C A P Í T U L O 4.

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Zach.

Miré la tienda de libros que había estado ignorando por los últimos tres meses y tantos días con una mueca en el rostro, sintiéndome un poco tonto por estar ahí, a pesar de las incesantes súplicas de cierto pequeño humano a mi lado.

Ser fuerte y ocultar tus sentimientos era más fácil cuando no veías a quien los causaba todo el tiempo, cuando no hablabas con esa persona, y ahora la veía todos los días, en todos lados, y tenía que hablarle. Y ahí estaba yo, de pie frente a donde ella trabajaba.

—Por favor. —alargó el niño colgado de mi mano tal cual mono, batiendo sus largas pestañas en mi dirección y sacando el labio inferior en un puchero, con total conocimiento de lo poco que podía negarme ante esa expresión en particular.

Le di una mirada de reproche, sabiendo que estaba dejándome manipular por un niño de siete años, y empujé la puerta acompañado de un pequeño tintineo de la campana que colgaba sobre la entrada al lugar, poniéndome más nervioso aún.

—Esto va a costarte caro. —le murmuré, pero la enorme sonrisa en su rostro parecía decirme que ambos sabíamos que eso no era verdad.

Miré alrededor, buscando entre las personas dentro de la tienda aquella cabellera oscura que reconocería donde fuera y no encontrándola por ningún lado.

Solté un suspiro de alivio, girando en la esquina del estante para ir directamente a la sección que a Jake le interesaba, pero apenas me di la vuelta me topé con otra persona, siendo totalmente culpable de ello al haber estado distraído en busca de la chica que estaba evitando encontrarme. Con un par de malabares logré mantener la pila de libros que habían estado en sus manos lejos del suelo, y, a la vez, conseguir que ella no se cayera.

Apenas mi mano agarró su brazo para evitar una triste caída, supe quien era.

Acomodé el libro que bloqueaba mi visión para ver sus ojos café mirándome directamente, y mis mejillas se sintieron calientes ante el hecho de haber sido descubierto.

—Kells —dije, sonando como un idiota mientras devolvía los libros a sus manos —. Que sorpresa.

Su ceja izquierda se elevó al cielo, acompañada de una burlona sonrisa.

—No realmente —dijo —. Trabajo aquí.

Asentí lentamente con la cabeza, intentando encontrar una excusa.

—Creí que entrabas más tarde. —respondí, y no supe si eso lo había mejorado o me había hecho parecer un acosador.

Ella miró en dirección a Jake, con sus ojos brillando al ver al pequeño.

—Estoy cubriendo a una compañera. —explicó, y le elevó la ceja a mi hermano, como a la espera de algo.

Y, así de sencillo, el enano soltó la lengua, como si no existiera ningún código entre nosotros.

—Zach no quería venir porque quizás se cruzaba contigo y no quería parecer un acosador, pero yo lo hice venir de todas maneras. —dijo el infante con orgullo mientras mis ojos se abrían de par en par y le daba un apretón en la mano para que dejara de hablar.

Ella me miró por un segundo, sin siquiera intentar controlar la sonrisa burlona que se había formado en su rostro, mientras yo miraba de uno a otro, incrédulo.

—¿Ah, sí? —preguntó, a lo que él asintió repetidamente con la cabeza —, gracias por la información, Jake. —dijo, sacando de su bolsillo trasero una pequeña barra de chocolate y entregándosela a al niño.

Mi boca cayó abierta, indignado ante lo que acababa de ver.

—Bueno, tenemos que ir a buscar tu libro. —dije, intentando superar la traición de que mi hermano y mi ex novia estaban en un complot de información en mi contra e intentando escapar de la incomodidad que estaba haciéndose lugar dentro de mi.

Tiré de la mano del niño en dirección a donde sabíamos que estaba lo que él quería y, sin siquiera mirar atrás, me detuve frente a la sección de historietas. Le farfullé un "traidor" que lo hizo reír por lo bajo, y seguimos mirando lo que queríamos.

Mientras ambos buscábamos como unos tontos alguna que a él fuera a interesarle lo suficiente como para comprarla, Kellie volvió a aparecerse entre nosotros con la gracia de un cisne y con un librillo en su mano.

—Creo que este va a interesarte —dijo sin siquiera mirarme mientras se agachaba a la altura de Jake —. Y los mejores siempre están hacia el fondo. —susurró, como si fuera de los mejores secretos que él alguna vez recibiría mientras señalaba el fondo de uno de los estantes.

Intenté contener la sonrisa mientras el niño miraba con admiración tanto la historieta como a la castaña frente a nosotros.

—Gracias. —dije yo por él, recibiendo una corta sonrisa y el sentimiento de victoria que llenaba mi pecho cuando sus mejillas se sonrojaban. Ambos la seguimos al mostrador donde tenía que pagar por lo que el pequeño engendro ansiaba tanto.

Ella lo puso en una bolsa de papel y me lo entregó con una cordial sonrisa.

—¡Gracias! —casi chilló Jake, dando pequeños saltos en su lugar y arrancando una sonrisa de mi rostro.

—Cuando quieras. —respondió ella, acercando su puño cerrado al niño, el cual cerró el suyo y lo golpeó contra el de ella con una sonrisa emocionada.

Volví a mirar a Kellie, quien pocos segundos después me miró a mi.

—Gracias de nuevo. —dije, señalando con la cabeza a mi hermano.

—Cuando quieras. —repitió dirigiéndome la primera sonrisa genuina y sin siquiera intentar contenerla en cuatro meses.

Me di la vuelta con la mano de Jake cerrada en la mía y una sonrisa en el rostro. Una vez afuera le di un suave empujón con la pierna al niño.

—¿Qué es eso del chocolate, traidor? —pregunté.

Él soltó una risa divertida, como si se estuviera riendo de mi y eso hubiera estado sucediendo por mucho tiempo.

Una risa que me decía "pobre ingenuo".

Una risa que me decía "pobre ingenuo"

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Midnight Blue Eyes  [ESPAÑOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora