Protegerte

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Thorin acababa de ingresar en su montaña como rey.

Smaug había muerto.

El Valle había sido destruido.

Ertha desapareció en el ataque.

-¿Ertha?- el enano rubio comenzó a buscarla entre la gente desesperado por encontrarla.

-¡Fili!- Bardo lo llamó.

El arquero corrió hasta el enano, ambos tenían una expresión llena de temor y pánico.

-¿Dónde está?- Fili sentía en su interior un nudo que crecía cada vez más y más.

-Creí que estaba contigo- el miedo se estaba apoderando de Bardo.

-Y lo estaba pero bajó de la barca para ir contigo, no pude detenerla...- el enano sabía que explotaría en el llanto en cualquier momento- Fue imposible pararla, cuando me di cuenta ya estaba al otro lado y...

Una voz agua lo interrumpió.

-¡Padre!- Tilda abrazó a su padre seguida de sus hermanos mayores, Sigrid y Bain.

-¿Dónde está tía?- Bain fue el primero en deshacer el abrazo, mirando a todos lados buscando a su tía.

El hombre y el enano se miraron unos segundos. Bardo suspiró triste y tomó valor para mirar a sus hijos.

-No lo sabemos- respondió mientras que a Fili le resultaba cada vez más difícil soportar las lágrimas- Vuestra tía quiso ir a ayudarme pero, no ha aparecido desde el ataque y...- Bardo se mordió el labio intentando ser fuerte, no quería derrumbarse delante de sus hijos.

Fili no lo aguantó más, cayó de rodillas al suelo dejando salir las lágrimas de dolor que guardaba, de solo pensar que ella podía estar muerta el enano sentía como si su mundo no valiera nada, sin ella no había color, sin ella no había alegría... Sin ella Fili sentía que estaba muerto por dentro.

Bardo tampoco lo soportó y dejó que las lágrimas salieran de sus ojos, sus hijos lo abrazaron.

-Debemos partir hacia la montaña, hermano- Kili con delicadeza le habló a su hermano pues no sabía cómo reaccionaría.

-No- habló firme- No me iré sin ella, buscaré a Ertha debajo de hasta la más pequeña piedra, pero no la dejaré sola...- se puso en pie.

-Fili...

-No, Kili- limpió sus lágrimas con sus manos y miró a su hermano- ¿Quién nos ayudó cuando nos perdimos yendo hacia la casa de Bilbo? ¿Quién mató a los trolls que estaban apunto de devorarnos? ¿Quién te salvó el trasero de que una flecha envenenada te diera? ¿Quién...- cerró los ojos intentando no volver a llorar- ¿Quién me enseñó lo que es amar, Kili?

-Ertha, Ertha nos ayudó a llegar a la casa del saqueador, mató a los trolls sabiendo que podía morir en el intento, me salvó de una flecha de orco y fue ella quien estuvo apunto de morir si no fuera por Tauriel- Kili se acercó a su hermano- Ertha te enseñó a amar, Fili.

-Por eso debo quedarme.

-Marchaos- habló Bardo mirando a los tres enanos- No dejaré de buscarla, nunca me detendré. Lo prometo.

Filii asintió decaído, Kili imitó el gesto pero éste de manera agradecida y Bofur le sonrió levemente, aunque sus ojos rojizos delataban que había estado llorando.

Los días iban pasando y Bardo aún no había encontrado a Ertha, en el fondo, perdía la esperanza de que estuviera viva, pero a eso se le sumaban más problemas, Thorin había caído en la misma enfermedad que su abuelo, volviéndose egoísta y ciego por el oro. 

Fili no soportaba ver en lo que se había convertido su tío, pero soportaba menos el no tener noticias sobre el paradero de la joven.

-¡A la puerta!- gritó Thorin.

Todos lo siguieron hasta ver como el rey Thranduil y su ejército formaba posición,  al lado del rey elfo se encontraba Bardo y su pueblo.

Para Fili todo pasaba a cámara lenta viendo venir una guerra.

-¿Eliges paz o guerra?- preguntó Bardo.

-Elijo guerra- contestó el rey enano de manera fría.

-Mirad- Dwalin señaló  a lo lejos divisando a como algo, un animal, se acercaba veloz. El animal era un hermoso huargo negro como la noche con ojos tan amarillos como el mismísimo sol. Una figura encapuchada montaba aquel animal, el cual ante los ojos de las personas era terrorífico.

Redujo la velocidad al pasar entre el ejército de los elfos hasta posicionarse entre Thranduil y Bardo, los cuales miraban curiosos aquella figura. Sin prisas, llevó ambas manos a los laterales de la capucha, dejando al descubierto una piel tan blanca como la nieve, unos ojos pardos, unos labios tan rojos como el carmín y un cabello tan ondulado como las olas del mar de color castaño.

-Hermana...- murmuró Bardo viéndola como si se tratase de un fantasma, sin creer que fuera real.

La chica de no más de 23 años miró a su hermano dedicándole una cálida sonrisa. Llevó su vista arriba, encontrándose con su enano favorito, Fili, quien sonreía ampliamente. Todos los enanos se alegraban de verla, todos excepto uno. Desvió su mirada al único enano que no tenía una sonrisa en el rostro, sino un ceño fruncido.

-¡Thorin!- exclamó furiosa la joven borrando la sonrisa en su pálido rostro, Fili ocultó una gran sonrisa mirando al suelo, le encantaba verla enojada- ¡¿Qué estás haciendo enano cabezón?! ¡¿Entrarás en una guerra innecesaria?!

Para el heredero aquella voz, aunque furiosa y potente, era la más hermosa que había oído nunca.

-¡Esa piedra es mía!- gritó el rey enano- ¡Le pertenece al rey bajo la Montaña y ese soy yo!

-¡No será tuya si la destruyo antes!- Thorin enfureció agarrando el arco con una flecha, apuntándola.

-Toca esa piedra y te mataré con mis propias manos- advirtió.

-Puedes intentarlo- dijo con una sonrisa ladeada.

-Oh, créeme si te digo que lo haré- Thorin no bajó el arco.

-Ertha...- su hermano intentó posicionarla detrás de él pero ella negó.

-¡Yo soy el rey!- volvió a exclamar.

-¡Tú no eres mi rey!- gritó haciendo una pausa entre cada palabra haciendo que el rey enano bajara el arma- ¡Un rey cumple con lo que promete! ¡Honra su honor! ¡Un rey no abandona a los suyos!

Un cuerno los hizo romper el contacto visual, Dáin Pie de Hierro llegaba seguido de su ejército de enanos. Seguido un cuerno orco.

Ertha se bajó de su lobo.

-Esto se pone divertido- dijo viendo al Hobbit, quien estaba a su lado.

-Tal y como prometimos, ¿no?- Bilbo miró a la joven quien le sonrió.

-Juntos hasta el final, amigo mío.

Todos estaban preparados para luchar, Ertha miró a Fili, quien miraba a la joven con miedo. Temía perderla en la batalla justo cuando la había recuperado. No podía permitirse perderla una vez, no al amor de su vida.

 No podía permitirse perderla una vez, no al amor de su vida

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Tierra Media: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora