Oscuridad, un ruido a latido de corazón me despertó y me obligó a abrir los ojos.
“¿Donde estoy?"
Lo primero que ví al despertar es el techo, blanco con manchas de humedad que le hacen parecer sucio. Bajo la mirada y observé un cuarto, pequeño, como de 6m². Mire mi cuerpo y me encontraba en una cama un poco incómoda, sin almohada y con muchos cables que no me dejaban morverme.
Miro alrededor y al lado mío veo a un hombre, como muy mayor, se ve que tiene unos 40 años de edad o más, con una barba mal cuidada, unas cejas pobladas, con anteojos, camisa de manga larga, estába dormido en una silla en una posición muy incómoda para su espalda.
"¿Quien es ese hombre?"
No recordaba haberlo visto alguna vez, ni recordaba como había llegado ahí yo, es más ... No recuerdo ni quién soy...
“¿Quién soy?"
Mil preguntas abundaron en mi mente, estaba muy confundida, y adolorida. Tenía la sensación que aquel hombre podría responder mis preguntas, así que tenía que despertarlo.
"Debo despertarlo"
Con mucho esfuerzo intenté sentarme, ayudándome con un tubo que tenía al lado pude lograrlo muy despacio. Lentamente puse ambos pies en el helado suelo para entonces intentar ponerme de pie.
Yo intenté pararme pero... No lo logré, no tenía equilibrio, lo intente una vez más y no pude.
Me volví a sentar en la cama frente al hombre dormido, y se me ocurrió en hablarle.
—hey—Una palabra tan suave, ronca y que me costó tanto pronunciar... Pero muy débil y no logré despertarlo.
—Disculpa— Con un poco más de claridad y esfuerzo, peor aún así lo pronuncie muy débil, me dolía la garganta, y la sentía tan seca. Pero lo intente una vez más
—¡Oyes!— Me esforcé tanto que me dolió muy feo la garganta y enseguida puse mi mano en mi garganta por el dolor. Pero tal esfuerzo valió la pena pues aquel hombre despertó.
—¡¡Evelyn!! ¡¡Despertaste!! Enserio que alegría me da, por Dios gracias—
El hombre se acercó a mí muy contento y me confundía más, estaba casi llorando de la alegría y agradeciendo a Dios por mi despertar. Me sujeto suavemente mi mano y me la beso.
—P-Pero dime ¿¿cómo te sientes?? ¿Te duele algo? ¿Cómo estas? Ay por dios, me alegra tanto que estés despierta, pero anda ya dime, ¿cómo estás?—
Sinceramente no sabía que responder a tal pregunta, me sentía tan confundida y más ante su reacción, pero tenía que responder. Suavemente y algo bajito dije:
—Estoy bien, me duele un poco mi garganta y el cuerpo pero, nada más— —Enserio me alegra tanto, de verdad es un verdadero milagro, yo rogaba tanto por...—Interrumpi al hombre antes de que pudiera terminar de hablar —¿Puedo hacerte una pregunta?— —Oh si, la que tú quieras mi amor— —¿Quien... Quien eres?...—
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