Capítulo 2: La oscuridad en el espejo.

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"Si miras mucho tiempo dentro del abismo,

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"Si miras mucho tiempo dentro del abismo,

el abismo también mira dentro de ti."

—Friedrich Nietzsche

Algunos dicen que el destino está escrito, que no importa si crees que vas en dirección opuesta, al final resulta que así debía ser y que, por lo tanto, toda decisión que parezca un error, no es más que una herramienta para acomodar la pieza correspondiente en su lugar.

Otros prefieren creer que la vida no es más que una sucesión de decisiones y consecuencias, y en este momento no sabía exactamente qué creer. La primera me hacía preguntarme cuál era el propósito del dolor, ¿cómo se supone que algo que duele puede hacerte más fuerte?, mientras que la segunda opción...me hacía sentir como una estúpida. No soy más que una niñata ingenua que pensó que un villano podía convertirse en príncipe.

Pensé que las palabras de Germán guardaban sinceridad en ellas cuando decía que era diferente al resto de chicas con las que había salido porque yo sí era divertida y eso me hacía especial. Todo marchaba bien, Germán yo pásabamos horas platicando sobre películas de Marvel, yo lo escuchaba atentamente porque según me dijo, eran sus favoritas, incluso, decidimos trabajar juntos en el proyecto final de física II, obteniendo un diez perfecto en el diseño del prototipo, pero...eso era lo único que él quería. A decir verdad, deseaba más que eso, si no fuera por aquel mensaje telefónico de la persona menos pensada.

"Hola, hermosa."

"Disculpa, ¿quién eres?

"Soy Ámber, pero eso no importa, sólo vine a abrirte los ojos."

[Imagen]

"Creí que eras lista, pero ya veo que no.

¿De verdad creíste que una Marimacha podría gustarle a Germán?

Aunque, seguramente si debe de estar agradecido porque lo ayudaste a acreditar Física.

Que ingenua, florecita ☹"

¡Así es! Germán sólo me estaba utilizando para acreditar física. Ámber me había mandado una foto de él besando a otra chica. En ese momento lloré porque me dolió darme cuenta de que no todas las personas tienen buenas intenciones como esperaba, y sobre todo, porque quizá eso era lo único que veían en mí, nada más que una calificación.

Mi hermano Toño y yo cenábamos solos porque mamá aún no llegaba de trabajar.

—Mmmm... — se saboreó mi hermano. —este arroz ha quedado delicioso. Ya nos podemos casar.

–Cásate tú si quieres, yo aún soy un bebé. — refuté, intentando sonreir.

–Tienes razón. – arrugó la nariz. – mejor vayamos a máster chef.

—Sí, claro, para que machaquen mi corazón porque no me salió bien la salsa...paso.

Puso los ojos en blanco.

El recuerdo de Danielle ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon