La castaña estaba sentada en el borde de la misma luego de un rato.
La pelinegra se había dormido completamente, realmente debía estar cansada pensó Miyeon.
Tenía sensaciones extrañas.
Desde aquel abrazo cada vez que la tenía cerca tenía la necesidad de tocarla y volver a esconderse en su cuello.
Pero no sabía porqué, y no sabía como preguntarle a ella porqué se sentía así.
Minnie sabía todo sobre ella, esa era la conclusión a la que había llegado.
Su teléfono comenzó a vibrar sobre su regazo, justo cuando su mano se encontraba acariciando el pelo de la contraria.
Se asustó al darse cuenta de que el ruido podría despertarla.
Salió del cuarto lo más rápido y silencioso que pudo, dejando la puerta abierta por cualquier caso.
Y fue hasta la cocina que se encontraba alejada para atender la llamada de su mejor amiga.
─Miyeon, son casi las 8 de la noche, ¿dónde estás?
─En lo de Minnie.
Soyeon suspiró, no le gustaba para nada y se veía.
─Despídete y vuelve, ya es tarde.
─No puedo.
─¿Como que no puedes?
─Está dormida.
─Dejale una nota entonces.
─No la voy a dejar Soyeon.
─Miyeon ya te he dicho que-
─Planeaba suicidarse.
Un silencio se escuchó desde ambos lados de la llamada.
─Tiene todo vacío, no hay rastro alguno de comida ni de basura ni de objetos casi, se iba a suicidar Soyeon─soltó Miyeon furiosa─No me iré.
─Sabes que detesto que estés cerca de ella; voy para allá entonces.
