Capítulo Once

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11.


Octubre, 1986.

87 días antes de.

El silencio inspiraba temor. El plazo se había vencido y justo ahora, la respiración de los presentes en la sala era casi tan fuerte como los pasos secos en la habitación.

Las doce personas encargadas del trabajo de campo en medio del pequeño laboratorio del bosque se encontraban en fila mientras con la mirada en el suelo intentaban no encarar a su mentor.

—Necesito saber... —dijo el moreno. —Necesito entender qué sucedió aquí.

—La grabación está incompleta, Profesor. Nosotros hicimos todo lo que...

—¡Silencio! —gritó—. Elegí un número exacto de ustedes para venir aquí, por habilidades y por destrezas. Se supone que... —se quitó los anteojos para evitar dañarlos antes de continuar— ¡Son las mentes más brillantes de su generación! ¿Y qué sucedió? ¡Dejaron escapar al sujeto!

—Profesor, por favor escúchenos —intentó intervenir uno de sus ayudantes. Todos estaban angustiados, excepto uno entre ellos, el rubio Park que veía con desdén hacia el frente sin apartar la mirada de su mentor. Sin remordimientos, sin miedo.

—Teníamos un plazo que cumplir. El experimento debía ser un hecho concreto para este momento. —Masajeó su nariz entre sus dedos pulgar en índice—. Ellos estarán aquí en cuestión de minutos y nosotros no tenemos nada... ¡Nada!

Habían perdido demasiado tiempo intentando localizar a su experimento en fuga. Y la fecha que se había fijado para dar resultados había llegado.

Porque sí; como todo en la vida, el apoyo para realizar su investigación tenía un costo. Y sus queridos inversionistas no estaban muy contentos con la tardanza del proyecto.

Sus palabras le quemaban en la consciencia una y otra vez. Pronto tendría la soga al cuello y no encontraba una forma de avanzar. Después de todo... había utilizado una visión muy sucia de su experimento para conseguir un financiamiento.

«Moverse a través del espacio podría hacer de la guerra un simple juego de escondidas.» Les dijo.

«Un juego en donde el tiempo y el espacio no limiten los movimientos de las tropas... o quizá, un botón de emergencia para comenzar de nuevo.»

«Una ventaja más allá de lo que podríamos imaginar.»

Porque incluso cuando pudo haber vendido sus teorías como algo positivo para la sociedad, decidió venderlo como aquello que sus inversionistas militares buscaban: un arma.

Pero su amado vórtice no funcionaba como él esperaba. Y aunque había logrado crearlo ahora no tenía ni una puta idea de cómo usarlo. Por eso necesitaba a aquel que salió del agujero en el lago, porque era preciso saber qué era lo que estaba del otro lado.

Estaban jodidos. Namjoon estaba, personalmente, bastante jodido.

Ahora, no le quedaba más que aceptar su destino y poner la cara frente al grupo de uniformados que venían desde Washington para revisar su avances.

—Profesor... —llamó uno de sus subordinados con voz tan tenue que colmó su paciencia. Tenía en sus manos el radio que le comunicaba con los guardias del exterior.

—¿¡Qué!? Por un demonio, ¿¡Qué!?

—Llegaron.

Namjoon chasqueó con la lengua y acercando su brazo a la botella de ron sobre una de las repisas de su oficina la destapó para luego tomar un gran trago de licor que le quemó la garganta a su paso.

LA TEORÍA DE KIM.《version one》Where stories live. Discover now