C A P Í T U L O 3.

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Kellie.

Mi estómago era un manojo de nervios mientras intentaba escapar de la mirada azul de Zach, sentado frente a mi, quien parecía incapaz de dejar de mirarme.

No podía creer que después de casi cuatro meses de ni siquiera hablarnos él seguía siendo capaz de dar vuelta mi estómago con su sola presencia, la sola idea de su persona.

Aclaré mi garganta, despejando mis pensamientos y acomodándome sobre el sofá en el que estaba sentada. Sintiéndome incómoda, tomé el cuaderno que se encontraba dentro de mi mochila, evitando mirarlo a toda costa.

—Necesito pasar matemática si quiero irme de aquí —dije, sonando un poco más brusca de lo que pretendía en un principio, mirándolo por un segundo antes de seguir colocando mis materiales sobre la mesa —, y soy muy mala con eso de los números.

Él se reacomodó en su asiento, teniendo la decencia de no decirme que él ya sabía eso, tomando su calculadora y dejándola sobre la mesa al lado de mis cosas.

—¿En qué tema estás teniendo problemas? —preguntó, y no pude evitar pensar en cuánto más cómoda había estado siempre en esa misma situación, lo opuesto a como me sentía ahora.

Sin embargo, por más que me negara a aceptarlo en voz alta, su voz todavía lograba que mis manos comenzaran a temblar, y eso, a su vez, creaba que yo quisiera golpearme tanto a mi por temblar como a él por causarlo.

—¿En cuál no? —se me escapó casi en un gruñido.

Él sonrió y casi tuve que limpiar mi rostro con la mano para evitar babear el cuaderno, pero, esta vez, yo tuve la decencia de disimularlo.

—¿Quizás podríamos empezar con geometría analítica? Se que eso no te gusta pero puede ser mejor empezar por ahí y seguir a lo que podría interesarte. —dijo, mirándome.

Por primera vez en meses, ambos estábamos mirándonos y no robándonos vistazos mientras el otro no se daba cuenta.

Por supuesto, yo había estado mirándolo a escondidas por todo este tiempo sin que él se enterara, pero él no corría la misma suerte, dado que absolutamente todos mis amigos —tres—, siempre que lo encontraban mirándome no demoraban más que medio segundo en comunicármelo y hacerme saber que quizás todo lo que había pasado tenía una explicación. Y luego yo quería golpearlos a todos por hacer que mis ilusiones se elevaran hasta el cielo para después desplomarse en picada al darme cuenta de que, si no tenía una explicación hasta ese momento, probablemente no iba a tenerla jamás.

Acomodé un mechón de cabello detrás de mi oreja, eliminando esos pensamientos de mi mente e interrumpiendo todo contacto que podríamos haber estado manteniendo mientras volvía mi vista a la hoja frente a mi.

—Seguro. —murmuré, sin realmente haberme dado mucho tiempo para pensar lo que me había propuesto.

Claro, después de casi veinte minutos en los que yo no lograba que la ecuación me diera lo que a él le había dado, no pude hacer más que gruñir y dejarme caer sobre el respaldo, molesta conmigo misma y olvidándome de todos mis problemas con el chico en cuestión.

—¿¡Por qué soy tan tonta!? —gruñí, frustrada, pasando una mano por mi cabello mientras miraba al techo.

—Vamos, Kells —dijo, y escuché la diversión en su voz, causando que lo mirara con los ojos entrecerrados —, no eres tonta y lo sabes. Además —agregó, con una sonrisa burlona —, ¿vas a rendirte así de rápido con la pobre geometría?

Contuve una sonrisa y luego me deslicé por el sofá hasta estar sentada en el suelo, con la mesa a la altura de mi pecho y otro gruñido escapando de mis labios.

—Solo porque lo haces sonar injusto. —farfullé, evitando su mirada, pero podía sentir la sonrisa en su rostro.

Él conocía perfectamente lo que me hacía saltar de molestia, de la misma manera que sabía exactamente qué me motivaba y me hacía continuar con lo que estaba haciendo, incluido hacerme sentir culpable de lastimar algo sin emociones tal como lo es la geometría.

Me di cuenta, de pronto, que a pesar de poder haberme hecho sentir culpable de un millón de cosas cuando estábamos juntos con esa misma táctica que acababa de usar, él nunca se había aprovechado de eso.

—Está bien —dijo —. Vamos de nuevo...

Explicó con una paciencia infinita, que yo no tenía y nunca tendría, cerca de siete veces y de siete maneras distintas antes de que mi cerebro pareciera capaz de captar y comprender lo que estaba sucediendo en la hoja frente a mi.

Me estiré en mi lugar, notando en las puntas de mis dedos el hecho de que Zach se había acercado bastante más de lo que me había dado cuenta para explicarme mejor los ejercicios endiablados.

Su madre de pronto entró a la sala con una sonrisa algo culpable en el rostro mientras nos interrumpía.

—Kellie —saludó mientras yo me ponía de pie para saludarla y ella me abrazaba —. Es un gusto volver a verte. —dijo.

Le di una corta sonrisa de lado, sin poder decidir si me sentía incómoda o tranquila ante lo que estaba pasando.

—Igualmente, Lucy. —respondí, con mis mejillas comenzando a calentarse sin razón en lo absoluto.

Ella me miró otro momento, con la misma sonrisa, y luego miró a Zach, ahora de pie a mi lado.

—Cariño, voy a ir a hacer las compras, ¿necesitas algo? —preguntó. Él negó con la cabeza y, como si fuéramos dos niños, como siempre, siguió hablando —. En la cocina hay tostadas y café recién hecho, si gustan... —canturreó, desapareciendo por el pasillo.

Se me escapó una sonrisa divertida, sabiendo que eso era algo que ella siempre había hecho, a pesar del hecho de que ambos ya éramos lo suficientemente grandes como para hacer nuestro propio café y nuestras propias tostadas.

Las mejillas del castaño a mi lado estaban ahora teñidas de un tierno rosado que daba a notar que todavía le avergonzaba que su madre nos tratara de esa manera, pero tanto él como yo lo agradecíamos.

Ella siempre había sido el tipo de madre que se ocupaba de todo en la casa, y ambos lo sabíamos más que bien.

Zach me miró, con una sonrisa de lado que me derritió por dentro, y me dio la espalda, caminando hacia la cocina.

—¿Café? —preguntó.

Sabía que era una mala, una pésima decisión, de la cual me arrepentiría luego. 

Pero solo sonreí, siguiéndolo.

—Sí, por favor.

—Sí, por favor

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Midnight Blue Eyes  [ESPAÑOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora