Capítulo 20. Sin futuro

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Por si quieren escuchar esta canción mientras leen.

No creo que quieran saber sobre mi gran pelea con Cedric. Estaba realmente enojada y la verdad no me importaba absolutamente nada fuera de mi rencor. Cedric había tratado de hacerme razonar luego de que le dijera que había tenido suficiente y eso derivó en una enorme discusión. Ni siquiera recuerdo todo lo que le dije y la verdad es que me daba igual. Era lo mejor para él, quiero decir, no estar cerca de mí en estos momentos. Tal vez así no sea tan tonto como para querer arriesgar su vida por mí. No lo merecía, él es demasiado bueno y yo no creía que pudiera salvarme del camino que había elegido.

Pasé toda la noche tratando de sacar el odio que sentía, pero era inútil, no iba a estar tranquila. Toda mi vida había jugado a ser una buena persona, a pesar de tener esos sentimientos vengativos y oscuros dentro de mí. Siempre había luchado contra ellos y los había dominado, pero ya no más. Y no ayudaba nada verme en el espejo. La porquería que me echaron en el cabello lo arruinó y tuve que cortarlo, ahora lo traía más arriba de los hombros y yo odiaba sobremanera traerlo de esa forma. Aunque no se me veía mal, pero era un recuerdo de mi punto de quiebre.

Oden tocó a la puerta de mi habitación aquella noche, había tratado de animarme diciendo que se me veía bien el cabello y que pronto se me pasaría el coraje. También me había dicho que tomara la decisión que tomara, él permanecería a mi lado. Aquella noche, saqué toda mi frustración con Oden, le conté demasiadas cosas y él no me interrumpió, ni soltó algún comentario sarcástico, simplemente me escuchó. Y aún así, aun habiendo sacado todos mis pesares, todavía tenía ese odio dentro de mí. Odiaba a Voldemort, odiaba a Harry, a Dumbledore, a todos los de la Orden, a mis padres, incluso estaba molesta con Cedric, aunque a él definitivamente no podía odiarlo.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —Me preguntó Oden antes de salir de mi habitación. Asentí lentamente.

—Debo aprovechar esta oportunidad.

Me encontraba afuera de la oficina de Umbridge, había decidido faltar a la reunión del E.D., por obvias razones. Estaba a punto de decirle a la Suma Inquisidora sobre nuestro club secreto, pero una chica de Ravenclaw se me adelantó. La vi salir junto con la profesora, estaba llorando y se cubría la cara.

—Señorita Lestrange, ¿qué hace aquí?

—Quería hablar con usted...

—Será después, ahora mismo iré con la señorita Edgecombe a aclarar unos asuntos. —Miré a la chica quien me volteó a ver asustada. Su cara estaba llena de granos y ronchas. Recordé que Hermione había puesto un hechizo para que nadie fuera de soplón y si hablaba sobre el E.D., bueno, esto sucedía. Y ya sé, han de decir, ¿y yo por qué iba a hablar? Pues, Granger es lista, pero yo lo soy más y encontré un contra hechizo, por eso pude decírselo a Dumbledore y por eso se lo diría a Umbridge.

Señorita Beauxbatons y el Príncipe del corazón roto (Cedric Diggory)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora