Capítulo 47

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"Fernanda, voy a dormir afuera hoy. Tranquila, voy a estar ahí mañana temprano"

Deje el celular sobre la cómoda mientras veía como se sentaba en la cama para quitarse los zapatos. Pensé, por un segundo, que tan loca pensaría que estaba si le pedía que me dejara usar para dormir el polo que acaba de sacarse. Era, por mucho, mejor que una limpia. Tenía su olor. No solo su perfume, su olor. El de su cuerpo.

La vibración de mi celular me distrajo.

"De acuerdo, un saludo a Jorge"

"PD: No hay apuro, déjame dormir en la mañana"

Sonreí

- ¿Puedo usar esa? – pregunte y él siguió mi mano para encontrarse con el polo que recién acaba de arrojar al cesto de la ropa para lavar.

-Claro – se encogió de hombros extrañado.

La tomé en mis manos y, sin pudor, me quité la mía para ponerme la suya. No lo miré, pero en todo momento sentí sus ojos sobre mi cuerpo. Desabroche mis pantalones y los baje, al mismo tiempo que su polo se acoplaba a mi cuerpo. Me dirigí hacia el espejo delante de la cama. Ate mi pelo mientras lo miraba, esperándome.

Su celular comenzó a sonar. Hice una mueca. Era muy tarde.

Supe que era Cristina cuando su cara se transformó. Opte por ir al baño y aprovechar el tiempo para higienizarme. Cuando volví a la habitación, ya había cortado y ahora se tapaba el rostro con una mano.

Despejó su rostro cuando apoyé una rodilla en la cama. Me miró como si nada hubiese pasado. Tragué con fuerza al ver como las venas desaparecían de su cuello y su frente. Se podía transformar de un segundo al otro.

- ¿Quieres hablar de eso? – pregunte, aunque ya sabía la respuesta.

Negó con su cabeza.

-Pero podemos hablar de lo increíblemente sexy que te ves con mi polo.

Sonreí acostándome a su lado.

Estaba cansada. Y él también. Tenía los parpados hinchados y los ojos le pesaban. El agua nos había matado. Pasó su brazo a él fácilmente mis manos por su rostro y sintiendo su piel.

-Descansa – susurró antes de besar mi cabello. Todo alrededor se relajó.

Abrí los ojos de golpe. Sin embargo, no me moví. Jorge estaba abrazado a mi cintura con fuerza. Me senté un poco en la cama y acaricié su cabello sin problemas me di cuenta de que yo también lo estaba. Por eso me había despertado. ¿Por qué siempre hacía calor en esta casa?

Solté un suspiro. Esta sedienta.

Jorge se dio vuelta, como si pudiese verme hasta dormido, librando mi cuerpo. Aproveché su movimiento para bajar de la cama y abrir la puerta de la habitación.

Miré para todos lados, no quería que los chicos me vieran en paños menores otra vez. Bajé en silencio las escaleras y me encaminé hacia la cocina enseguida.

Me tomé el atrevimiento de abrir la helada. Estaba muerta de calor. Por algún motivo, tomé una de las miles de botellas de cerveza. Me senté en la alta mesada a disfrutarla. Había bajado de temperatura de mi cuerpo en cuestión de segundos.

Permanecí ahí por un largo rato. Todavía era de madrugada. Estaba aprovechando el silencio, la cerveza, y el aroma que soltaba el polo de Jorge.

-Estás casi desnuda en la cocina de una casa ajena. Tu cabello es un desastre y estás tomando una cerveza sola a las cinco de la mañana. Y, sobre todo, te importa una mierda – dijo a mis espaldas y volteé a mirarlo.

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