CAPÍTULO 5. Choque

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POV Amaia

Estaba hablando con Gèrard sobre cómo sería el profesor nuevo, cuando me vi en la necesidad de excusarme para ir al baño. Seguro que me daba tiempo a ir y volver antes de que el profesor llegase. Así que, abrí la puerta de clase y salí tan rápido que no pude evitar chocarme contra un cuerpo nada más salir al pasillo.

Comencé entonces a disculparme sin ni siquiera mirar contra quien me había chocado y ruborizándome por la vergüenza de ser tan torpe. Levanté la vista un momento y me encontré a un chico de rizos moreno y de ojos oscuros que me devolvía la mirada algo confundido.

- Buah, perdón, lo siento mucho - repetí mientras comenzaba a agacharme a recoger parte de las cosas que había tiradas por el suelo.

- No importa, yo iba distraído... No he visto ni que se abría la puerta – dijo mientras se agacha también a terminar de recoger lo que quedaba en el suelo - Soy Alfred, el nuevo profesor de música - añadió sonriendo. Volví a mirarle y no pude evitar morderme el labio.

- Eh, yo Amaia. ¿En serio eres profesor? Pareces más un alumno nuevo. Jolín, lo siento, soy muy bocazas siempre, nunca pienso las cosas. Disculpe – le dije con educación, tendiéndole los papeles - Voy un segundo al baño, ahora entro a clase.

De repente, nuestros dedos entraron en contacto y una especie de chispazo me recorrió rápido la mano y parte del brazo, haciendo que se me erizara el vello. Contuve el aliento y noté como mi pecho se aceleraba tras sentirlo.

Me miró y yo le miré. Dos hoyuelos aparecieron en su cara y sus dientes se asomaron tras dedicarme una sonrisa. Tenía las paletas ligeramente separadas y, en conjunto, una boca bastante agradable de mirar. Amaia, pero que narices estás pensando. Quieres hacer el favor de controlarte que es cura joder, solo mirarle así seguro que cuenta como pecado. Sal disparada al baño y olvida ese chispazo, esos ojos y esa sonrisa... ¡Para! Que te pierdes otra vez.

Me fui al servicio como una flecha y, al volver y sentarme en mi sitio, el profesor ya había comenzado a presentarse.

- Gèrard, ¿qué me he perdido? - Le susurré a mi compañero nada más sentarme.

- Pues solo que se llama Alfred y que nos dará esta clase y la asignatura de Lenguaje y practica musical los viernes hasta final de curso - Vaya qué interesante, Amaia céntrate que está hablando y luego no te enteras. Alfred seguía hablando y comencé a prestarle más atención.

- Bueno, como iba diciendo, aunque seguiré el plan de estudios voy a meterle bastantes cambios. Tengo estudios superiores de conservatorio y creo que podré aplicarlos en las clases - A mi rubito se le iluminaron los ojos cuando vio que ambos habían ido al conservatorio. Creo que iban a llevarse bien, además la diferencia de edad no era tanta y Gèrard necesitaba ir perdiendo esa timidez que le hacía parecer a veces un bicho raro. Se había convertido en un bollito para mí - Sé que quizá no soy lo que esperabais ya que ni siquiera visto como el resto del profesorado, es lo que tiene no ser sacerdote aún – siguió comentando Alfred. Bajó la mirada y sonrió algo avergonzado achinando esos ojos que me tenían aún arrobada.

Saquen los pompones y doble salto mortal que no es cura. ¡A ganar! Mi parte más impulsiva seguía haciendo de las suyas en mi cabeza y me autorregañaba por eso. ¿Y qué leches te importa si lo conoces de hace 10 minutos? ¿Quieres relajar las hormonas y dejar de montarte películas a lo Steven Spielberg? No me saques la lengua y guarda ese entusiasmo. Tampoco es para tanto el muchacho. Sí claro, y nosotras somos rubias no te jode.

- ¿Amaia estás bien? Estás empanadísima, más que de costumbre, que ya es decir - Gèrard me dio un pequeño codazo sacándome de mis locos pensamientos.

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