Capítulo 26

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Gruño sobre mis labios. Estaba incómodo. Rápidamente giré mis piernas y pase una a cada lado de su cuerpo. Quedamos aún más cerca.

Engancho sus manos detrás de mi cintura y me sostuvo pegada a él con posesión. No tenía intención de dejar de besarme, y se lo agradecí.

Abrí la boca y lamió mi labio inferior antes de recorrer la cavidad con su lengua. Suspire moviéndome un poco. Llevo sus manos a mis caderas, una cada lado y aferro con fuerza sus dedos allí, haciéndome repetir el movimiento.

Abandonó mis labios para besar mi cuello. Dejo un camino de besos desde el lóbulo de mi oreja hasta la clavícula. Era una tortura. Escondí mis manos en su pelo y lo sostuve con fuerza contra mí. Succiono. No pude evitar gemir, sentí su sonrisa en mi cuello.

-Jorge – susurre, no quería que notara como me temblaba la voz.

- ¿Sí? – exclamo sin moverse de allí.

-Cristina está esperándote

"Por favor, dime que te importa una mierda", rogué por dentro

-A la mierda Cristina – dijo, sonreí victoriosa mientras tiraba mi cabeza para atrás.

Aprovechó el momento para sacarme el top en cuestión de segundos.

Rodeo mi cintura solo con un brazo. Me sostuvo con fuerza mientras buscaba algo al costado de su asiento. Al instante la butaca se reclino por completo.

La camioneta era incluso más cómoda que mi cama.

Me senté sobre su regazo. Me miro con lujuria desde el asiento. Ate mi cabello sin sacarle la mirada de encima. Ahorro tiempo y quito su remera. La revoleo por los aires.

Ahora era yo la que estaba mirándolo como si estuviese hecho de diamantes.

¿A quién quería engañar? Esos músculos eran mejores que cualquier diamante.

Me acosté ahora si sobre su torso desnudo, el contacto de su piel con la mía me provoco un temblequeo. Llevo sus manos a mis nalgas para provocar que su pelvis rozara la mía.

Dios.

Ahora si entendía a todas esas que aceptaban pasar solo una noche con él como yo lo había hecho antes. Estúpida

Sus besos en mi pecho me trajeron de vuelta al mundo. Desabrocho mi braceer con un ágil movimiento de dedos.

Paso una mano por debajo de mis piernas y me levanto en el aire, sin quitarme la mirada de encima. Bajo mi pantalón, dejándome solo en ropa interior. Me apoyo sobre él otra vez.

Me incorpore dejando el peso de mi cuerpo en mis rodillas y desabroche su pantalón, besando su pecho. Movió las piernas para rápidamente deshacerse de él.

Ahora sí, me recosté sobre su cuerpo. Su notable erección me rozó y no pude evitar largar un suspiro.

-Mierda, Danna – susurró sobre mis labios al notar que estaba tan lista como él.

Se incorporó en el asiento, aun conmigo sobre su regazo. Rodeo mi cintura con un solo brazo y me sujeto con fuerza mientras se estira para agarrar de la guantera el pequeño paquete.

Me besó los labios con suavidad mientras hacía que me despegara de su cuerpo un poco para quitarse su última prenda. Hizo lo mismo conmigo.

Un grito ahogado salió desde lo profundo de mi garganta cuando lo sentí en mí. Y nos hicimos uno.

Sentí sus caricias en mi mejilla. Abrí los ojos con suavidad. No quería que dejar de hacerlo.

Manejaba con una mano, la otra no dejaba de mimarme. Me acurruque ante ella. Jorge me muestra sus dientes.

-Ya casi llegamos – dijo

Apenas me moví me di cuenta de lo cansada que estaba. Pensé por un momento en lo cansado que debía de estar él. Me incorpore en el asiento sintiéndome mal por eso. Refregué mis ojos aun adormilada.

-Te ves incluso más linda después de un polvo – bromeo y yo me sonroje -. Vas a tener que acostumbrarte a esos chistes.

-Ya lo estoy haciendo. De hecho, ese me hizo gracia – confesé

Dejo de acariciarme para agarrar el volante con sus dos manos.

-Cristina va a cortarme las bolas – exclamo rascándose la nuca

- ¿Qué necesitaba? – pregunte al verlo inquieto.

-No sé, dijo que tenía que mostrarme algo de la discográfica. Y que tenía noticias para ti

- ¿Para mí? – levante las cejas extrañada. Asintió alzando los hombros -. Estoy hambrienta – exclame agarrándome la panza.

Jorge señalo el asiento trasero, mientras tomaba su celular para rechazar una llamada entrante y luego apagarlo. Sí, Cristina iba a matarlo.

Giré mi cabeza y encontré una bolsa de McDonald's. Me sonrió cuando solté un grito. Nota mental: actuar exagerada para verlo sonreír.

El resto del viaje me la pase comiendo, sonrojándome y esquivando los desubicados comentarios de Jorge.

Apenas estaciono la camioneta en su garaje, la sonrisa desapareció de su cara y todos sus músculos se volvieron a tensionar. Como si Cristina tuviera el poder de convertirlo en alguien que no es.

Tomo mi mano y me arrastro hasta su casa. Apenas abrió la puerta, lo vi. Se puso de pie y camino hasta nosotros. Jorge soltó mi mano casi al instante.

Cristina me observo, como si yo fuese la culpable de todos los males en este planeta.

-Espero que tengas una buena excusa – dijo.

Volvió a caminar hasta el sillón y se sentó ahí, esperándolo.

Jorge me miro y con sus ojos me dijo todo. Subí las escaleras para escabullirme en su habitación. Mire el desastre a mi alrededor. No era con exactitud un chico ordenado.

Me quite la ropa y la deje sobre mi maleta. Fui hasta el baño para lavarme la cara e higienizarme. Me sobre-salte con las voces en la planta baja. Salí del baño y observé su habitación.

El reloj marcaba las 02:10 am. "Lindo horario para discutir", pensé.

Me mire en ropa interior, en el espejo frente a la cama. Tenía marcas y chupetones por todo el cuerpo. Me sonroje sola. Agarre un polo de él que caía sobre la cómoda. Respire su aroma como una estúpida.

Mi cuerpo se relajó cuando cayó en la cama. Mis parpados no aguantaban un segundo más. Me dormí, entre gritos e insultos.

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