—Debera tener los cuidados adecuados con ella— Le aclaro el doctor al hombre que aún yo no sabía quién era —claro... Cómo?— —Debera estar en hospital por algunos días mientras sus heridas se sanan y la den de alta, de ahí deberá estar en su hogar supervisada casi todo el día, no recuerda nada así que como una niña habrá que enseñarle a hacer las cosas habituales- -Si... Entiendo... ¿Pero como es que puede hablar?—
—Perdio sus recuerdos, no sus capacidades del cerebro, puede hacer las cosas que el ser humano hace normalmente, hablar, comer, respirar, pero en otras debe ser apoyada por un guía— —¿Un guía?— —Una persona que la asesoré y le enseñe las cosas básicas— —Puedo hacerlo yo, no hay problema—
—Le recomiendo que sea un supervisor que se dedique a ello, podría hacerlo usted pero para mejores resultados lo mejor es que lo haga un profesional— —mmm comprendo, gracias doctor— —Recuerde que ella está confundida y no sabe quién es o con quien vive, tiene muchas preguntas, así que no la agobie—
El doctor me miró y me sonrió y me dijo
—Se que tienes muchas dudas, te aseguro que todas tendrán su respuesta con tiempo, perdiste todos tus recuerdos y es una pena, pero eres joven y tienes una vida por vivir— —emm... Si, gracias—
Le dije aún confundida pero ya al menos supe porque no sabía nada, perdí mis recuerdos... Que triste...
—Tus dudas como tu edad, nombre, en dónde vives y eso, puedes hacérselos a tu padre— Me dijo el doctor sonriendo —Mi...¿Mi padre?— Conteste sorprendida —Si, este señor es tu papá—
Señalando al hombre de barba que me miraba con ojos llorosos y pero tratando de tener una sonrisa
—Te dejaré a solas con el, tengo que ver a otros pacientes— —mmm, si, gracias— —Muy bien señor Ruvalcaba, cualquier duda o emergencia avíseme a mi o a alguna enfermera, que tenga un buen dia— —Si, muchísimas gracias doc, buen dia—
El doctor salió de la fría habitación con un paso rápido dejando un ambiente incómodo y silencioso entre aquel hombre que al parecer era mi padre...
No sabía que decirle, no sentía afecto alguno por el, no lo conocía, pero comprendía el porque, pero fingir amor no es opción...
Entiendo que puede ser duro para el que su hija, supongo, lo trate con tanta frialdad, pero la más confundida aquí soy yo, no hay más, yo soy la que no recuerda ni siquiera... Nada, nada...
Estuvimos en silencio durante unos minutos.
Hasta que se rompió aquel tenue silencio con la voz de agrietada de aquel hombre barbudo.
—Supongo que tienes muchas preguntas—
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