3. Childhood

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La mano sostiene el lápiz con fuerza mientras traza las líneas que se unen de un lado a otro, apenas elevándolo del papel, un segundo, los ojos en busca del detalle, dos segundos, y de nuevo, armando el dibujo con la sencillez, pero mágica manera de un niño. A Kei no le queda otra (según él) que mirar a Tadashi hacer lo suyo: dibujar y pintar, pintar tanto que los colores se mezclan, se enciman, endulzan, apagan, reviven y brillan. Kei se asombra a todo sin demostrarlo, vagas veces expresando su opinión, pero sin duda aportando sus comentarios cuando Tadashi pregunta por eso o aquello o sobre qué piensa. Ciertamente, los últimos días han seguido ese patrón, de preguntar y responder, pues pocas palabras han querido salir de su boca, al menos a voluntad.

Kei no se siente con mucho ánimo, no como para expresar todas y cada una de sus emociones. Y considerando que ya era tranquilo antes de la desilusión, ahora es silencio y labios fruncidos. Por otro lado, Tadashi estaba allí cuando todo el asunto pasó así que, aunque no hayan hablado sobre ello, sabe lo que Kei está haciendo. Y le está apoyando, pese a que es él (Kei) quien, más o menos escondiéndose de su familia, desde hace días se ha invitado continuamente a pasar las tardes con Tadashi.

Desde que son amigos, según recuerda durante diferentes ocasiones, Tadashi siempre ha encontrado algo en el dibujo. El chico es por demás tímido, pero todas las aficiones parecen perderse, olvidarse o destruirse cuando toma algún lápiz, completa las formas o colorea otras.
A parte del voleibol, luce como una actividad que realmente disfruta. Kei, sin querer, lo sobre piensa.
De todas formas, ha llegado hasta este punto sin esperarlo, los primeros tres días solo quería olvidar los frescos recuerdos de su hermano, empero rápidamente la excusa se diluyó: genuinas han sido las ganas de disfrutar la compañía de Yamaguchi (más horas de lo habitual).

Pese a todo, el drama ya tibio casi como fuego recién apagado, Kei sigue con el voleibol, pero sin el ánimo que solía tener, además de que no le agrada a nadie y a él nadie le agrada, excepto Tadashi, que se pega a él así que van en dúo de acá para allá, cual paquete completo o nada.
La entrenadora ya se ha dado por vencida, pues en el momento que se da vuelta el tímido (mas nada tonto) de Tadashi regresa a su lado y ahí van, el balón de voleibol de un lado al otro y por supuesto que quien quiera que estaba emparejado con Kei es olvidado, desplazado: pies arrastrados y buscar otro compañero.
Otras veces Kei es el que se siente con ganas de hacer lo que quiere y (una vez que por fin Yamaguchi se ha quedado en su lugar, obediente) va exactamente hacia su mejor amigo, quien le recibe con una usual sonrisa y aunque no parezca, Yamaguchi no es tan inocente pues en algún punto también le esperaba.
Y suceden así un par de consecutivos regaños hasta caer en cuenta que no pueden ser separados. La autosuficiencia de Kei, a tan corta edad, es altísima.

Entonces se forma una rutina; colegio, voleibol y el resto del día de vuelta en casa de Yamaguchi, de nuevo dibujando, pintando (Kei mayormente siendo espectador), otras veces retomando el voleibol en el patio, o estudiando juntos, completando tareas o, si la pereza abunda y las tareas escasean, mirando la televisión mientras se escapan tres o cuatro risas, hasta que la tarde oscurece, los recipientes de la merienda ya vacíos, el clima se enfría y hay que regresar. El lado bueno, Kei vive cerca y Tadashi junto a su mamá (que siempre se alegra de verle y siempre les está cuidando) le acompañan para darle la seguridad al trayecto.
Kei se acostumbra enseguida, pronto son tantas las cosas por hacer que las horas se tornan insuficientes, y sinceramente no recuerda, pero con sencillez, con inocencia, percibe la misma sensación que en algún momento sintió al darse cuenta que Tadashi era su mejor amigo: ahora la certeza de haber encontrado su segundo hogar.

Largos minutos pasan en lo que él desvaría, observa los desordenados arcoíris, un lápiz girando entre sus dedos.

— Tsukki — llama la voz que con confianza le ha puesto ese apodo tan molestamente cariñoso. Kei le da su atención enseguida. Sin embargo, la confusión le deja quieto en su lugar.

— ¿Qué haces? — pregunta pese a ser obvio que Tadashi le está enseñado el dibujo para que lo tome.

— Ten — dice simplemente.

Kei lo toma, pensando que quizás quiere su opinión: si le gusta o no, pero tan pronto como lo procesa entiende que Yamaguchi le cede el dibujo: se lo está obsequiando.

— ¿Para mí? — pregunta, igual, asegurándose.

Es una tontería, es infantil, es tonto, tan tonto, tan vergonzoso, tan... lindo.
Un tonto dinosaurio de colores. No hay manera de que haya existido... Kei agradece en voz baja, casi un murmullo.

Tadashi se ríe porque le conoce, pues si Kei está escondiendo la mirada es porque se está sonrojando. Y bueno, las muestras de afecto y admiración le hacen arder la cara como esa vez que Yamaguchi simplemente le elogió las zapatillas de voleibol, apenas la segunda vez que se veían.

La risa continúa, deslizándose dulce como la miel, y Kei, adulto, de repente abre los ojos. Pálido y oscuro el techo.

Ah.

Un sueño.
Que en realidad es un recuerdo.

El despertar es perezoso, sin embargo, ningún detalle se pierde en su memoria. Está acostumbrado, puesto que ya varias veces los recuerdos de la infancia le han buscado y encontrado en los sueños, tropezando de casualidad como si la vida diaria llena de otras ocupaciones no tuviera tiempo para los pequeños detalles que al parecer aún guarda en su cabeza, que atesora, que al abrir los ojos y recordarlos le calienta el corazón; y el día, apenas empezando, mejora.

No obstante, ahora mismo, todavía es muy temprano. El sol ni se ha asomado y el mundo está calmo y silencioso. El peso a su lado se remueve. Es Tadashi, que tiende a abrazándole como si fuese una almohada, y hoy no es la excepción. Así que Kei se acomoda, mirada borrosa pero el sueño lúcido, y vuelve a dormirse con la convicción de otro agradable despertar.

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Lamento que no sean capítulos largos, pero me enteré de la week apenas unos días antes jajaja😔

Gracias por leer💕

Días de invierno - Tsukkiyama week 2020Where stories live. Discover now