3- Intento de conquista

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—¡Feliz cumpleaños, abuelito! —exclamo entrando en su cuarto y sosteniendo un pastel, y con el alegórico y típico canto de "feliz cumpleaños"  Mi voz se hace escuchar en sus oídos.

Se sienta en su cama y me sonríe ladeando su cabeza. Le doy su pastel y lo abrazo para luego darle unos cuantos besos en su frente y mejillas.

—Gracias mi abejita.

Ese apodo me trae bellos recuerdos, me decía así desde pequeña, siempre lo ha hecho, y cada vez que lo menciona se me derrite mi corazón de hielo.

Creo que gracias a él he tenido cierta atracción por las abejas. Una vez me coloqué un  uniforme con protector completo para evitar picaduras y así poder estar cercas de ellas mientras hacen su miel.

Fue fantástico.

Pero no fue tan divertido como cuando me picó una en el culo, recuerdo que tenía una nalga más grande que la otra, y para que se viera del mismo tamaño, tuve que ponerme un trapo y usar mi pantalón.

Además de sentarme y dormir de lado.

¿Cómo me picó justo en el trasero?
Pues estaba con mi ex acampando en medio de la noche, y no me pregunte lo demás. Ya puedes imaginar cómo fué.

—Te adoro, abuelo y no hay nada que me haga más feliz que compartir a tu lado tan bonito día, hoy 4 de julio, día de la independencia es tu día —murmuro con mi apodo favorito.

Sólo que hay un problema, mi abuelito ha recreado cierto trauma con su fecha de cumpleaños y además que sea un día festivo, y todo se debe a que un día como hoy, el hermano gemelo de mi papá murió. No murió al nacer, tampoco estando pequeño, murió hace diez años mientras celebrabamos el cumpleaños de mi abuelo y éste día.

Y su forma de morir hace sentir culpable a mi abuelo, pues mi tío se embriagó y quiso lanzar tiros al aire, mi abuelo le quitó el arma y mi tío se lanzó a él para quitársela, sin querer se soltó un disparo, lo cual le cegó la vida en cuestión de minutos.

Desde ese día no ha sido lo mismo, él tampoco. Nos duele celebrar y recordar ese suceso, que sucedió justo antes de cumplir mis 16 años.

Espero que hoy, él se anime a celebrar con nosotros.

Aunque lo dudo.

—Abejita, odio este día —se desamina agachando su rostro. Le miro fijamente, esas canas blanquecinas cubriendo su cabellera que antes era rubia, sus arrugas en sus ojos rodeando lo que alguna vez fue una joven piel—. Tengo que ir a ver a mi hijo y llevarle flores a su entierro.

Se sienta en la cama y tomo el pequeño pastel colocándolo en la mesita. Y lo detengo por sus hombros, con mi mano en señal de alto.

—Abuelo por favor, debes sentarse, te pido que ya no sigas. Han pasado diez años y sé que duele, pero no puedes dejar de mirar hacia adelante. Tienes más familia que te aman y que velan por ti.

Y me toma de la mano, me siento a su lado y acaricia mi mejilla, coloco mi cabeza en su hombro. Parece estar más relajado.

—Espero que nunca logres entender que el dolor más grande de un padre, es ver a morir su hijo antes que él, y no sólo eso, que su papá tenga la culpa.

Se echa a llorar y lo miro negando, no me gusta verlo así.

Es su día, debe sentirse  bien.

Joder, estoy siendo egoísta.

—Te comprendo mucho, sé que duele y quiero que sepas que te doy mi hombro para que llores, mi oídos para escucharte y toda mi atención para que ya no te sientas tan solito.

Conquista a mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora