Capítulo 15. Primer día

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Una vez que terminó la ceremonia de selección, Dumbledore se puso de pie y comenzó a hablar sobre algunos cambios que habría entre los profesores

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Una vez que terminó la ceremonia de selección, Dumbledore se puso de pie y comenzó a hablar sobre algunos cambios que habría entre los profesores. Hagrid ya no sería maestro de Cuidado de Criaturas Mágicas, no entró en detalles, sólo dijo que estaba fuera del Colegio. Por otro lado, teníamos una nueva y graciosa maestra de Defensa Contra las Artes Oscuras. Aunque lucía ridícula, algo me decía que no debía subestimarla. Parecía inofensiva con su ropa rosada, su complexión rechoncha y su baja estatura, pero su sonrisa era más falsa que nada. Y si eso no fue suficiente como para que no me agradara, el discurso que dio, interrumpiendo a Dumbledore, fue lo que reafirmó ese sentimiento.

—El Ministerio de Magia ha considerado que la educación de jóvenes magos y brujas es muy importante. Progreso es lo que se necesita. Preservar lo que se debe preservar, perfeccionar lo que se debe perfeccionar y prohibir las prácticas que deberían estar prohibidas.

—¿Qué trata de decir con eso? —Cuestionó Drew frunciendo el ceño.

—Que la educación en Hogwarts va a ser manipulada por el Ministerio de Magia —concluí sin dejar de ver a aquella mujer.

—¿Y Dumbledore está permitiendo eso? —Dijo Oden mirándome con incredulidad.

—No creo que tenga otra opción —comenté—. Ya viste lo que El Profeta está diciendo de él, de Harry y de mí.

—Pero no están mintiendo, fueron dos testigos los que vieron el regreso de... ya sabes quién —me dijo Lucinda.

—Cornelius Fudge sabe manejar muy bien a la prensa y muchas personas van a creer lo que ese diario barato dice.

Dumbledore terminó de dar indicaciones respecto a lo que estaba permitido en el colegio y lo que no, pero la mirada de Dolores Umbridge, nuestra nueva profesora, me decía que habría más cosas que cambiarían en Hogwarts.

Cuando entré a la sala común, todos guardaron silencio y me observaron, algunos expectantes y otros con... ¿lástima? ¿En serio? No puedo creerlo, si hay algo que odio más que nada es que sientan pena por mí y más aún cuando es por culpa de una sarta de mentiras.

—¿Se les perdió algo? —Pregunté alzando mis cejas.

—A nosotros no, pero parece ser que tú perdiste la cordura. —Draco Malfoy rió junto con su séquito de retrasados. Si no fuera el hermano de mi mejor amiga, ya lo habría transformado en una cucaracha o le habría dicho a todos que su padre es un mortífago, pero eso también perjudicaría a Lucinda.

—¡Cállate, Draco! —Lucinda dio un paso al frente y entornó sus ojos hacia él.

—¿La vas a defender?

—Es mi amiga, por supuesto que lo haré y más si es de ataques injustificados.

—No lo digo yo, lo dice El Profeta. No entiendo cómo te dejaron salir de San Mungo. Desde que llegaste sabía que había algo raro en ti, la muerte de ese afeminado terminó por descomponerte la cab... —Draco no acabó de insultarme porque había recibido un puñetazo en la cara por parte de Oden.

Señorita Beauxbatons y el Príncipe del corazón roto (Cedric Diggory)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora