Capitulo 35

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Jungkook esperaba en el comedor que Sunhee llegara, con toda la mesa puesta y la cena lista, pues le encantaba sorprenderla con toda clase de detalles románticos.
Escuchó los pequeños, ligeros y apresurados pasos de su pequeña, quien corría hacia él con los brazos abiertos preparada para saltarle encima. Sunhee la cargó, besando con ternura su frente.
—Hola, mi amor —saludó a Sunhee, acercándose a ella, que venía caminando con paso lento hacia él.
—Hola.
Jungkook pasó uno de sus brazos por su cintura, mientras que con el otra seguía cargando a Nikki.
—¿Compraste la camita? —besó sus labios ligeramente.
—Sí. Mañana la traerán —Sunhee intentó mostrarle una sonrisa, pero Jungkook la conocía demasiado bien, y la vio con confusión en la mirada.
—¿Está todo bien? Estás... extraña.
Sunhee levantó su mirada hacia él, hacia esos ojos inconfundibles... los mismos que tenía el pequeño niño de la plaza.
—Dejaré a Nikki con Nancy —hizo ademán de tomar a la pequeña entre sus brazos, pero Jungkook la detuvo, escrutándola con la mirada.
—Sunhee, ¿qué ocurre? Estás preocupándome.
—No... no es nada. Vuelvo enseguida, amor.

Cargó a Nikki y se alejó por el enorme pasillo, en busca de la nana, dejando a Jungkook completamente desconcertado.

Después de dejar a su pequeña con Nancy, Sunhee entró a su habitación, caminando directamente hacia su armario, buscando entre cajas y varias bolsas de plástico un album de fotografías.
Comenzó a pasar desesperada las páginas, foto por foto... quedando paralizada cuando encontró la que buscaba; era una pequeña foto de Jungkook, cuando tenía unos dos años de edad.
El parecido entre él y el pequeño era increíble... Eran casi... como gemelos.

—Dios mío... —se llevó una mano a la boca, en su expresión de asombro.
—Sunhee —Jungkook se acercó a ella. —¿qué haces?
Sunhee suspiró, preocupada y frustrada, levantándose del frío suelo y girándose para ver directamente los ojos de Jungkook.
—Creo que me estoy volviendo loca —negó ligeramente con la cabeza.
—¿Por qué dices eso? —rió nerviosamente, entendiendo cada vez menos el comportamiento de Sunhee. —Sunhee, dime qué pasó —exigió Jungkook, con voz dura.
Ella sintió que las lágrimas se empezaron a acumular en sus ojos.
—No, no, preciosa, no llores. No era mi intención hablarte así. Yo... perdón, por favor, perdóname... —la abrazó, mientras ella sollozaba.
—No lloro por eso, Jungkook. Es sólo que... ¡te juro que me estoy volviendo loca!
—A ver, pequeña —la quitó de su pecho, para poder ver su rostro —, dime ¿a qué te refieres?
—Yo... hoy... en la plaza... vi... vi a un niño...
Jungkook rió incrédulamente, como si el primer pensamiento que hubiera pasado por su mente hubiera sido el hecho de que en todos lados hay niños.
—No entiendo.
—Él... tenía la misma edad que Nikki. ¡Era tan parecido a ti!
—Sunhee, basta. Basta. ¿Por qué te atormentas así, mi amor?
—¡Es imposible no hacerlo! No es justo, Jungkook. ¡Yo quiero a mi hijo!
Se aferró fuertemente a su camisa, apretándola entre sus manos, mientras soltaba de nuevo en llanto.
—¡Yo quiero a mi bebé! ¿Por qué tuvo que morirse, Jungkook?
—Tranquila, pequeña. Todo estará bien.
—Es que... cuando vi a ese niño hoy... —ella sólo podía negar con la cabeza, no queriendo creer aún el terrible hecho que había ocurrido hace dos años atrás —no sabes cómo me sentí. Es... sentí demasiadas cosas.
—Sunhee, mi amor, me duele verte llorar, me duele saber que sufres, que no puedo hacerte feliz...
—No digas eso, Jungkook. Soy feliz... En realidad no sabes lo feliz que me haces, en verdad no sé que haría sin ti.
Jungkook pasó el dorso de su mano para secar las mejillas mojadas de Sunhee.
—Ya no llores, preciosa —unió sus labios en un tierno beso —. Te prometo que todo estará bien.

Sunhee entró al cuarto de su pequeña, después de escuchar cómo ella la llamaba una y otra vez... Ya era demasiado tarde, y Nikki estaba renuente a dormirse.
—Pequeña, ¿qué haces despierta hasta estas horas?
Nikki se encogió de hombros, recargando después su pequeña cabecita en la orilla de su cuna.
Sunhee se acercó a ella, para tomarla entre sus brazos y así poder sentarse en la mecedora que había ahí; acunó su frágil y pequeño cuerpo mientras se mecían.
—Duérmete, princesa. —Sunhee comenzó a tararear una canción, mientras Nikki parpadeaba pesadamente sus ojitos, batallando el sueño para poder seguir viendo y escuchando a su madre.
Pero su lucha fue vana, porque el sueño pronto la dejó profundamente dormida.

—¿Ya se durmió? —preguntó Jungkook, parado a un lado de la puerta.
Sunhee le hizo señas para que bajara la voz.
Jungkook se acercó a ellas, sonriendo.
—Parece un angelito.
Sunhee sonrió de vuelta, mientras contemplaba a su pequeña con un inmenso amor en su mirada.
—Te juro que puedo verla por horas y seguir creyendo que es un sueño. A veces no puedo creer que soy madre... que ésta princesa la hicimos nosotros, Jungkook.
—Me siento exactamente igual. Jamás imaginé ser padre a ésta altura de mi vida —sonrió él, tranquila pero alegremente.
—Lo sé. Y debo confesarte que incluso yo dudaba acerca de querer ser madre, —levantó su mirada hacia Jungkook. —hasta que te conocí a ti —sonrió tiernamente.
Y Jungkook le respondió simplemente con su mirada todo lo que sentía por ella; eran demasiadas cosas maravillosas; cargó a Nikki entre sus brazos y la recostó de vuelta en su cuna, pero no sin antes dejarle un beso de buenas noches sobre su suavecita frente.

—Ven —dijo, tomando la mano de Sunhee entre la suya. —. Te daré un regalo.
—Jungkook, mi amor, no es necesario —protestó ella. Pero Jungkook cortó sus palabras poniendo su dedo índice sobre sus labios.
—Tú confías demasiado en mí, preciosa —y sin decir nada más, Sunhee se dejó llevar hasta su habitación. — Por eso te quiero regalar lo más hermoso que pueda existir —se acercó a sus labios para poder besarla. Fue un beso profundo y estremecedor, que llenó casi de inmediato sus almas de calor, deseos y amor.
—Jungkook, ¿estás seguro de esto? Yo podría...
Pero él en respuesta sólo la cargó, llevándola hasta su cama, recostándola ahí para después subirse sobre su cuerpo.
—Yo sé que nadie podrá reemplazar a nuestro pequeño, y que quizás jamás superes su muerte totalmente, pero deseo hacerte completamente feliz, pequeña... no quiero que nunca vuelvas a llorar de tristeza... —besó sus hombros suavemente, mientras que al mismo tiempo deslizaba hacia abajo los tirantes de su pijama.
—Jungkook...
—Mi amor, no sabes todo lo que soy capaz de hacer por ti —y los besos sobre su cuello comenzaron a hacerse más apasionados.
Sunhee cerró sus ojos, echando para atrás su cabeza, mientras disfrutaba de las caricias de Jungkook.
—Eres mía... —susurró en voz suave y tierna Jungkook; rozó sus labios delicadamente sobre la piel de su pecho, haciéndola temblar con cada tacto.
Sunhee buscó su camisa, deshaciéndose de ella, lentamente, quedando ahora sus cuerpos piel con piel, sintiendo entre ellos los latidos desbocados del otro.
Y entre más caricias y besos, quedaron desnudos.
Jungkook aprisionó nuevamente los labios de Sunhee entre los suyos; sus bocas parecían querer deborarse mutuamente, mientras sus cuerpos se pegaban aún más, rozándose con suavidad entre gemidos y jadeos de pasión.
Jungkook la miró directamente a los ojos, sintiendo su humedad en su entrepierna.
Sunhee estaba lista, lista para sentirlo dentro de ella otra vez, lista para aceptar todo ese amor y vida que él portaba.

—Eres mía, Sunhee... Solamente mía.

Y sin decir nada más, la penetró, intentando llegar a lo más profundo de su ser.
Sunhee soltó un grito sordo, sintiéndose completa; sintiéndose llena de amor, de pasión... y de vida.

—Jungkook —musitó en su oído, con voz jadeante. Sus brazos rodearon la sudorosa pero suave piel de Jungkook, mientras él se movía dentro de ella, una y otra vez.

Ella jadeó sin cesar, sintiendo que su aliento y su respiración se dificultaban cada vez más.
Los labios de Jungkook viajaban entre su cuello, sus labios y sus senos, saboreando el dulce sabor de su piel.

—Te amo, Jungkook.

Sunhee buscó desesperadamente los labios de Jungkook, en un intento de ahogar los estruendosos gritos que querían escapar de su boca.

Pasó sus piernas por alrededor de la cintura de él, queriendo sentirlo aún más dentro y profundo de ella, queriendo sentirse la única y eterna poseedora de su amor, la dueña de sueños y deseos... queriendose sentir aún más completa, para llegar hasta el cielo y así poder olvidarse del mundo entero... Hasta que el explosivo y cálido jugo de Jungkook llenara su ser de amor, de pasión, pero sobre todo, de vida...

Sabor a ti - Jungkook [+18] ADAPTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora