Anastasia Velour

1.2K 197 128
                                    

—Vamos, Ron, te estás tardando mucho.

—Casi me matan, Harry -ruge Ron desde su escritorio, tecleando rápidamente en la computadora.

—Sólo ven y... me mataron. –exclama Harry sobre la cama de su amigo con la laptop sobre las piernas y la espalda afirmada en el cabecero, en una posición demasiado incómoda para que no le doliese el cuello después.

—Creo que no podré, estoy rodeado. -se queja el pelirrojo.

—Tú puedes, Ron.

—Lo conseguiré, si hago esto... estoy a punto y... me mataron.

—Joder.

—Si no fuera por Seamus que hizo estallar esa bomba.

—Siempre lo hace, ya estoy dudando de que sea sin intencionalidad. -deduce el pelinegro.

—Lo sé. ¿Jugamos otra?

—Vamos por otra.

Los dos se vuelven a acomodar para comenzar a jugar nuevamente, pero no pasan muchos segundos cuando se oyen dos golpecitos en la puerta, seguido de Hermione entrando a la habitación.

—Hola, chicos –saluda la chica, regalándole a ambos una sonrisa. —Tus padres me han dejado entrar, Ron.

—Hola Herms. –saluda el pelinegro.

—¿Qué hay, Hermione? Estamos a punto de comenzar una partida ¿te unes? –pregunta Ron quitándose los audífonos.

—No, no traje mi computadora. –responde, tomando asiento sobre la cama junto a Harry—Creí que iríamos a cenar o a beber algo.

—Iremos.

—¿Iremos? –pregunta Ron, medio en broma.

—Claro, no nos vemos apropiadamente hace semanas–exclama Hermione.

—Yo voto por ir por pizza. –propone Harry.

—Sí, me gusta la idea. –apoya Ron, cerrando el juego en línea. —Necesito olvidarme de los jodidos exámenes.

—¿No los has acabado?

—No, aun me queda un par para la semana que viene.

—¿Has estudiado?

—Como nunca –suspira —Ojalá estuviésemos los tres juntos como en el colegio. Hermione ya me habría hecho responder diez preguntas al azar sobre los temas que entran en el examen.

—Bueno, pero elegimos carreras distintas y ahora estás solo en esto. –le recuerda la chica.

—Es una lástima –comenta, incorporándose y caminando hasta su armario para ir por una chaqueta. —Bien ¿dónde iremos?

—¿Al Caldero Chorreante? –propone Harry, Hermione hace una mueca.

—Fuimos ahí la última vez, ¿Las tres escobas?

—Por mí no hay problema.

—Tampoco para mí –contesta Harry.

El pelinegro busca una chamarra oscura que había dejado tirada en alguna parte del cuarto de Ron, y cuando se la está vistiendo se percata de que Hermione los mira a ambos jugando distraídamente con su cabello. Parece nerviosa, pero no parecía tener esos nervios molestos que daban dolor de estómago, sino que parecían ser esos nervios que obligaban a reprimir sonrisas para no dejarlos en evidencia.

Ron también lo nota, pero ninguno alcanza a preguntar porque Hermione suspira y se aclara la garganta.

—Esto, chicos, debo comentarles algo que ocurrió ayer – dice, escondiéndose un poco más en su abrigo. —¿Recuerdan a la chica que detestaba y que luego de ese ensayo que tuvimos que hacer juntas me pude dar cuenta de que no solo es bonita, sino que también es muy inteligente y divertida? -los dos asienten —Bueno... la invité a salir.

Los chicos también llevan labial  | AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora