El rugido no es la solución.

80 7 0
                                    

El rugido no es la solución

Leontubre día 3 "Rugido"

One-Shot escrito por 

- ¡YA BASTA, KION! – gritó Rani para sobreponerse al ensordecedor sonido que emitía el rugido de Kion.

     Esa mañana habían decidido salir a pasear juntos, con la perfecta excusa de patrullar la frontera más lejana del reino; relativamente, el paseo debía ser algo muy tranquilo, dada la baja población de animales que habitaban esa zona y lo tranquila que era por dicha condición. Pero, según Kion, cada plan que lo incluía a él en algún momento estaba condicionado a salir mal; incluso, si, un simple paseo con su esposa.

     Pocos animales, pero no menos situaciones que solucionar. La noche anterior, ante una fuerte tormenta que sacudió al mismísimo Árbol de la Vida, varios otros árboles menores zozobraron en la profundidad de los bosques que cubrían esta zona de las tierras del reino. Varios de ellos habían caído sobre un curso de agua formando una presa y, sumado a las lluvias torrenciales, el agua había empezado a desbordar por entre los árboles haciendo peligrar a las pocas manadas que recorrían la zona.

     ¿La solución? Ante la vista de este problema, Kion había intuido que lo mejor era rugir a la presa y dejar que se desmoronara sola. Rani le había dicho que esperara hasta que pudieran hablar con los demás de la Manada Nocturna, pero el rey se había puesto terco. Sin conversar más, él, seguido de su esposa, saltaron al pequeño cauce natural del arroyo y el macho se dispuso a volar todo rastro de ese accidente sin medir las consecuencias. Tampoco le dio tiempo a Rani para medir las mismas, cosa que hizo tardíamente, ya cuando Kion estaba en plena acción. Si, en efecto los troncos y ramas de los árboles caídos fueron corridos, pero se habían olvidado de un pequeñísimo detalle: la turbulenta y gigantesca cantidad de agua que había por detrás.

     El grito de Rani había sido en vano y ahora corrían un gran peligro, Kion, ella y su o sus futuros cachorros. ¿Cómo podía haber sido tan tonta? El agua los arrastró por un gran recorrido, el cual la mayoría pasaron sumergidos y con poco caudal de aire. Al final pudieron salir, pero el que no iba a salir de esta era Kion sin un regaño bien merecido.

- ¿Estás... bien? – preguntó agitado, tosiendo fuertemente, mientras ambos se arrastraban como podían sobre la orilla.

     Ella no respondió, no emitió un sonido, no podía. La situación la había dejado en shock y el solo pensar que podía perder las cosas más importantes en su vida la hizo desmoronarse en cuanto pudo recuperar medianamente el aliento.

- Rani... ¿qué te pasa? ¿te lastimaste? ¿te duele algo? – se preocupó de inmediato su esposo, pero solo recibió el golpe de la cabeza de Rani a quien ya las lágrimas le habían comenzado a fluir sin control, casi, dándole un abrazo. – Ya, tranquila... tranquila, Rani. Ya pasó. – mencionó mientras acariciaba el ensopado pelaje de su leona, pero de inmediato ese llanto de impotencia y dolor, se convirtió en uno de pura ira y sus palabras la canalizaban de forma excelente.

- ¡¿CÓMO SE TE OCURRE?! ¡ESTÚPIDO! ¡NO PUEDES IR HACIENDO LAS COSAS SIN MEDIR LAS CONSECUENCIAS! ¡TE DIJE...! ¡TE DIJE QUE ESPERARAMOS A LOS DEMÁS! ¡PERO, NOOO, DON RUGIDO PUEDE HACERLO TODO SOLO! ¡¿QUÉ HARÍA SI NO SOBREVIVÍAS?! ¡¿QUÉ HARÍAMOS SI NUESTROS CACHORROS NO SOBREVIVEN?! ¡NO PUEDES SER MÁS DESCONSIDERADO! ¡NO, NO PUEDES! – gritó furiosa, con lágrimas fluyendo de sus ojos cual cataratas, mientras el león se hundía más sobre su propio cuerpo intentando escapar a tantas verdades juntas. Si, en efecto, Rani tenía razón; toda la razón del mundo.

- Ra-Rani... lo... lo siento – intentó decir, pero fue interrumpido casi al segundo por la leona que seguía furiosa frente a él.

- ¡UN "LO SIENTO" NO SOLUCIONA ESTO! ¡SABES BIEN QUE NO TENIAS QUE USAR EL RUGIDO EN ESA SITUACIÓN! ¡CONOCÍAS LAS CONSECUENCIAS! ¡PERO TE CREES TAN PODEROSO E INDEPENDIENTE POR POSEER ESE PODER QUE NO PIENSAS SIQUIERA EN TU VIDA! ¡NO PIENSAS EN MI VIDA! ¡NI EN LA DE NUESTROS CACHORROS, KION! ¡NUESTROS CACHORROS! ¡PIENSALO! – seguía gritando, pero ya no tanto por furia, sino por sufrimiento, por imaginarse lo que pudo haber pasado y, aunque no deseara pensarlo, lo que aún podía pasar. El golpe en su vientre contra tantas rocas y troncos que estaban en el arroyo, fue muy brusco, no sabía cómo podía terminar esta situación. – Kion, mírame: hazme el favor y no aparezcas en mi vista por un tiempo, no quiero ni escuchar esas "disculpas" que bien sabes que no valen nada. El rugido no es la solución a todo, creí que lo sabías, pero por lo visto aun no sabes lo dañino que puede ser. Nos veremos luego, si es que nos vemos... - finiquitó con un suspiro desanimado mientras retornaba sola a su hogar. - ... iré a ver a Nirmala para que se cerciore de que los cachorros están bien. – culminó y siguió su camino hacia el centro del territorio a paso lento y mirada cabizbaja.

     Casi al instante la ex – Guardia del León, junto a Baliyo, aparecieron corriendo. El hermano de Rani se quedó con ella y la acompañó mientras dirigía una mirada extrañada a su cuñado. El resto se unió a Kion y la pregunta salió sola.

- Si, amigos, estoy... estoy bien. Pasó algo, pero no se preocupen... solo, déjenme solo unos momentos. Y Ono, Anga; ¿podrían vigilar a Rani en su camino? Gracias. – dijo mientras daba vuelta y continuaba su camino río abajo. Ante un "¿Qué fue lo que pasó?" de parte de Fuli, el solo contestó: - Aprendí que el rugido no es la solución a todo. De nuevo. – y con eso no volvió a dirigir la palabra a nadie.

..........

     Los días pasaron. Los cachorros estaban perfectamente bien, dijo Nirmala, para tranquilidad de Rani. Pero la relación de la reina con Kion todavía no había subsanado esa herida sentimental tan grande. Durante dos días el león no se había aparecido ni por asomo en el centro del reino, solo sabían de él por los informes de Anga.

     Ya entrada la tarde del tercer día, a lo lejos, Rani visualizó a su rey acercándose a paso lento. Sin darle tiempo a que llegara, fue ella quien salió a su encuentro, preocupada y lo abrazó con todas sus fuerzas.

- Kion... me tenías preocupada... perdóname, por favor; no debí tratarte así. No eres un estúpido, ni un desconsiderado, ni... – se disculpó, sintiéndose plenamente culpable, pero fue mirada con negación por parte de su esposo.

- No, Rani... no tienes la culpa de nada, solo de soportarme a mí cada día y perdonar todas las cosas que hago mal. La que se merece una disculpa, la más sincera de ellas, eres tú. Discúlpame por no pensar antes de actuar y si, tienes razón en algo, muchas veces me olvido que cada acción que haga repercute, en ti y en los demás, directamente. Lo siento mucho y prometo que aprendí que el rugido no lo soluciona todo y que yo no soy la solución a todo, tampoco, y esta vez no lo olvidaré. – se disculpó de la forma más sincera que podía. Se había mandado una grande, había metido las patas hasta los hombros. Silenciosamente juró que haría todo lo posible, y lo imposible también, para mejorar y no volver a recaer en esos errores otra vez. Esos errores que ponían en riesgo las vidas que estaban bajo su cuidado. Para sellar ese juramento, abrazó con todas sus fuerzas a su esposa y dejó salir sus propias lagrimas de todas las cosas que tenía acumuladas. – Te amo, te amo a ti y a nuestros cachorros. Perdónenme. – suplicó entre sollozos.

- Sabes que te amo también, Kion y que te perdonaré todo lo que pueda, pero lo hago porque te conozco y sé que realmente lo dices con sinceridad. Te amo y ellos te amarán a ti, mucho. – dijo dejando salir sus lágrimas a la vez que acariciaba el pelaje de su amado león. No podría pedir a alguien más para que la acompañara, con errores y todo, Kion era, para ella, el mejor del mundo. 

LeontubreWhere stories live. Discover now