64. me muerdo la lengua y quemo mi sueños

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Juliana caminó hacia la casa de su mamá, arrastrando los pies por el suelo.

No podía evitar recordar una y otra vez la mirada decepcionada de su jefe cuando llegó tarde, sin una buena excusa, y después de cuatro días de descanso. Era vergonzoso, ella lo sabía, y recién había comenzado a trabajar allí. Sabía lo fácil que era conseguir una mala reputación. Solo podía esperar que olvidaran el incidente y la conocieran por su buena ética de trabajo y no por este único error.

No pudo evitar tampoco sentir un poco resentimiento hacia Rafa y Ángela por convencerla de que se fuera de fiesta. E igualmente estaba enojada con Valentina por haberla empujado a irse en primer lugar, pero en el fondo, estaba enojada consigo misma. Las cosas se estaban cayendo a pedazos y era culpa suya.

Llamó a la puerta y un momento después Panchito la abrió.

—Hey.

—Hola, Juliana. 

Panchito le dio un pequeño abrazo y Juliana se lo devolvió por instinto.

—Pasa, estás en tu casa. 

Dio dos pasos adentro antes de ser abordada por su madre.

—¡Juli! ¿Qué pasó ayer?

—Mamá, ya hablamos—

—No hablamos nada.—su mamá bajó la voz.— Me dijiste que tu y Val se pelearon, eso sí, pero ¿porqué? Además, Valentina me escribió preocupada porque no le contestabas los mensajes, me dijo que le dijiste que venias para acá y acá no estabas. ¿Dónde andabas?

Juliana suspiró.

—Estaba con Rafa, de la uni. ¿Te acuerdas?

—Si. ¿Y porque no le dijiste a Valentina donde estabas?

Juliana se encogió de hombros.

—Se me pasó—dijo con honestidad.

Su mamá frunció los labios.

—Juliana, Valentina es muy buena muchacha—dijo con severidad. —Andar mintiendo cuando uno está en una relación no es bueno.

Era casi cómico. 

Érase una vez, habría matado por su madre para defender a Valentina, para darle un consejo sobre su relación porque le importaba mucho que se mantuvieran juntos y felices. Era casi divertido, pero estaba cansada de ser la culpable de todo, así que simplemente no estaba de humor.

—Mamá, ya. Iba a venir para acá, pero luego Rafa me llamó, y cambie de opinión. Dejalo.

Lupe la miró, y luego suspiró.

—Bueno. Después hablamos. Ve a sentarte con los niños. Andale.

Juliana frunció el ceño. Camino los pocos pasos hasta el sofá, y efectivamente vio a los hijos de Panchito en la mesa del comedor.

Los saludó con la mano, y se sentó en el sofá.

—A ver chamacos, ¡vamos! —llamó Panchito, y los 3 niños se sentaron en el sofá a su lado, apretándola.

Panchito y Lupe se pararon delante de todos ellos, tomados de la mano y con extrañas sonrisas en sus rostros, y Juliana se sintió muy fuera de lugar. 

—Tengo...tengo noticias. — Su mamá se pasó la mano por el cabello. —Panchito y yo tenemos noticias.

Un sentimiento muy extraño se instaló en el estómago de Juliana.

—Estamos esperando una bendición —dijo finalmente Lupe, poniéndose la mano en el estómago.

Dentro de la cabeza de Juliana no había nada más que ruido blanco.

De Aquí A La Luna || JuliantinaWhere stories live. Discover now