él decía que volvía a estar cerrada sólo en mis estudios y yo le daba la contraria.
Al final, acabamos como siempre, él se iba y yo me quedaba en el lugar que fuera, mirando a la nada, pensando que había hecho mal.
Porque estos días, al estar más juntos, también había más discusiones. Yo le decía que no fumase, él se molestaba y luego me decía a mí que tampoco lo hiciera y así comenzaba un debate que acababa con él yéndose de casa para volver unas horas después sin ningún enfado. A veces me decía que no le hacía caso, yo le decía que no podía estar a todo y discutíamos otra vez, acabando igual. También, yo solía criticarle que saliese tanto de fiesta y él me pedía acompañarle, a lo que yo me negaba y entonces se molestaba por criticarle. De nuevo, se marchaba y yo me quedaba sola o me iba con mis amigos hasta que alguno de los dos buscaba al otro para olvidar lo anterior.
Resoplé y me fui al baño de mi casa. Me miré al espejo, pero rápido me alejé de él para agarrar mis cosas e irme. No quería estar allá si no era con él, pero tampoco tenía un lugar donde ir porque habíamos discutido. Así que, sólo me quedaba llamar a alguien.
- ¿Otra vez?
- ¿Qué?
- ¿Discutieron?
- Puede.
- Angie.
- Ya fue, luego estaremos bien.
- Y luego mal.
- Y luego bien, Juan, ¿Tenés suficientes cigarros o voy a buscar?
- Angie, basta.
- Dale, ¿Donde estás? Llamó a un Uber y voy a buscarte, nos tomamos un café o un mate en tu casa, como quieras.
- ¿Y la tuya?
- ¿Qué?
- ¿Por qué no en la tuya?
- Juan...
- Parecés una nena, Angie, tenés que enfrentarte a tus miedos, dale.
- Lo hago, pero me ganan, ya lo hemos hablado.
- Angie...yo...lo siento, de verdad.
Y terminó la llamada. Miré la pantalla confundida y cansada de todo, comencé a andar sin ningún lugar en especial.
De repente, un auto se colocó delante de mí, yendo despacio para quedar a mi lado. Le miré extrañada hasta que me paré y entonces, también frenó.
- Angie.
- Santino.
- Vamos.
- ¿A dónde?
- Miguel.
Le miré en silencio y él también a mí. Entonces, comencé a correr de vuelta a mi casa, donde no me podía agarrar.
Él bajó del auto y comenzó a perseguirme hasta que me agarró por la cintura, levantándome del suelo para llevarme a su auto como podía mientras que yo me intentaba escapar de su agarre.
- ¡Basta, Angie!
- ¡No quiero!- y entonces me soltó.
- Basta, vamos a casa, ¿Vale? Luego hacés lo que quieras, como siempre.
Le miré molesta, pero me dejó y se fue al auto sin decir nada más. Me giré para seguirle con la mirada, pensando que podría volver a correr a mi casa, pero acabé por dejar de hacer boludeces e irme con él.
Me subí a su auto y me llevó en silencio hasta la casa de mis viejos. Bajamos y al entrar, mis dos hermanos y mis viejos estaban en el salón esperando.
- Angie.
- Hola.
- ¿Es verdad?- preguntó directamente mi viejo, haciéndome bajar la cabeza, recordándome a mis tiempos de adolescente cuando también se molestaba conmigo.- Angie.
- Sí, es verdad.
- ¿Por qué faltas a la facultad?
- Porque...- levanté mi cabeza para mirar a Santino, que desvío su mirada porque al parecer está vez no me iba a ayudar.- Porque duermo en casa de Mauro y...y me cuesta dormir, no sé, duermo tarde y siempre estoy cansada.
- ¿Por qué no dormís en tu casa?
- Porque no...no puedo, se me hace pequeña.
- ¿Pequeña?
- Sí, no sé, me da pánico yo...
- Tuvo un ataque de pánico y le pasa lo mismo que a mí al principio, pero no quiere ir a ningún psicólogo.- añadió Miguel, tomando la atención de mis viejos.
- ¿Es verdad?
- No lo necesito.
- Angie.
- ¿Es por él?
- No, no es por él.
- ¿Y por qué suspendes?
- Porque no estudio.
- ¿Por qué...?
- Porque no quiero, no puedo tampoco, me despisto.
- Por él.
- Papá.
- Basta, se acabó, no aguanto más, te di un chance y no la agarraste.
- ¿Y qué? ¿Me vas a prohibir verle?
- No, no puedo hacer eso, sos mayor para saber qué tenés que hacer y que unos estudios valen más que un pibe, pero no tenés mi aprobación a partir de ahora y sabés que es eso.
- Antonio...- mi madre le miró y yo bajé mis ojos al suelo de nuevo, sintiendo un nudo en la garganta.
- No estoy orgulloso de vos, Angie, me has roto el corazón con todo lo que has dicho. Secretos y más secretos y lo peor es que no hacés nada para arreglar las cosas, sólo te dejaste llevar hasta que acaben contigo.
- Papá.
- Y no sabés decir que se acabó, así que al final todo termina sin que vos quieras, sin que te des cuenta de que es lo mejor.
- Basta.
- Y no quiero que vuelvas cuando se te acabe la plata, no quiero verte si vos seguís haciendo pelotudeces. Sos mayor, Angie, acéptalo y aceptá las consecuencias de lo que hacés.
Levanté mi mirada finalmente para verle e inspiré con fuerza, sintiendo que estaba a punto de llorar como una nena.
- Ahora andá y vuelve con Mauro, igual él te mantiene cuando todo acabe.
- Basta.
Santino intentó pararle pero ya estaba todo dicho y no hacía falta quedarme más, así que salí de la casa sin decir nada, cabizbaja hasta que salí a la calle. Llamé a un Uber y volví a mi casa.
Cuando llegué, estaba allá Mauro, esperándome en la puerta. Le miré y él también a mí, sonriéndome.
- Llegamos tarde a casa de Coscu.
- Está bien...
Le sonreí levemente y se acercó a besarme por un corto tiempo antes de abrazarme. Unos minutos después en silencio, sólo con él fumando y yo mirando a otro lugar, llegó un Uber que él parecía haber llamado antes de que llegase.
Subimos y nos llevó hasta la Adolfina, donde Coscu nos esperaba haciendo un directo. Ya todos sabían de nuestra relación, así que no me importaba salir de la mano con él o incluso sentarme en sus piernas mientras que también salía él en la cámara, sólo me costaba hablar, pero tampoco hacía falta porque prefería escuchar.
A mí cabeza vinieron algunas escenas de que yo no era la primera en salir en un stream de Coscu con él, pero rápido me deshice de esos pensamientos dañinos. Pero vinieron todos, como la conversación de mi viejo.
Agarré entonces mi celular y vi unos mensajes de Santino.
Santino😂❤️
Angie, volvé.
Por favor.
Dale.
Angie.
No podés dejarte.
Yo te quiero ayudar.
Dale.
Angie por favor.
Si lo dejás todo ahora después no habrá nada.
Te ayudaré.
Angieee.
Me callé, tampoco le contesté, sólo lo ignoré y esperé a que Coscu terminase para irnos.
Por suerte, no había que esperar ningún Uber y uno de los pibes que había allá nos dejó su auto con la promesa de devolvérselo bien, ya que mañana tenía que ir por mi zona y así podría tenerlo otra vez.
Nos subimos y yo comencé a manejar. Ya cerca de mi casa, Mauro abrió su riñonera y con la música de fondo comenzó a hacerse un porro. Le miré de reojo y chasqueé la llamada, haciendo que su atención fuese a mí por unos segundos, después me ignoré.
- ¿Podés no fumar conmigo acá?
- ¿Desde cuándo estás así?
- ¿Así cómo?
- Antes no te importaba.
- Antes era antes.
- Bueno, llego de viaje y ya estás como loca.
- Mauro, no fumes, listo.
- ¿Te digo yo a vos lo que tenés que hacer?
- Cuando lleguemos fumas lo que quieras, pero ahora no.
- ¿Por qué?
- Porque me ahogo, Mauro, me ahogo.
- Dale, contame por qué, a ver.- sonrió y me ignoró, poniéndose el porro en la boca para prenderlo.
- ¡Basta, Mauro, te dije que no!
Intenté quitárselo, pero se apartó y sin darme cuenta giré el volante. Por suerte, reaccioné y frené para que no nos fuéramos mucho de la carretera.
- ¡Tarada! ¡¿Qué hacés?!
- ¡Te dije que no lo hicieras!
- Vos no me decís a mí que hacer.
- Entonces fuera.
- ¿Fuera?
- Sí, fuera del auto.
- ¿Perdón?- sonrió y después rió.- Que graciosa que sos.
- Mauro, es posta, fuera.
- No.
- ¡Mauro!
- Dale, tarada, manejá.
- Entonces me bajo yo.
Me miró confundido y yo salí del auto como dije, comenzando a andar, oyendo de fondo como abría su puerta también para salir.
- Angie.- me llamó, pero no frené hasta que me agarró del brazo para darme la vuelta.- ¿Qué mierda te pasa?
- No puedo, Mauro, no puedo.
- ¿El qué?
- ¿Sabés porque no puedo oler nada de marihuana sin querer vomitar? Porque mientras vos estabas en uno de tus shows o con otra mina yo estaba fumando y bebiendo en un boliche antes de irme con un pibe.
- ¿Qué?
- Pero vos tranquilo, porque al final no pasó nada.
- ¿De que estás hablando?
- ¡De que no puedo, de que no confío en...en nada!
- Angie.
- ¡Tuve un ataque de pánico, Mauro! Pensé que te había engañado.
- ¿Me engañaste?
- Yo...me desperté pensando que me había costado con un pibe, fumada, pero yo no...
- ¿Lo hiciste?- su cara cambió de confusión a enojo.- Angie, ¿Lo hiciste?
- ¡No, no lo hice! Pero ya sé que te importa más eso que como estaba.
- Angie.
- No, Mauro, no aguanto mi casa, es entrar y recordar todo y verme de nuevo buscando vídeos de vos en algún boliche con las otras minas o ignorando tus llamadas porque no quería oírte.
- ¿Por eso estás así?
- Y vos tampoco ponés de tu parte.
- ¿Es joda? ¿Qué querés que haga?
- No sé, Mauro, no sé.
- No sabes nada.- sonrió y negó con la cabeza.- Vos no sos la Angie que conocí.
- Bueno, entonces andate.
- ¿Eso querés?
- No se nada has dicho, ¿No? Dale, andate y déjame.
- Angie.
- No, Mauro, no estudio por vos, porque no puedo pensar en más cosas. No voy a la facultad porque...
- Porque no querés
- No.
- No, claro, la culpa es mía.
- No.
- Siempre dándole importancia a los estudios.
- Otra vez igual.
- No sabés hablar de otra cosa.
- Porque soy estudiante, Mauro, si querés andate con otra mina que no estudie, que sólo baile y lo haga bien, ¿Qué querés? Parecía que no te importaba antes.
- Será porque no estábamos en una relación.
- ¿Querés romper?
- Me has ocultado todo esto por mucho tiempo.
- ¿Y? Vos también me ocultas cosas.
- Angie, ya hablamos también de esto.
- ¿De que exactamente? Porque ya no distingo, sólo discutimos y tenemos sexo.
- ¡Dale, Angie, pará de hacer boludeces y vámonos! ¿Qué querés? ¿Qué te diga que soy el malo? Dale, listo, ya lo dije, vámonos
- ¿Viste? Sólo te importa lo que pienso de vos.
- ¡Angie!- de nuevo, me paró cuando quise irme.- ¡Basta, me estás volviendo loco pero ya no se si es porque te quiero o no te aguanto!
- ¡Entonces ya está, rompemos!
- ¡Después de todo lo que me has ocultado lo tengo bastante fácil!
- ¿Qué hubieras hecho si te lo digo, eh? Ya sé, ya sé...¡Hubieras preguntado si te engañé cincuenta veces y otras cincuenta si lo haría en un futuro!
- ¡Pues no sé, Angie, no sé si querías!
- ¡¿Te estás oyendo?!
- ¡Perfectamente!
- Vos tampoco sos el Mauro que conocí...
- Entonces no nos conocemos.
Le miré en silencio, sabiendo que significaba todo esto, al igual que él. Los dos habíamos estado en esta situación antes, los dos sabíamos que era lo siguiente y aunque lo odiabamos, había explotado y él tan sólo siguió mi honda expansiva.
Al final, todo se hizo una bola que sin darme cuenta, nos llevó por delante.

Piensa En Mí (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora