Kellie.
Con un suspiro apilé la última caja sobre las otras y miré la cama desnuda a apenas un metro de mi.
Sentí sus pasos resonar en mi dirección a lo largo del pasillo del casi vacío apartamento y sonreí, girándome hacia él.
Dejó la caja en sus manos a un lado de la puerta mientras yo caminaba hacia él y, una vez sus manos estuvieron libres, pasé mis brazos por su cuello, acercándonos hasta que mi pecho estaba apoyado en el suyo.
Me puse de puntillas, acercando mis labios a los suyos lo más que podía sin que el contacto fuera uno real, solo un roce.
—Creo que deberíamos estrenar la cama.
Él la miró por un momento y luego volvió a mi.
—Creo que sería de las mejores ideas que has tenido hasta el momento —murmuró contra mis labios, sonriendo —, si cierta personita ansiosa no hubiera invitado a su hermana y sus amigos a cenar en unos minutos.
Hice un puchero, abrazándolo aún más cerca de mi y logrando la misma respuesta de su parte, arrepintiéndome de haberlos invitado casi de inmediato.
—Podemos echarlos —sugerí, sonriendo con inocencia.
Zach se rió.
—Claro que no, vinieron cuatro horas en auto hasta aquí solo para esto. Si los echamos no volverán a hablarnos.
Bufé, dándole una mirada rápida a la cama y volviendo a subir a las puntas de mis pies para besarlo.
Mi idea había sido darle un beso suave que nos tranquilizara las hormonas a ambos, pero apenas unos segundos después de que nuestros labios se tocaran, el beso se intensificó hasta el punto en el que habían manos por todos lados y, sin darme cuenta, mi espalda estaba contra el colchón, con Zach sobre mi, besándome. Su lengua provocaba a la mía, sus dientes mordisqueando suavemente mi labio inferior mientras sus manos acariciaban la piel expuesta de mis costillas y mi abdomen por debajo de la camiseta.
Sus labios bajaron por mi mandíbula a mi cuello, alborotándome aún más, y cuando siguieron bajando por el cuello de mi camiseta hasta que su boca estuvo entre las curvas de mis pechos, el timbre sonó.
Se detuvo de inmediato, levantando la cabeza a la vez que yo y mirándome con sus ojos azules abiertos como si nos hubieran atrapado en medio de una travesura. Suponía que yo me veía igual.
El timbre insistió una vez más y Zach sonrió divertido con la situación, plantando un corto beso en mis labios antes de ponerse de pie.
—¡Ya vamos! —respondió, y, tras darle una corta mirada a su entrepierna, me miró —. Tú vas a abrir la puerta, y yo voy a ir al baño un segundo. Necesito una ducha.
—¡Yo también necesito una ducha! —susurré indignada.
Él se rió descaradamente.
—Esto es tu culpa, hazte cargo —dijo, señalando la puerta y desapareciendo por la del baño.
—¡Zach! —lloriqueé sin recibir nada como respuesta, por lo que solamente me puse de pie mientras me arreglaba la ropa, y, farfullando entre dientes, me dirigí a la puerta y la abrí, sonriendo a pesar de la interrupción.
—Ya era hora —se quejó Macy con una sonrisa burlona.
—Lo sentimos —me disculpé, con las mejillas calientes.
—¿Dónde está Zach? —preguntó April después de que todos me saludaran.
—Uh, está duchándose.
—Pero si él fue quien nos... —Krystal se silenció a si misma, como si acabara de darse cuenta de algo. Los rostros de todos se iluminaron con reconocimiento y, pocos segundos después, carcajearon a expensas de mis mejillas hirvientes.
—¡Kellie! —acusó Lewis entre risas.
Ya no solo sentía mis mejillas calientes, ahora eran mis orejas, mi rostro entero. Claramente, sin importar lo que pudiese inventar como excusa, todos tenían una idea bastante acertada de lo que acababa de pasar entre Zach y yo.
—¡Basta! —lloriqueé, cerrando la puerta a sus espaldas y viendo a mi novio aparecer por el pasillo, luciendo radiante con su cabello mojado y una sonrisa reluciente en su rostro.
No me tomó más que darles una mirada a las cuatro personas a mi alrededor, y otra a mis mejillas para saber qué estaba sucediendo.
Él se rió también.
—¡Zach! —me quejé. El mencionado caminó hasta mi y dejó un corto beso en mis labios para luego pasar su brazo por mis hombros.
—Me alegra que pudieran venir —dijo él, sonriéndoles.
Su comentario sólo logró hacer que Macy se carcajeara aún más.
—Lo imagino, sí —respondió con ironía, recibiendo una mirada fulminante de mi parte y una risa de parte del hombre a mi lado.
Entramos a la sala de estar de nuestro apartamento, viendo que era casi la única habitación amoblada del todo, y yo me alejé en dirección a la cocina para traer la comida que habíamos metido en el horno apenas treinta minutos atrás.
Me di cuenta en ese momento que, si mis amigos no hubieran interrumpido, probablemente hubiéramos quemado nuestra comida.
Al girarme con los vasos en mis manos, Krystal estaba justo en la entrada de mi nueva cocina.
—¿Te gusta? —pregunté, con una sonrisa.
—Es hermoso, tienen buen gusto —dijo, viendo alrededor con la misma sonrisa que yo.
Mientras la miraba, me di cuenta de lo mucho que la había extrañado en tan solo un par de días. Ahora que todo volvía a estar bien entre nosotras, no podía creer como solo unas semanas atrás estaba enojada con ella al punto de no querer verla.
Había tomado tiempo y paciencia, pero la había perdonado y todo había vuelto a ser como antes.
—¿Estás feliz? —preguntó de pronto, mirándome con una sonrisa orgullosa como cuando tenía una buena nota en matemática.
Mi mirada se desvió a Zach de inmediato.
Lo vi riéndose, pasando una mano para despeinar su hermoso cabello mientras hablaba con mis amigos. El brillo de sus ojos cuando estaba feliz estaba justo ahí, iluminando la sala como siempre que lo veía.
Con tan solo verlo y darme cuenta de lo que causaba en mi, no había duda de mi respuesta a su pregunta.
—Sí —dije, sonriendo y aún viendo al hombre que tenía mi corazón entre sus manos —. Nunca estuve más feliz.
—
Y, con esto, nos despedimos de ustedes❤️
Por ahora.
Los quiero, y agradezco como no tienen idea que se hayan tomado el tiempo de leerme hasta aquí. Espero que leer esta historia les haya gustado tanto como a mi me ha gustado escribirla , y espero encontrarlos en alguno de mis próximos libros❤️
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Midnight Blue Eyes [ESPAÑOL]
RomanceÉl no ha sido capaz de dejar de robarle miradas en todo este tiempo, y ella todavía no ha logrado controlar los latidos de su corazón cada vez que lo veía hacerlo. Después de cuatro meses de lo que solo podría ser considerado un helado infierno, un...