Ocho

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Terminé mi plato glorioso e inigualable ramen, quería más pero este era el tercero que me comía. Mi lado obeso y rechoncho me lo pedía a gritos, como lo hizo con los primeros tres, el problema era que mañana iba a boxear y no era recomendable comer de esta forma. Suspiré. La comida lograba levantarme el anime casi siempre, pero no me sentía así. No en esta ocasión. Tenía demasiado estrés acumulado. Aquí a lo mucho podría liberarlo en el ring mañana.

Al y yo pedimos la cuenta, pagamos y luego salimos del puesto. Comenzaba a hacerse bastante noche, por lo que el frío era latente en el ambiente. La sudadera me mantenía calentita, pero las manos las llevaba como dos trozos de hielo gigantes. Las metí en mis bolsillos y lo comprobé cuando sentí la diferencia de temperaturas aún con el jeans puesto. El clima era agradable, el ambiente más o menos. El encuentro con esos dos no me había sentado bien. Enojarme me daba hambre, por eso era que seguía con el apetito tan abierto. A lo mejor podría probar algo del buffet, algo más sano y menos pesado que el ramen. Pero sin duda no estaría ni la mitad de bueno.

May y Ed se habían ido juntos. Ambos estaban cansados según lo que dijeron. Ed prefirió el buffet del hotel, con lo carnívoro que era no me extrañé. May por su parte solo quería cenar en otro lugar donde no habría otro posible encuentro. Por lo tanto Al y yo nos habíamos quedado solos comiendo ramen. No hablamos de mucho realmente, él era tímido a veces y esta vez ese lado suyo salió porque no sabía que había decidido darles otra oportunidad a ambos. O a eso suponía que se debía.

El camino de la feria al hotel no era largo, tal vez menos de 15 minutos caminando. Íbamos a paso lento y descuidado, así que nos tomaría más tiempo. Parecía hundido en sus pensamientos, tal vez seguía analizando que casi me doy a ostias con un tío de mi altura, o tal vez seguía pensando en la actitud fría y cortante que May había dejado ver. No era común y propio de ella actuar de esa forma, que estuviera pensando en ello era normal.

Había muchos rumores al respecto, rumores que con los años no se apaciguaron. Al contrario, se hicieron más y más teorías al respecto. Nadie sabía a ciencia cierta que había pasado, solo los que lo habíamos vivido y sufrimos las consecuencias de lo que pasó. Ninguno de los rumores se acercó a lo que pasó, al parecer nadie tenía la capacidad deductiva suficiente para adivinarlo o siquiera de plantear una situación parecida.

Los implicados no podíamos hablar al respecto, no con personas que sabíamos que iban a regar el chisme. Teniendo una primicia como esa hasta la persona en quién más confiabas podría difundirlo. Ante esa posibilidad nuestros familiares, la administración y personal de las universidades eran las que tenían acceso al expediente de nuestro caso. Un caso que a día de hoy, se mantenía bajo llave en lo más oscuro de la oficina de los directores. No nos habían prohibido hablar de ello, pero realmente no era algo de lo que hablas con facilidad.

Todo esto era solo por nuestra parte, la de May y la mía. Para nosotros no estaba prohibido hablarlo, para ellos si. No podían si quiera comentarlo, que el imbécil aquel había mencionado mi hombro iba a ser una sanción. Ni siquiera era algo que podías poner en duda, si el entrenador le escuchó, iba a haber castigo. Ante la falta de veracidad de ello, no sabia realmente si llegaría a pasar. De todas maneras, su falta de cuidado era lo que más me molestó y su intento por hacerme sentir pequeña también. Menos mal que el entrenador les salvó, de lo contrario no habría dado tregua.

Me preguntaba cómo se encontraba May, a estas alturas de la noche ya estaba metida en la cama o preparándose para dormír. Cuando llegáramos al hotel tenía planeado escribirle un mensaje y ver si podía pasar por su habitación para hablar al respecto, eso sí sentía cómoda para hacerlo. De lo contrario esperaría a que ella diera luz verde para hablarlo. Sabía que con lo sucedido conciliar el sueño se le haría difícil, pero siempre que tenía insomnio tomaba alguna pastilla para dormir. Esperaba que esta vez no fuera la excepción.

 Under My Umbrella | EdWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora