CAPITULO 29

423 50 21
                                    

(ANA)


-Vale, ahora le preguntamos a Carmen y te mandamos ubicación- dijo Karol antes de colgar- Fernando viene mañana- se dirigió a mi- me ha dicho que había sacado un billete de Ave a Sevilla, que necesitaba vernos urgentemente. He tenido que decirle que estábamos aquí- terminó haciendo una mueca.

- ¿Te ha dicho para qué necesita vernos?

-Nada, sólo que era importante y que no podía esperar. ¡Ah! También me ha pedido que no sea en un sitio público, así que tendríamos que preguntarle a Carmen si le importa que nos reunamos aquí y si no buscar un hotel o algo.

- ¿Viene y se va? ¿No se queda en un hotel él?

-No, dice que después de comer tiene que estar de vuelta en Madrid.

- Bueno, vamos a entrar a ver que nos dice Carmen.


Cuando entramos estaban Carmen y Mimi en la cocina terminando de fregar. Le comentamos lo de nuestro jefe y nos dijo que no había problema ninguno, incluso se ofreció a irse con Mimi por ahí toda la mañana para darnos privacidad, a lo que le contestamos que no era necesario.

-Karol, ¿nos cambiamos y vamos fuera un rato a preparar la reunión?

-Sí, coge todos los informes.


Cuando llegué a la habitación me encontré a Miriam ya metida en la cama, jugueteando con el móvil. Estaba tan sumida en sus pensamientos que no me oyó entrar. Era mi oportunidad, me acerqué lentamente con la intención de darle un susto.


-Ana ¿qué haces? – dijo mirando hacia el suelo, donde yo estaba ya lista para saltar sobre ella.

-Jo Miri, iba a darte un susto.

-Si quieres hago como la que me asusto- contestó riendo.

-No, ya no vale- contesté tirándome en la cama a su lado- es que estabas tan embobada con el móvil.

-Ana, siento decirte que no puedes asustarme.

- ¿Y eso por qué?

-Porque cuando entras a cualquier habitación puedo olerte.

- ¿Tan mal huelo?

-No idiota- contestó riendo- bueno, ahora que lo dices, un poquillo...

-Gilipollas- contesté dándole un golpe en el brazo, aprovechando para dejar mi brazo sobre su cuerpo.

-Es broma, hueles genial y me encanta poder sentirte cuando estás cerca- susurró hundiendo su cara en mi hombro- me relaja.

- ¿Eso es lo que provoco en ti? ¿Relajación? – pregunté cambiando el tono de la conversación, al mismo tiempo que bajaba mi mano al trozo de piel que la camiseta que llevaba le dejaba al descubierto.

-Mmm provocas muchas más cosas- contestó medio riendo- pero estoy intentando ser romántica, no me lo estropees- se quejó.

-Vale, perdón, perdón- dije antes de darle un beso en la frente.

-Lo que quiero decirte es que no sé cómo ni por qué, pero desde el primer día que nos conocimos en casa de Ago me transmites una paz que, sin saberlo, necesitaba. No sé si te acuerdas, pero ese día yo no estaba bien- asentí recordando- fue el día que notificaron oficialmente la muerte de mi abuelo. Pasé un día horrible, Mireya tuvo literalmente que sacarme de casa y encima, no te ofendas- dijo medio sonriendo- pero no me apetecía nada pasar esa noche con dos desconocidas.

Miradas cruzadasOù les histoires vivent. Découvrez maintenant