Capítulo 27: Danny

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Capítulo 27:
Danny

Capítulo 27:Danny

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Danna

Veo por el retrovisor cómo el hospital se convierte en algo diminuto, a medida que avanzamos. Con cada kilómetro que recorremos el miedo se apodera más de mis huesos, ya no es una sensación extraña. Lo noto tan natural como el simple hecho de respirar: los últimos días han sido una verdadera pesadilla y el miedo ha sido el principal protagonista en mí día a día.

No dejo de pensar en qué será lo que encuentre en casa de mi hermana Elena. ¿Cómo estarán Amaia y Manuel?, ¿será que Estela y los chicos ya los han encontrado?, ¿qué estará haciendo Elena para intentar ayudarme? Y lo más relevante, ¿qué tiene Danny preparado para mi llegada? Creo que ésta ha sido la peor noche de mi vida, y no ha hecho más que empezar.

Fuerzo mi mente a ir más allá de mis recuerdos en busca de ese rostro, en busca de esa réplica de mí. Pero no hay nada, es como si nunca hubiera existido, y no lo comprendo. ¿Cómo es que no puedo recordar haber tenido una hermana gemela? Si tan solo pudiera recordar algo, así fuera lo más mínimo, pero no, no hay nada.

No hay nada que me ayude a comprender por qué está haciendo todo esto. ¿Por qué mató a nuestra hermana y su pequeña hija, Ema?, ¿por qué mató a nuestro hermano Rodrigo?, ¿por qué intenta matarme? No tengo respuesta para ninguna, y eso me irrita.

Recuerdo a mi madre en ese funeral, en el funeral de Danny, un vago recuerdo: su rostro demacrado, el dolor tatuado en su alma, y solo puedo preguntarme: ¿dónde quedó esa madre que sufría por sus hijos?, a la que se le desgarraba el alma mientras esa urna se hundía en ese orificio, para luego ser sellado.

No entiendo cómo es que no le importó la muerte de su hija, ni de su nieta, como si ellas hubieran significado un simple "hola y chao" en su vida. Y ahora la muerte de Rodrigo, ¿es que acaso no tiene corazón? Son sus hijos los que están muertos y ella ni da señales de vida. Quizá no sea quien, para cuestionarla, pero no puedo evitarlo.

Miro de soslayo a Alexis que mantiene la vista puesta en la carretera; no me había fijado, pero vamos a exceso de velocidad y comienzo a reconocer algunas casas, ya estamos cerca.

Se me acelera el corazón y la respiración, ahora no es solo miedo, estoy aterrada. Me muerdo el labio inferior en un intento de calmarme, saboreo mi sangre con disgusto, no me gusta para nada el sabor de la sangre. La velocidad comienza a descender y ya nos hemos estacionado frente a la casa de mi hermana. El auto de Estela está estacionado en la calle y una mujer observa desde la casa de al lado, como esperando a que alguien salga.

Me bajo arrepentida, en primer lugar, por haber venido, ¿qué oportunidad podría tener con una psicópata muerta? También por no haberle avisado a Nick que veníamos en camino, así por lo menos nos hubiera estado esperando.

La mujer que observa se sorprende al verme.

—¿Qué haces aquí? Debes alejarte —es la misma mujer con la que hablé cuando Danny casi me mata al lanzarme por las escaleras, y la misma que hizo esa extraña declaración hace tantos años, es Gloria.

—¿Dónde están los dueños de ese auto? —le señalo el auto de Estela.

—Están dentro de la casa. Debes irte —sigue con lo mismo.

—No puedo, Danny matará a mis amigos si no entro —le grito sin indulgencia. Ella parpadea ante mi reacción y parece comprender.

—Manuel está dormido dentro, pero la chica que lo trajo sigue atrapada en la casa y ellos llevan mucho rato allí.

—Alexis, quédate con Manuel, yo voy a entrar —digo sin pensar en lo que estoy a punto de hacer, ya que, si lo medito demasiado, saldré corriendo para salvar mi vida sin importarme lo demás y no puedo hacer eso, todos depende de mí.

Sin esperar su aprobación corro y atravieso la entrada; el pomo entre mis manos se siente extraño. Giro la vista, aun dudando si entrar o salir corriendo, y veo a Alexis con los ojos aguados. Abro antes de que el miedo se apodere de mí y, simplemente, me quedo paralizada en la entrada. Mis pies se mueven rápido y ya estoy dentro de la casa. La puerta se cierra sola de un golpe y pego un brinco del susto, acompañado de un grito aterrador.

Siento el palpitar de mi pecho acelerado y tengo que respirar por la boca, tardo unos segundos en calmarme. Observo todo a mí alrededor pausadamente, no quiero llevarme ninguna sorpresa, ya que tengo la certeza de que me dará un infarto.

Todo está tal cual la última vez que estuve aquí. Miro la escalera y un escalofrío me recorre la espina dorsal. Recuerdo claramente como mi hermana cayó de por esas barandas dándole la muerte, y como caí por las escaleras con más suerte que ella.

La casa es pequeña, así que no entiendo cómo es que ni Estela ni sus hijos han salido. Es que ni siquiera los escucho, como si estuviera completamente sola en la casa. Antes de subir a los dormitorios voy a revisar la cocina, está más cerca y a la misma altura del piso de la sala.

Camino hacia allá sin apartar la vista de las escaleras. Cuando decido mirar por donde camino grito con todas mis fuerzas, tropiezo con mis propios pies y caigo al piso. Maldigo por el golpe que me he dado, y porque Ema me ha pegado un buen susto.

Ella se ríe como si fuera una gracia, y me levanto un poco desorientada.

—¿Qué pretendes hacer, matarme? —le digo algo molesta.

—No deberías estar aquí, mamá se enojará —responde, sin prestar atención a mi pregunta.

—Pues, lo siento, pero Danny pretendía matar a mis amigos si no venía, no tuve otra opción.

— ¿Esa chica de los rizos bonitos es tu amiga?

—Sí, y no puedo permitir que nada le pase, ¿me entiendes? —Ella asiente con una dulce sonrisa—, ¿vas a ayudarme?

—Sí —dice con entusiasmo—, están arriba.

Me tiende la mano y dudo en tomarla, ya que no sé si puedo tocarla, según lo que dice la gente no se puede tocar un fantasma. Pero, aun así, la extiendo y la estrecho; su mano está helada. Caminamos hacia las escaleras y nos detenemos antes de subir el primer peldaño.

—Mamá y yo haremos lo que sea para protegerte tía —me dice mirándome a los ojos.

—Bien —es lo único que puedo decir.

—¿Tienes miedo? —pregunta.

—¿Acaso no se nota? Pasaré una eternidad subiendo la escalera, tengo las piernas como dos bastones de gelatina —ella sonríe por mi broma. Pero es verdad, estoy temblando de pies a cabeza.

—Yo te sostengo —aprieta mi mano y siento su tacto; sé que está allí, junto a mí, y eso me arma de valor. Al pisar el primer peldaño, todo comienza a cambiar. La casa parece ser más grande de lo que realmente es, y ya entiendo por qué no han vuelto.

Mi hermana Danny se divierte con mis amigos, encantando la casa. Espero que lo esté disfrutando, porque a mí solo me está causando terror.

 Espero que lo esté disfrutando, porque a mí solo me está causando terror

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Sangre Maldita (Trilogía- Más allá de la muerte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora