『Pedidos CERRADOS』
Vivimos rodeados de historias, algunas buenas, otras malas. El problema básico es que no ponemos la suficiente atención para notarlas.
Bueno, creo que es hora de que escribamos nuestras propias historias.
||Esta es una historia or...
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AhnHyeJin es el nombre real de Hwasa:
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No estabas segura de cuánto tiempo más podrías aguantar en esa situación. Llevando a cabo ese engaño que terminaría por lastimar a la persona que menos lo merecía, sin embargo, aún no podías parar, no cuando tus padres comenzaban a aceptar a la comunidad LGBT+ gracias a, tu amiga, HyeJin.
—Cariño ¿Aún no terminas? —Preguntó tu novio asomándose por el marco de la puerta—. Puedo ayudarte, si quieres. Sabes que a tu madre no le gusta que tardemos más de media hora.
Te encantaba YoonGi. Sinceramente era más de lo podías pedir, piel blanca, manos grandes, voz ronca y grave; era serio pero siempre que te tenía solo para él mostraba lo cariñoso que podía llegar a ser. Atento pero sin llegar a hostigar, con detalles románticos muy de vez en cuando.
Muy probablemente por ello fue que aceptaste ser su novia. Porque su fobia social le hacía no tener tanto contacto físico, alguno que otro beso, si sentías su erección simplemente le decías que querías esperar hasta el matrimonio.
Sí, claro, por eso HyeJin se metía casi todas las noches de la semana a tu cama para quitarte la ropa como si en verdad fuera un verdadero estorbo.
—Solo termino de ponerme brillo —murmuraste regresando tu mirada al espejo.
Eras una hija de puta, la verdad. Tenías remordimientos, sí, porque todos los días los rasgados ojitos de Min te miraban como si fueras la mejor existencia del universo. Y cada vez que tú le sonreías solo podías pensar en lo hermosa que era HyeJin.
Porque sí. Solo estabas con Min YoonGi para esconder tu verdadera sexualidad. Para esconder que tu verdadera atracción era mejor apodada como "Hwasa". Para esconder que en realidad te gustaban las vaginas y no los penes.
—Te ves hermosa —murmuró abrazándote por la espalda y dejando un beso en el filo de tu mandíbula.
—Y tú tan guapo —contestaste con la mejor sonrisa falsa que tenías. Te separaste un poco para tomar tu bolso y salieron de tu departamento tomados de la mano.
