Capítulo XL

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El taxi paró y nos bajamos, era un local que se encontraba cerca de mi secundaria en donde habíamos venido antes con Richard, en  mi mundo claro, era un lugar muy bonito, muy elegante también, ahora entendía porque nos habíamos vestidos tan formales. Entramos y caminamos a una mesa del segundo piso algo alejada de la ventana a la cual nos guió un camarero, a penas llegamos me di cuenta que había mucha gente que no conocía, también estaban ahí Ángel y Samantha, fue entonces que Jennifer me presentó a sus distintos familiares que habían llegado hoy para esta celebración, diciendo que era hija de una amiga muy cercana a ella y que venía a verla de vez en cuando pues no vivía aquí; mientras ellos hablaban yo solo lo buscaba a él pero por más que lo hacía no lo veía en ninguna parte.

-Se parece mucho a tu amiga que falleció hace años atrás- dijo la mamá de Jennifer, yo quedé mirándola algo asustada- Nadia creo que se llamaba-.

-Sí, también lo he creído al verla, casualidades de la vida- comentó mirándome y sonriéndome para tranquilizarme- Ven hija, siéntate aquí a mi lado-.

Durante un tiempo todos hablaban, de vez en cuando se dirigían a mí y yo les contestaba pero intentaba no meterme mucho en la conversación, Richard desde pequeña me había criado con ciertas reglas, entre ellas no entrometerse en conversaciones con personas ajenas. Ángel me observaba, él sabía que yo estaba esperando a Félix y las ganas de preguntarle si él sabía algo, cada minuto se agrandaban.

Ya estaba dándome por vencida de pensar en que llegaría cuando lo vi aparecer y toda la familia lo saldó con gran énfasis pero no fue eso lo que me sorprendió sino el verlo llegar de la mano tan sonriente con Franccesca, unos celos me invadieron en ese mismo momento, estaba infringiendo nuestro trato de que solo saldría con ella para que pensaran que salía con ella pero no la trataría con tantas muestras de cariño ni esas cosas, ¿por qué la traía de la mano?. Lo miré  largo rato para hacerle notar que me sentía molesta y pedirle una explicación pero aun cuando estaba sentado en frente mío no lo hizo, Ángel me observaba con ternura y estaba entendiendo todo lo que sucedía, sabía que me sentía incómoda, lo miré pensando que el sabría explicarme pero él solo me sonrió para tranquilizarme, tras unos minutos de conversación sirvieron la cena, Jennifer se levantó haciendo un "brindis" antes de comenzar a comer, al terminar Félix se levantó e interrumpió.

-Antes de cenar quiero hacer también un "brindis", primero quiero felicitar a mi hermana por todo el esfuerzo, estoy muy orgulloso que haya conseguido entrar a mi misma universidad y segundo, aprovechando que está toda la familia reunida, les quiero presentar a Franccesca, mi novia-.

Mi rostro palideció al instante y perdí completamente las ganas de comer, una angustia lleno mi corazón y apareció un dolor muy grande en el pecho, las ganas de llorar las tenía atascadas en mi garganta a punto de salir, sentía que esto era un pésimo mal entendido; todos comenzaron a felicitarlos muy felices, busqué sus ojos por si me daba alguna mirada, pero ni si quiera un "lo siento" apareció en sus él, aproveché que la atención estaba completamente en ellos para levantarme y salir en silencio de ahí, yo solo quería irme lo más lejos posible. Logré salir del lugar sin que nadie me frenara, comencé a caminar hacia la dirección que yo conocía de Auckland, estaba muy oscuro y hacía mucho frío tal como si el invierno hubiera llegado.

-¡Amira, espera!- era Ángel quien se encontraba tras de mí- yo te llevo a casa si quieres, pero no vayas sola, te puedes perder- claro, él no sabía que yo ya conocía por estos lados.

Me giré y al verlo rompí en llanto, me saqué los tacones, me tapé el rostro y comencé a correr desesperadamente a dónde sabía que me sentiría mejor, corrí y corrí hasta que logré llegar, la bahía de la misión era la playa más bonita de Auckland, había venido con mis amigas unas cuantas veces en las vacaciones desde que había llegado a esta ciudad y como esperaba había algo de paz, lo suficiente para este momento, aquí me sentía más acompañada aun cuando estaba sola, este lugar me hacía sentir a mi familia y a mis amigas a mi lado. Caminé a la orilla mirando cómo se movía el agua y con el dolor de mi alma lo decidí.

-Esto no es un sueño, es una gran pesadilla y ya no quiero más, basta de juegos, basta de dejarme engañar, es tiempo de cambiar el rumbo de mi vida, por más que me duela, debo dejarlo ir, no es la persona que yo esperaba, es prohibido, yo lo sabía- grité tan fuerte como podía para sacar todo ese sentimiento de mí, miré hacia mi muñeca y la rabia que sentía en ese momento me dio la fuerza para lanzar la pulsera al mar, cayendo  muy lejos de mi vista.

No podía más, me sentía rota, me tiré en la arena sin importarme el frío que podía sentir y simplemente lloré, lo hice hasta que tuve la fuerza para levantarme y caminar, tomé un taxi y llegué a casa, subí a mi habitación rápido, no sé si había alguien en casa pero no me importaba nada más, me saqué el vestido y lo dejé con una tarjeta de agradecimiento y de despedida para Jennifer, me dolía tener que dejar una parte de mi vida por un error, entonces me acosté, abracé la foto de mamá buscando un poco de calidez y llorando llegó un momento en que me dormí.

El chico de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora