La forma en la que hablan, caminan, responden, comen. Las escuelas a las que asistirán por el resto de sus vidas.
Su forma de vestir, su "gusto" en los deportes, su incesante manía por ser los mejores aunque eso signifique dejar de respirar.
Esa es...
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Yeonjun.
|Mi mejor amigo en el mundo|
6 años antes.
Nunca podré olvidar la forma en la que celebré mi cumpleaños número 14.
Mis abuelos habían organizado una cena estilo gala para poder presentarme formalmente ante los accionistas de la empresa, mis padres habían estado estresados durante todo el mes por demostrar cuan perfecto podría salir un evento bajo mi nombre. Aun así, cuando el momento de presentarme había llegado, no podía dejar de pensar cuan falso me sentía ante toda esa gente.
Nadie parecía atento realmente a conocer mi personalidad, mi sentido del humor, o la manera en la que había sido criado por mis padres en casa. Mas bien, parecía que todos se esforzaban por criticar algún aspecto de mi corta vida.
"¿Cuántos idiomas dominas? ¿Cuál es tu lugar en la escuela? ¿Qué autores usas de modelos? ¿Qué filosofía administrativa te parece más interesante?"
Afortunadamente había practicado cada una de mis respuestas un sinfín de ocasiones frente al espejó esa semana. Podría haber recitado fragmentos de artículos de investigación científica, arte o economía justo en medio de la cena y a todo el mundo podría haberle dado igual. Todos parecían tener un mayor interés a algo que mis padres clasificaron como "méritos".
Y al parecer, ese septiembre mientras yo cumplía 14 años el mayor de mis méritos no había sido mi nacimiento. Mucho menos haber podido llegar a la hermosa edad de 14. Para los presentes de la gala, mis mayores méritos habían sido los idiomas que podía hablar, mi habilidad para poder encontrar autores de artículos económicos que coincidían con su filosofía empresarial. Y por supuesto, mi habilidad para poder ser el capitán del equipo de baloncesto juvenil de la secundaria.
Entonces podrías preguntarme ¿Qué es lo que recuerdas de tu cumpleaños 14 que hizo tan memorable la experiencia?
He pensado mucho en la respuesta a esa pregunta, aun en invierno cuando la sensación en mi pecho requería ser cálida volvía a pensar en esa noche.
Pues entre tantos murmullos, risas falsas y conversaciones vacías, cometí el error más grave que podía haber hecho en mi vida. Escapar.
La presión de mentir y continuar con mi actitud amable frente a un cumulo de personas a las que no conocía para nada, me fue tan desagradable, agobiante y exhaustiva que apenas terminó el banquete, yo corrí por el patio trasero de la mansión de mis abuelos hacia uno de los pequeños jardines que mi abuela cuidaba para sus flores.
Corrí hasta que mis piernas me dolieron y mi respiración parecía hacer reventar a mis pulmones. Pero entonces él me detuvo. Y ahí fue cuando mi error comenzó a cobrar efecto.
