10 de Junio, 2020. Miércoles.

1.1K 64 4
                                    

10 de Junio, 2020. Miércoles.

Después del susto que me llevé hace unos días, no salgo del pequeño lugar donde me escondo.
Tengo que salir del país, no puedo seguir aquí.
He intentado resistirme a esa idea, intentar no pensar en que debo abandonar España y con ella la posibilidad de ver a Eva.

¿A dónde voy? Algún sitio lo bastante lejos para que no me busquen, para pasar desapercibido.
Tampoco es que pueda elegir entre muchos destinos, mi plan es colarme como polizón en algún barco que vaya a estar navegando días.
No puedo coger un avión, mi cara está por todos lados en los aeropuertos, fronteras y estaciones de tren.

Por primera vez odio los tatuajes de mi cuello y mis manos, es una forma muy fácil para reconocerme y muy difícil para seguir escondiéndome.

Hugo, estás jodido.

He hecho algunas llamada, a gente nada legales que me debían algunos favores, y tengo dinero suficiente para vivir el resto de mi vida sin preocuparme por tener que trabajar.

Tengo una mochila donde solo puedo meter la camiseta y los pantalones que Eva me dio para no ir con la ropa de la cárcel. Ya no huelen a ella, pero siguen trayendome su recuerdo a mi cabeza.
Es imposible que ella salga de ahí, por muy lejos que me vaya.

Esos "amigos" van a ayudarme a despistar a la policía, tienen a alguien parecido a mí, que va a pasearse por Barcelona, para que se crean que estoy allí y así poder colarme en alguno de los barcos para parten desde Galicia.

Ahora solo me queda elegir el destino, varios carteles me indican hacia donde parten los enormes barcos que ahora están frente a mí.
Italia.
Francia.
Marruecos.
Ninguno me convence, demasiado cerca.
China.
Ni en mil años aprendo yo ese idioma.
Australia.
Ese destino no me desagrada, está lejos y aunque el inglés no es mi fuerte, puedo aprenderlo.

Miro hacia los lados, me aseguro de que no venga nadie, necesito abordar este barco, en el que quizás pueda encontrar la libertad que busco.
Me acerco con mi gorra y mis gafas de sol, nadie me mira y subo por la rampa que da acceso al barco. Veo como de frente por el pasillo aparece uno de los tíos que cargan las cajas de un lado a otro. Me apresuro a coger una caja.

-Esa va a la bodega. Por ahí. -Me da la orden sin ni siquiera fijarse en mi.- Date prisa que salimos en diez minutos.

Camino por donde me dice, dejo la caja apilada junto a un sinfín de cajas más y busco un lugar donde esconder. El viaje va a ser largo, tendré que salir para buscar agua y comida, pero una vez en alta mar, no van a dar la vuelta. Una vez en aguas internacionales,  la policía no podrá abordar el barco para encerrarme de nuevo.

Camino por los pasillos del barco, encuentro uno de los camarotes y me siento en el colchón, cuando aparezca el propietario, me esconderé debajo de la cama, al menos hasta que pueda salir sin peligro de volver a la cárcel.

Unos minutos después, el barco comienza a moverse, ya no hay vuelta atrás, España va a quedar atrás. Y Eva también. Una lágrima se resbala por la piel de mi cara al saber que hay muy pocas probabilidades de que pueda volver a verla.
Es lo que más me duele, empieza a quemarme por dentro al ser cada vez más real el no volver a verla.
Solo espero que le vaya todo muy bien. A mi lado hay una botella de coca cola, un papel y un lápiz. Me apresuro a cogerlo todo y vaciar el interior de la botella.

"Hola Eva.
Quizás esto no llegue a ti. Es mi último intento a la desesperada de que te quede algo de mí.
Me voy, no puedo decirte nada, pero no puedo seguir aquí.
Eres la persona más increíble del mundo, no podria describirte con una palabra porque simplemente no hay palabras que abarquen todo lo que eres.

A través del cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora