20 de Diciembre, 2019. Viernes.

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20 de Diciembre, 2019. Viernes.

Los rayos del sol contra las paredes de cemento anuncian que un nuevo día comienza. Yo tengo los ojos abiertos, fijos en el horizonte, mirando todo y a la vez nada. Nunca sin bajar la guardia, siempre atento a todo. Los ronquidos del tío que duerme en la litera de abajo no me han dejado pegar ojo.
Miro en mi reloj, son las 08:28h de la mañana. No se escucha nada, el silencio absoluto entre la armonía de ronquidos es la melodía de la calma antes del caos. Bajo de la cama, pongo los pies en el suelo y me siento en el centro de la pequeña, más bien diminuta, habitación. Con fuerza me ato los zapatos, y me estiro la camiseta blanca hacia abajo. Estoy preparado para otro día en la misma rutina, preparado para que no haya alguna novedad a lo largo de las horas.
Preparado para vivir un día más sin libertad.

Unos segundos después la sirena que anuncia oficialmente el comienzo del dia en la cárcel suena y se escucha como rugen las puertas metálicas al abrirse para dejar pasar a los guardias. El sonido de las voces gritando y las porras golpeando los barrotes de las celdas no tardan en aparecer. Los presos les devuelven los gritos y los insultos. Por delante de mí pasa Bruno, él nunca grita en mi celda ni aporrea los barrotes. Se para y me sonrie.

-Feliz cumpleaños Hugo.
-Gracias.

Y sigue su camino. Podria decir que es el único guardia simpático de todos los que han pasado y van a pasar. No me tiene miedo, puedo verlo en sus ojos y aunque suene raro, me gusta ver eso. Bruno siempre me estará agradecido por haberle salvado la vida. O eso dice él.

"Camino por los pasillos para ir a la lavandería, de nuevo me han asignado para hacer la tarea de lavar, tender, recoger y planchar la ropa de los presos y guardias de mi módulo. Normalmente voy silbando una canción, pero hoy no me apetece, hace demasiado calor para ser 18 de Septiembre y empiezo a agobiarme un poco. En la puerta puedo ver a alguno de los que parecen tener también el turno de lavanderia.

-No puedes pasar.
-Me toca lavanderia. Quítate.
-No puedo.

Sus palabras salen titubeantes de sus labios, lo agarro por la camiseta blanca del uniforme y a pesar de que me saca una cabeza y al menos 10 kilos, se intimida y agacha la mirada, apartándose de mi camino. Aquí dentro la reputación por la que entras es el nivel de respeto que vas a tener, luego solo tienes que mantenerlo. Y digamos que mi currículum es largo... Y oscuro, muy oscuro.

Al entrar veo las sábanas puestas de tal forma que las cámaras no pueden ver que hay detrás. Eso nunca es un buen presagio. Aparto la blanca tela para ver como dos tíos del grupo asiático sujetan a un guardia y el tercero le propina golpes y prepara lo que nosotros llamamos un "arma casera" para poder clavarsela al moreno uniformado.

-¿Qué está pasando aquí?
-No es asunto tuyo Cobo, fuera. -Levanto la ceja. ¿Quién se ha creído que es para darme una orden? Ni siquiera debería atreverse a hablarme con el tono con el que lo ha hecho. Avanzo hasta el asiático y agarro su brazo antes de que vuelva a impactar en el pobre guardia. Con un movimiento ágil giro de su brazo hacia atrás con la fuerza suficiente hasta que escucho "crack". Lo siguiente es un chillido de dolor por parte del moreno de ojos rasgados.-
-No tendrias que haberme hablado así. Tienes la oportunidad de correr, si en 10 segundo sigues aquí, saldrás en una bolsa de plástico. -Los tres pertenecientes al mismo país me miran y se miran entre ellos con los ojos abiertos. Nunca los habia visto abrir tanto los ojos.- Díez, nueve, ocho... -Corren lo más rápido que sus delgadas piernas les permiten. ¡Putos rollitos de primavera! Me acerco a ver al guardia, que poco después de que se vayan comieza a toser e intenta incorporarse.-
-Muchas gracias.
-Tienes que tener más cuidado, no bajes solo y sin arma. -Asiente y me extiende la mano.-
-Gracias de verdad, me has salvado la vida. Soy Bruno. -Su mano se queda esperando el contacto con la mía y la retira.- Gracias otra vez Hugo. -Y sale de la sala de lavandería. Tengo la sensación de que no será la última vez que me dé las gracias.-"

A través del cristalWhere stories live. Discover now