III

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Las horas en su travesía siguieron transcurriendo. El paso era uno ligeramente rápido, al punto en el que esto no afectara a las mujeres que iban como carga y totalmente escondidas bajo una gran manta. Emma ya se sentía sofocada por la situación y por la misma temperatura del día, se movía algo inquieta de un costado a otro mientras que su cuñada la observaba con gracia, riendo un poco entre ello para lograr calmar su ansiedad.

Ansiedad que iba creciendo en ella debido a las ideas que apoderaban su mente tras la blanca mentira que le declaró a su cuñada con respecto al "empleo" que las esperaba en el castillo. Gwen no estaba seguro de lo que les recibiría al llegar, pero sí sabía que al menos esa persona la aceptaría según lo que decía en sus escritos; o al menos eso deseaba.

Rogaba para que todo lo que ella le prometió en alguna ocasión, sea real.
Clamaba para quedarse, al menos, lejos del hombre abusador que tenía como esposo.
Pedía misericordia y exigía un poco de recompensa por tanta humillación que vivió al lado de aquel varón.

—Gwen... — susurró la menor mientras la llamaba en un tono calmado, disfrutando ahora del ambiente más fresco bajo las telas que las cubrían. —Gwen...

—Mh, sí, dime. — respondió la mayor, sacudiendo su cabeza para despejar de ahí todas sus dudas y todos sus miedos. —¿Qué pasa, Emma?

—Pienso en mi hermano y... Siento una pena muy grande. Demasiado grande... — dijo Emma con un tono cada vez más bajo, dado a que su voz se iba quebrando ante el recuerdo del mayor en su mente.

Emma descendió su mirada ya que no deseaba que su cuñada la observara llorar, y menos por un hombre como aquel con el que compartía sangre y apellido. La más alta la veía en silencio, sin saber cómo reaccionar a primera instancia; sin embargo, comprendiendo ese sentir del desprendimiento, atrajo a la más joven hacia su cuerpo, envolviéndola en un abrazo. Como si estuviese abrazando a su propia hermana menor.

—N-No quería de-dejarlo así, pero... É-Él...

—Shhh. — intervino Gwen, negando y frotando aún la espalda de la contraria, haciendo constante ese siseo hasta que escuchó a Emma detenerse con sus palabras. —No digas eso. No. Ambas sabemos que un futuro ahí... No habría, porque él hubiese acabado con nosotras...

Por más duro que sonara, era la verdad; y Emma era también consciente de ello. Fue por eso que no objetó ante lo oído y, más bien, asintió otorgándole toda la razón a la ajena.
Con calma, la baja correspondió al abrazo, acurrucándose tímidamente contra la castaña, como si también estuviese aferrándose de ella.

A partir de ese momento, una dependía de la otra. 
Se tenían solo ellas dos en ese mundo. 
Pero, lo más importante, Gwendolyn se sintió tan responsable de la vida de Emma que, dentro de ella, juró cuidarla por sobre lo que sea que ocurriera de ahora en adelante. 

—Hay que reposar, estaremos llegando en la madrugada. — susurró la mayor para la joven que iba cayendo en brazos de Morfeo conforme las caricias de Gwen seguían en su espalda. —Duerme, Emma. 


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Johanne totalmente llena de emociones por la situación vivida con su padre, llegó entre lágrimas y furia a su amplia habitación, azotando la puerta de ésta apenas la aventó para que cerrara. Se lanzó a su cama como una niña pequeña, queriendo ocultar su rostro casi rojo y sus ojos hinchados por todas las lágrimas que había estado soltando en el camino. El dolor en su pecho era presente, las imágenes de hace un momento bombardeaban ahora su cabeza. 

reincarnationem | wenjoy au +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora