𝐉𝐎𝐊𝐄𝐒 || 𝐁𝐚𝐧𝐠 𝐂𝐡𝐚𝐧

CINCO; JOKES

Pasaron los días y aunque suene muy mal lo que diré, es la mera verdad.
Conforme fui molestando cada vez más a Reagan, se me hizo de lo más fácil hacerlo cada día.

Algunas veces solo tiraba sus cosas de la mesa sin disculparme, otras veces "accidentalmente" se me caía el agua en su arroz perfectamente hecho desde casa.

Aunque sean bromas muy infantiles según Kaira, me gusta ver que me presta atención de esta manera.

La semana pasada la escuché mencionar mi nombre por los pasillos. Le platicaba a su amiga que yo era un imbécil.
Al principio dolió su insulto, pero pronto capté que estoy consiguiendo lo que siempre quise.

—Ey, ¡despierta!— me dio un codazo en el hombro.

La miré mientras me quejaba —¿qué quieres?

Me enseñó su celular en lo que llegaba la maestra de la clase que tocaba ahora —¿te gusta este vestido?

Inspeccioné la prenda que me prestaba Kaira.

Primero vi el color. Era algo así como... ¿menta? No soy bueno aprendiéndome nombres de colores, así como las chicas distinguen los tonos de su maquillaje y todo eso.

Fruncí el ceño, el color no era de mi agrado.

Luego vi el escote, demasiado para mi mejor amiga, la que usualmente usaba pans y camisas que le llevaban casi a las rodillas.

Por último la altura, esa estaba bien. Era un poco más arriba de las rodillas. Me gustó solamente eso.

—No me gustó— dije sin más.

—Ay.

Miré de reojo su expresión y supe de inmediato que estaba decepcionada de mi respuesta.

Chasqueé la lengua —¿para qué quieres un vestido a esta altura del ciclo?— la miré atento.

Kaira mantenía su vista completamente en su celular. Tardó en responder, pero por lo menos lo hizo.

—El baile— hizo una pausa para mirarme —el baile de fin de curso, idiota.

Suspiré —falta mucho para eso— reí burlonamente.

—¿Ves que estoy comprando por línea?— rodó los ojos —los pedidos no llegan rápido. Si no sabes, no opines.

Me encogí de hombros.

De pronto Reagan entró por fin al salón.
Su mirada se posó en mí por unos segundos, hasta que solo la vi hacer una mueca.

Sonreí ante eso.
Me levanté y la seguí hasta su asiento.

—Hola— dije recargándome en la mesa.

Se sentó y me miró seriamente —¿ahora que quieres?— se cruzó de brazos y se recargó en el respaldo de su silla.

—Que me ames— dije sin intenciones de hacerlo.

O sea siempre lo pienso, pero me da vergüenza decirlo. Hasta que escuché su carcajada fingida y me di cuenta de lo que había dicho.

—¿Piensas que te amaré? ¿Después de tus estúpidas bromas?— rió a todo pulmón —¿es otra broma acaso?— se tornó seria.

Tragué saliva cuando noté que ahora todo el salón me veía. Incluyendo a Kaira, que por más que ya hablamos sobre mis bromitas hacia Reagan, ella sigue en disposición de golpearme cada que la moleste.

—Christopher— se levantó para quedar a mi altura —jamás podremos ser algo. Te diré porque— sonrió de una manera distinta, como cuando tiene razón en todo —tu oportunidad la echaste a la basura... desde que me comenzaste molestar, con tus infantiles bromas— escupió con toda la seriedad del mundo.

No sabía que responder ahora ante eso.
Solo sentí como Kaira me jalaba y me hacía sentar en mi lugar una vez más.

Durante toda la clase me mantuve callado, mi mejor amiga tampoco me hablaba.
Y durante el receso, ella puso la excusa de que tenía algo importante que hacer.

Ya sabía que estaba enojada, pero mi mayor preocupación no era esa, si no el que Reagan me dijo que antes tuve una oportunidad con ella, y yo jamás me di cuenta.